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trariaba (toda vez que la reina legítima, Doña Juana, continuaba incapacitada en Tordesillas); á ver levantarse de nuevo el fatídico espectro de la guerra civil; y Cisneros, que consideró como más prudente y ménos ocasionado á males, la proclamacion del príncipe, convocó en Madrid una junta de magnates del reino, en Mayo del mismo año 1516, y les anunció con firmeza que Don Carlos sería proclamado sin dilacion en la capital, y que las demás ciudades seguirian el ejemplo que les daba la córte; y así se verificó, el dia 30 de dicho mes de Mayo, á despecho de los ensoberbecidos nobles que anhelaban poder vengarse de las humillaciones que les hacía sufrir el octogenario prelado, fuerte de espíritu y de cuerpo, á pesar de tantas fatigas y tan rudas pruebas (1).

(1) A esta ocasion se refiere la anécdota popular que se supone acaecida en la calle del Sacramento, de esta capital, donde moraba el ilustre prelado, y que todavía existe.-Como los nobles preguntasen á Cis. neros por sus poderes para llevar á cabo aquel acto extraordinario, en vida de la reina Doña Juana, madre del príncipe y verdadera heredera del trono, el prelado, despues de apaciguarles con buenas razones, haciéndoles ver que la incapacidad mental alejaba del trono á aquella señora, y que el verdadero rey de España, no era otro que su hijo primogénito, el archi

Así, normalizada ya la situacion del reino (por más que los aragoneses no quisieran reconocer como rey al archiduque Cárlos, hasta que este príncipe jurase personalmente en las Córtes del reino la guarda y defensa de los fueros y libertades), el regente Cisneros dirigió su actividad, su ilustracion, su celo y sus miradas previsoras y altamente políticas, á dictar y ejercer actos de buen gobierno, en beneficio de su querida patria castellana.

II.

A él se debe, en primer lugar, la institucion de los ejércitos permanentes, para la custodia y defensa del trono y del Estado, con entera independencia de la voluntad y poderío de los grandes señores, no siempre favorables, segun hemos visto, á la tranquilidad y ventura del .

duque Cárlos de Gante les condujo, como por acaso, hasta los balcones de la estancia, y les mostró los soldados y las piezas de artillería que estaban reunidos en la plaza del Cordon, diciéndoles: «Y ahora, sabed que estos son mis poderes."-Esta anécdota debe ser auténtica, puesto que la refiere ya el primer cronista del cardenal, Alvar Gomez de Castro, en su precioso libro De Rebus gestis, etc.

país: creó una milicia pública, cuerpos de tropas reales y nacionales que llegaron á constar hasta de treinta mil soldados; y aunque los nobles se opusieron enérgicamente, y levantaron asonadas y revueltas en varias ciudades, arrastrando en su favor la opinion de los pueblos, á los que hicieron creer que aquellas tropas habian de ser motivo y pretexto de nuevos y gravosos tributos, los prudentes consejos, las razones, la firme energía, la autoridad incontrastable de aque hombre extraordinario se impusieron en el ánímo del rey, en la conciencia del pueblo y en la buena fé de las ciudades rebeladas, y triunfó en absoluto el patriótico proyecto del regente. España tuvo desde entónces el núcleo, la primera base de sus ejércitos nacionales, y aquellos soberbios nobles que, como el duque de Alba y el de Nájera, podian levantar en pocas horas un cuerpo de tropas de cuatro mil peones y dos mil jinetes, llamando á su servicio á sus numerosos vasallos, hallaron enfrente de sus ambiciones desordenadas al ejército del rey y de la nacion, que les imponia el respeto debido á los sagrados intereses de la patria,

Puede decirse que el cardenal Cisneros dió el golpe de gracia á los postreros restos del feudalismo en nuestra patria, donde se habia manEL CARDENAL JIMENEZ DE CISNEROS. 14

tenido vigoroso, no obstante los fueros y privilegios de las ciudades, por causa de la guerra secular contra los moros.

Dos expediciones militares se verificaron durante su regencia, próspera la una, y adversa a las armas de España la otra: la que dirigió eĬ general Villalva contra un ejército francés que entró por los montes de Navarra, con el insano proyecto de restablecer en el trono al rey Juan Albret, y la que partió de Cartagena para Argel y Túnez, ciudades que se habian rendido al fiero corsario Barbaroja; la primera, en la batalla de Roncal, el 25 de Marzo de 1516 (precisamente cuando el cardenal estaba comprometido en las dificultades que le produjera el empeño del archiduque Cárlos en hacerse proclamar rey, y la disidencia manifiesta y conatos de rebelion da los grandes de España), tuvo el éxito más feliz que desearse pudiera, siendo derrotados los franceses hasta más allá del Pirineo; la segunda, «ó por tenacidad ó por mal proceder de los caudillos que la mandaban » (1), sufrió derrota de consideracion por los turcos, y hubo de regresar á las plazas españolas despues de perdida la esperanza de recobrar aquellas plazas africanas

(1) Así lo escribe el Sr. Lafuente, y es muy notable esta frase, por lo que significa.

que habia conquistado, cinco años ántes, el conde Pedro Navarro.

Hoy, cuando tanto se habla por filántropos de intenciones dudosas, ó no bien definidad, de la esclavitud de los negros en América, los pretendidos abolicionistas españoles no tienen una sola palabra de recuerdo y de gratitud para el cardenal Cisneros, que fué el primero en oponerse enérgicamente á la importacion de aquellos séres desdichados, pero indómitos é insolentes, en la recien conquistada América; ni tienen una palabra de censura para los consejeros exóticos dei rey Don Carlos, los flamencos, que aconsejaron al entónces inexperto príncipe, por las pingües ganancias que habia de producirles la esclavitud, que desechase los consejos y las saludables advertencias que le dirigió, con tal motivo, aquel ilustre prelado: por un lado, repugnaba á su noble corazon y cristianas creencias que «una raza de hombres fuese reducida á la esclavitud, por libertar de ella á otra raza blanca;» por otro lado, conocedor del carácter de los negros africanos, que habia estudiado y conocido profundamente en Granada, con ocasion de las revueltas del Albaicin y las Alpujarras, predecia que serian gérmen de grandes disturbios en las colonias americano-españolas, y muy gravosos para la madre patria.

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