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sion (1), y que el cronista Lopez de Ayala, contemporáneo, refiere así:

<Estando el rey Don Enrique en Búrgos, esperando compañas y gentes darmas, llegó allí el conde Don Sancho su hermano: que era conde de Alburquerque, y revolvióse una pelea en el barrio del Conde sobre las posadas á sant Estéban, con compañas de Pero Gonzalez de Mendoza; y el conde Don Sancho salió por los despartir armado de todas armas. E un hombre no lo conosciendo, dióle con una lanza por el rostro, y luego á poca hora finó aquel dia.... E esto fué á diez y nueve dias de Marzo deste año (1374).»

Esta fecha aparece equivocada en Lopez de Ayala, y en todos los historiadores que han seguido la crónica de aquél, como Mariana, Garibay, Ortiz y Lafuente: consta, por documento original y auténtico del rey Don Enrique II, que se conserva en el archivo de la catedral burgense, «que Don Sancho nuestro hermano (dice el monarca), que Dios perdone, finó en la muy noble cibdad de Búrgos, domingo diez y nueve dias de Febrero (2) en que es

(1) Véase Isabel la Católica, cap. IV, pág. 74. (2) En nuestro libro Isabel la Católica se insertó, por error material, Enero, en vez de Febrero.

tamos de la era de este privilegio, e feciemos enterrar el cuerpo del en la eglesia catedral de Santa María de la dicha cibdad» (1).

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La infanta Doña Beatriz quedó en cinta, y dió á luz una hija «que dijeron Doña Leonorla cual fué despues mujer del infante Don Fer: nando, que despues fué rey de Aragon, y ella reina, en virtud de la celebérrima sentencia arbitral de Caspe, en la cual tuvo parte muy distinguida San Vicente Ferrer; y habiendo muerto Doña Beatriz en Ledesma, en 5 de Julio de 1381, en cumplimiento de su última voluntad fué enterrado su cadáver en el presbiterio de la capilla mayor de la catedral de Búrgos, al lado del de su esposo el conde de Al– burquerque.

No ciñeron la corona real este Conde ni su esposa, pero fueron bisabuelos del rey Don Fernando II de Aragon y V de Castilla: Doña Leonor casó con Don Fernando I el de Antequera, rey de Aragon, y éstos hubieron en su legítimo matrimonio á Don Juan II el Grande,

que

fué padre de Don Fernando el Católico (2).

(1) Véase Historia del templo catedral de Burgos, por el Dr. D. Manuel Martinez y Sanz; pág. 54.

(2) Algunas dificultades suscitó el cabildo capitular para conceder enterramiento en el presbiterio de la capilla mayor al cadáver de Doña Beatriz; pero

CAPITULO XII.

Regencia de Cisneros.-Primeras dificultades.-Proclamacion de Dor Cárlos I.-Reformas: institucion de milicias permanentes, expediciones á Navarra y al África, la esclavitud en las colonias.

I.

No llegó á dos años el período de la regencia del cardenal Jimenez de Cisneros, desde la muerte del Rey Católico, en el mes de Enero de 1516, hasta la venida del archiduque Cárlos de Gante á España, y el fallecimiento de aquel eminente estadista y venerable prelado, en Noviembre de 1517; y sin embargo, habria necesidad de escribir un libro de muchas páginas para reseñar con alguna amplitud los importantes sucesos que en tan breve acaecieron: los actos de gobierno, las medidas salvadoras que adoptó en bien de la patria el regente de Castilla;

fueron vencidas fácilmente, donando el Rey y los testamentarios de la infanta la suma dǝ 60.000 mara. vedises al cabildo, para que no se defraudase la voluntad de la ilustre testadora. Historia de la catedral de Burgos, pág. 56.

dado que la gobernacion del reino aragonés habia sido encomendada por el Rey Católico al arzobispo de Zaragoza, hijo natural del difunto

monarca.

Verificados apenas los funerales de Don Fernando, y el mismo dia en que Cisneros empuñó con mano firme las riendas del gobierno, halló la primera oposicion á sus actos públicos en quien ménos podia esperarla: en el dean de Lovaina, Adriano de Utrech, que habia llegado á España, como dicho queda, pocos dias ántes del fallecimiento del rey, y que presentó poderes del archiduque Cárlos de Gante para encargarse de la regencia en el momento de fallecer el padre de la desventurada reina Doña Juana la Loca

Poco, sin embargo, tardó el Cardenal en vencer esta primera dificultad, la cual, dominada ya por el prelado, fué resuelta de plano por el mismo archiduque Cárlos, en carta que dirigió desde Bruselas, á 14 de Febrero, «al Reverendísimo en Cristo, Padre, cardenal de Espagna, arzobispo de Toledo, Canciller mayor de Castilla, nuestro muy caro y muy amado amigo señor, encomendándole exclusivamente la gobernacion del reino hasta su llegada á Castilla, y manifestándole que si el rey su abuelo no le hubiera nombrado, él mismo nopidiera ni rogara,

ni escogiera otra persona para la regencia» (1) y disponiendo que el dean de Lovaina fuese considerado únicamente como embajador y delegado especial del futuro monarca.

Al poco tiempo, otra dificultad de más bulto se ofreció al regente, creada por aquel príncipe, empeñóse este jóven, nieto de Don Fernando, mal aconsejado por los ambiciosos flamencos que le rodeaban, presididos por el tristemente célebre Guillermo de Croy ó Croye, señor de Chievres, en ser proclamado inmediatamente rey de España, áun ántes de su venida á estos reinos, no sólo contrariando las antiguas tradiciones castellanas y aragonesas, y despreciando, por lo tanto, los fueros, los usos y las costumbres, sino infringiendo aquella notable y previsora cláusula del testamento de la Reina Católica, que ya hemos copiado anteriormente, segun la cual <el archiduque Felipe debia venir á España á ser proclamado rey, y tomar posesion del trono y del Gobierno. >

Mas la obstinacion del príncipe no admitia dilaciones; ó era preciso resignarse, si se le con

(1) Puede leerse esta carta en las obras de Sandobal, Dormer, Gonzalo de Agora y otros analistas. Tambien está inserta en la Coleccion de documentos inéditos para la Historia de España, tomo I.

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