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historiadores) á guiar las tropas expedicionarias á la victoria, mostrando al monarca los planos de algunas ciudades africanas, entre ellas Orán, que habian levantado emisarios suyos, bajo la direccion del ingeniero veneciano Vianelo, con el propósito de llevar á cabo la patriótica empresa.

III.

Álzase Orán, la Ouahrân de los árabes, al fondo del golfo de igual nombre, en la costa berberisca, enfrente de la ciudad española de Cartagena; desplégase á los dos lados del arroyo llamado de los Molinos, ó Wad-el-Rabí, al pié de los altos picos de Mergiagio, denominados luego de Santa Cruz; rodeabanla fuertes muros y torreones, por ser el puerto principal de la comarca de Tremecen, y era, además de nido de piratas, ciudad opulenta y verdadero centro del comercio (1) de Africa con los países de Oriente, hasta Turquía.

(1) El mismo académico francés L. Louvet, que no consagra una sola línea á la conquista de Mazalquivir por los españoles, en 1505, dice de Orán que ❝á los españoles se les puede considerar como verdaderos fundadores de la ciudad;" y esto no es cierto:

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Pero ¿qué importaban las dificultades, si trozaba con ellas, al ilustre cardenal Cisneros?

¿Qué importa estés de riscos coronada,

Qué importa que tus piés montañas calcen
Ni que tus muros á los cielos alcen,
Orán, la frente altiva?" (1).

Aceptó Don Fernando las proposiciones del cardenal arzobispo primado, tal vez por motivos muy distintos de los que señalan historiadores demasiado crédulos ó superficiales; ajus tóse entre ambos un tratado (asiento, dice un cronista contemporáneo), en 29 de Diciembre de 1508, que existe original en el archivo de Simancas; preparóse en breves semanas una Armada de noventa buques, entre ellos diez ga leras de regular porte, con unos 15.000 hombres de desembarque, buena artillería, provisiones y víveres para dos meses, y todos los detalles correspondientes á empresa tan atrevida; dióse el mando de la flota al famoso conde de

Orán era ciudad principal de Tremecen, cuando fué conquistada por los españoles, y si éstos erigieron murallas, templos y áun palacios, en tiempo del Alcaide de los Donceles era tambien murada y fuerte.

(1) Cancion de Don Bartolomé de Santo Domingo y Solorzano, maestrescuela de Lerma, en honor de Cisneros. Quintanilla, Archetipo de virtudes, espejo de prelados, etc.

Oliveto, Pedro Navarro (el cual era, por lo visto, el hombre necesario del Rey Católico, no obstante hallarse en Loja el inmortal veterano Gonzalo de Córdoba), á quien acompañaban muchos capitanes esclarecidos en las campañas de Italia; confióse, por último, la direccion suprema de la empresa al cardenal Jimenez de Cisneros, «con todos los poderes que sean menester y convengan (dice textualmente el pacto firmado por el Rey Católico)..... que yo por la presente vos prometo e aseguro por mi fe é palabra Real.....»

En poco estuvo, sin embargo, que no se frustrara en sus comienzos esta magnífica empresa, por las desavenencias que surgieron desde los primeros dias entre el Cardenal arzobispo y el conde Pedro Navarro, el cual, á juzgar por sus hechos, era altivo, envidioso, adulador, y tal vez, como lo indicaron posteriormente los sucesos, espía del Rey Católico cerca del prelado toledano; pero éste, que deseaba ardientemente no cejar en su propósito, desdeñó las contrariedades, hizo callar con su noble conducta á los descontentos, y castigó con mano fucrte á los díscolos que, acaso instigados por el mismo Navarro, ó por sus parciales, cometieron algunos actos de insubordinacion y excesos de mala índole.

La flota, que se hallaba surta en la bahía de Cartagena, desde mediados de Marzo de 1 509, dióse á la vela, con viento próspero, en la mañana del 16 de Mayo, y llegó á anclar en el puerto de Mazalquivir al dia siguiente, efectuándose sin novedad el desembarque de la tropa y los caballos, y poco despues, á instancias del Cardenal, y bajo su inspeccion, el de la artillería, que tan necesaria era en la empresa.

No quiso el activo prelado que se perdiese inútilmente el tiempo: juntó el ejército en las afueras de Mazalquivir, guiándole él mismo, revestido de hábitos pontificales y rodeado de sus familiares, sacerdotes y religiosos, que entonaban devotamente el himno Vexilla Regis; dirigióle una enérgica alocucion (que trascribe textualmente, segun dice, el cronista Alvar Gomez de Castro), diciéndole «que él queria tomar parte en el peligro y en la victoria, por sobrarle aliento para plantar la cruz en medio de las huestes africanas, y que se tendria por dichoso de pelear y morir por la fé, como muchos de sus antecesores en el arzobispado;» y sólo por repetidas instancias de los jefes militares, y sin gularmente de Pedro Navarro, consintió en recirarse á la iglesia de San Miguel Arcángel, en Mazalquivir, mientras durase la pelea.

Era ya muy avanzada la tarde, y el conde

Pedro Navarro vacilaba en dar la señal de acometer á la morisma, la cual, avisándose con hogueras, se habia reunido en las alturas inmediatas á la plaza; mas el Cardenal, como inspirado por intuicion divina, envió á decirle estas palabras, que ha guardado la historia: «Atacad al enemigo inmediatamente, porque estoy seguro de que alcanzareis una gran victoria> (1).

Mostróse entónces el conde Pedro Navarro tan amante de la disciplina y obediencia militar, como capitan entendido y valeroso soldado: ordenó el ataque en poco tiempo con gran precision y calculada prudencia; colocó la artillería en posicion oportuna para las contingencias del combate; dió órden á la flota, anclada frente á la plaza, que batiese los muros y las alturas cercanas; hizo, en fin, la señal de acometer, con gran estruendo de trompetas y tambores, al cual respondió en seguida el estampido de los cañones y los gritos de la morisma, que recibió á los intrépidos españoles con nubes de flechas y piedras, diestramente lanzadas por los honderos berberiscos.

(1) Las palabras, segun el cronista Gomez, fueon estas: «Certa enim mihi spes est te hodie victoriam magnam cum laude reportaturum.»-Véase De Rebus gestis.

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