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pulsaban con generoso brío al Renacimiento artístico y literario.

Del progreso de las artes en Castilla y Aragon desde el siglo XIII, presentan magnífico testimonio los soberbios monumentos arquitectónicos, que son todavía gala y orgullo de las principales ciudades de ambos reinos; del movimiento progresivo de la industria y el comercio son prueba sobrada los elocuentes períodos que ilustres escritores extranjeros, como Lucio Marineo y Navaggiero, consagraron á elogiar la actividad de muchas poblaciones y sociedades comerciales de carácter oficial, que se habian constituido con el patrocinio de los monarcas en Búrgos y en Barcelona, cen tros agrícolas é industriales que enviaban sus productos á los más remotos países.

Los elogios que dedica Mr. Slidell á la industriosa y activa Toledo en el siglo XV; los de Lucio Marineo á los mecánicos

xv;

y mercaderes de Búrgos, «que nunca estaban ociosos ni baldíos, y hacian rica la ciudad;>> los de Navaggiero á Barcelona la Rica, cuya grandeza comercial no tenía nada que envidiar á la de los príncipes mercaderes de

Venecia y Pisa, honrarian por cierto á cualquiera ciudad de los tiempos presentes, á más de cuatro siglos de distancia de aquellos en que tan entusiastas elogios fueron escritos por extranjeros ilustrados y observadores.

Y por lo que hace al progreso de las letras, el cuadro resulta mucho más brillante; la historia literaria de Castilla, desde el reinado de Don Juan II hasta el fallecimiento de Isabel la Católica, ni es posible bosquejarla en breves páginas, ni hay un español medianamente ilustrado que la ignore; está escrita, segun la oportuna frase de Prescott, «con la pluma de oro» de la historia, y no hay necesidad de evocar recuerdos y citar nombres gloriosos.

Parémonos, sin embargo, á considerar cuáles fueron en pocos años, desde 1474, en que fué establecida en España la primera imprenta, los extraordinarios progresos <del noble arte de imprimir los libros» (segun reza una pragmática de los Reye› Católicos); arte que «era bueno y provechoso... para que se hagan los hombres letrados, lo cual parece que redunda en provecho

universal de todos, y en ennoblecimiento destos reinos. >>

Discuten aún Valencia y Barcelona la primacía, y recientemente se han publicado nuevos y muy eruditos estudios acerca del asunto; el hecho es (por lo que á nuestro libro interesa) que en Barcelona y en Valencia habia imprentas desde 1474 6 1475, habiéndose publicado en la primera, sucesivamente, la obrila De Epidemia et Peste, de Valasco de Tarento; el Comentarium, de Ferrara, sobre algunos escritos de Santo Tomás de Aquino; el libro De las donas, del fraile Ximenez, y otras obras, por los impresores Pedro Rosa, Juan de Rossembach, Pedro Miguel y Diego de Gumiel; y en la segunda, el famoso Certámen poetich en lohor de la Concepció, recopilado por el doctoral Fenollar; la Biblia que tradujo en dialecto valenciano el P. Bonifacio Ferrer (hermano de San Vicente); la Cosmografia, de Pomponio Mela; la obrilla de teología mística, denominada Chrestia, y otros libros, por impresores alemanes, que llevaron á aquella ciudad, llamada entón ces, segun Navaggiero, Valencia la hermosa,

igual que en nuestro dias, el nobilísimo

arte.

Y antes de concluir el siglo xv, los progresos de la imprenta en España fueron tan rápidos y universales, que habia excelentes oficinas tipográficas en muchas ciuda es de Castilla y de Aragon: en Búrgos, Zaragoza, Sevilla, Medina del Campo, Valladolid, Córdoba, Salamanca, Toledo y otras, y en varias poblaciones de órden inferior, que hoy por desgracia no la tienen, al mismo tiempo que se desenvolvia el cultivo de las letras y las ciencias, en virtud del celo y perseverancia de los españoles de aquel tiempo, «de aquellos ilustres españoles (escribia de ellos el sabio Erasmo), que no sólo debian excitar la admiracion, sino servir de modelo á las naciones más ilustradas de Europa.»

Así estaba España en el tiempo en qu comienza la presente Historia.

EL CARDENAL

JIMENEZ DE CISNEROS

CAPÍTULO PRIMERO.

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Muerte del cardenal Mendoza -Nacimiento y estudios de Jimenez de Cisneros.-Viaje á Roma.-La Bula de espectativa.-El arzobispo Carrillo.-Conocimiento y amistad con Mendoza. -Fraile observante.-Confesor de la Reina Católica.

I.

Hallábase la Reina Católica á la cabecera del lecho de muerte del ilustre cardenal de España, Don Pedro Gonzalez de Mendoza, en Guadalajara, en uno de los primeros dias de Enero de 1495; y como la previsora dama le rogase que indicara en aquella hora suprema, la persona que tenía más virtud y merecimientos para sucederle en la Silla primada de Toledo, es tradicion, no interrumpida en el trascurso de cuatro siglos, y aceptada por todos los historiadores, que el moribundo prelado la respondió con firme acento:

-El fraile Francisco Jimenez de Cisneros. Y asegura tambien la misma tradicion, que la Reina Católica, aunque extrañó sobremanera la no esperada respuesta del cardenal Mendoza,

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