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Córtes durante su ausencia hasta su conclusion, con protesta igualmente de que aquel caso «no hiciera ni causara perjuicio alguno á los fueros, libertades y privilegios, usos y costumbres del reino, sino que aquellos y estas quedáran en toda su eficacia, fuerza y valor, sin que pudieran servir de precedentes ni citarse como ejemplo en lo sucesivo. » Prorogó el emperador las Córtes de Monzon para Zaragoza, y alli juró solemnemente en presencia de los cuatro brazos la observancia de los fueros aragoneses (fin de julio), y nombró á don Juan de Lanuza virey y lugarteniente suyo en aquel reino.

Penetrado estaba ya á este tiempo el emperador de que los negocios generales de Europa, en todos los cuales andaban mas o menos directamente mezclados los intereses de sus vastos dominios, le obligarian á salir otra vez de España, y él lo deseaba tambien, convencido de la utilidad de su presencia para asegurar su dominacion en las agitados paises de Italia y Alemania, y al objeto que tanto apetecia de ser coronado Rey de Romanos. Y sin perjuicio de dar desde aqui admirables instrucciones á sus generales de Italia, instrucciones que revelan cuánto habia ido creciendo la capacidad de este príncipe, cuyas facultades intelectuales se habian creido al principio harto limitadas (1), solo esperaba ya el re

(1) Consérvase una larga carta suya escrita en este tiempo á

Antonio de Leiva, instruyéndole en todo lo que allá deberia hacer

sultado de las negociaciones pendientes para la paz general que dejamos apuntadas. Entretanto levantaba en España gente de guerra, y aparejaba la armada que habia de llevar consigo, porque como él decia: «Para poder alcanzar la paz es menester tener las co»sas de la guerra tan á punto y bien aparejadas, que >>nuestros enemigos tengan mas ganas de consentir >> en los medios razonables para haber paz que no lo > han hecho hasta agora (1).>

A fin de poner al rey de Francia en trance y necesidad de hacer mas sacrificios que el rescate de sus hijos, estrechó mas la prision de los príncipes, de cuyo servicio habia separado ya á los criados franceses,

y

escribia al condestable de Castilla que los tenia á su cargo en la fortaleza de Villalpando: «Què aunque mi >> voluntad es que ellos sean muy bien proveidos y ser>> vidos, como es razon, no hay necesidad que se les >> señalen personas con títulos de oficios ni tan prin>>cipales como alli vienen, sino que tengo cargo de » servirlos, asi en la mesa como en la cámara, tres ó >>cuatro personas de recaudo y confianza que haya sin >> ninguna cerimonia, pues con los prisioneros no se >> acostumbra ni es menester (2).» Y en otra le decia: «No debeis dejar entrar á verlos á ninguno de los que

se mientras él disponia su viage, en la cual se ve asi la estension de sus miras, como el cuidado con que sabia atender á los pormenores de cada asunto.

ΤΟΜΟ ΧΙ.

(4) Carta á Antonio de Leiva. (2) Carta de Cárlos V. al Condestable, de Burgos á 2 de Hebrero de MDXXIX.

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» van á ello, aunque sean grandes y otros caballeros; >>po por desconfianza que se tenga de los que van, ni >>que por vuestra parte ha de faltar buen recaudo, sino » que por algunos buenos respectos conviene que no » piensen que se hace de ellos tanta cuenta; y siendo »avisados de esto los que los vienen á ver, dejarlo »han de hacer, y será provechoso, y asi vos ruego y »encargo se haga.»>

Instábanle ya al emperador sus generales de Italia á que apresurase su viage. Especialmente el capitan Fernando de Alarcon le decia con la ruda franqueza de un soldado: «Si V. M. brevemente no viene en » persona, ó no envia grande recado de armada de » mar, gente y dineros, el ejército y el reino se per»derán sin falta ninguna, muy mas presto de lo » que V. M. podria pensar. Y no diga que no le aviso >>y desengaño, que yo con esto cumplo, pues acá no >>se puede mas (1).» Determinó, pues, el emperador su viage á Barcelona, donde habia de embarcarse para Italia. A su paso por Zaragoza dió á los aragoneses una señaladísima muestra del interés que tomaba por la prosperidad de aquel reino, condescendiendo en ejecutar por su cuenta la grande y utilísima obra de la acequia de riego que ya les tenia concedida, y que con el nombre de Canal Imperial de Aragon, que aun conserva, habia de ser grato y perdu

(4) Carta de Alarcon al em- Dormer, Anal. lib. II. c. 50. perador, de 8 de junio, 1520, en

rable monumento de su cesárea munificencia ("). Mas político ya el emperador, y mas conocedor del carácter de los españoles que en su primera estancia en España, supo lisonjear también á los catalanes, no queriendo que le recibiesen como emperador, sino como conde de Barcelona, que entre todos los títulos de los soberanos de España era el que miraban con mas predileccion los habitantes de Cataluña.

Cuando todo estuvo aparejado y pronto, hecha la concordia con el pontífice, y tratada la paz de Cambray, en los términos que dejamos relatado en el capítulo precedente, encomendada durante su ausencia la gobernacion de España á la emperatriz Isabel, par tió Cárlos V. de Barcelona para Italia (28 de julio, 1529), con una armada de treinta y una galeras y treinta naves con ocho mil soldados españoles, con brillante cortejo de caballeros y nobles castellanos, catalanes, valencianos y aragoneses, y con toda la magnificencia y aparato de un conquistador.

(1) Cédulas y cartas imperialos de 30 de noviembre de 1528, 21 de abril y 22 de junio de 1529,

relativas à la construccion de la acequia ó canal de Aragon: Dormer, Anal. lib. II. c. 31.

CAPITULO XV.

CARLOS V. EN ITALIA.

1529.-1530.

Su recibimiento en Génova.-Favorable impresion que su vista produjo en los italianos. Sus proyectos de paz.-Concierto con Venecia.-Solemne y doble coronacion de Carlos V. en Bolonia.-El papa y el emperador.-Tratado de paz general.-Epoca notable en Italia. Florencia no acepta la paz.-Guerra de Florencia.-Sitio: defensa heróica.-Triunfo de los imperiales.-Muda el emperador la forma de gobierno de Florencia.-Pasa Carlos V. á Alemania.

La presencia del emperador en Italia tenia que producir gran sensacion en los ánimos y grandes variaciones y mudanzas en la condicion de los estados italianos. En Génova, donde primero desembarcó (12 de agosto, 1529), los compatricios de Andrés Doria que le acompañaba le recibieron y agasajaron como al protector de la república. Alli acudieron á felicitarle embajadores de todos los príncipes y estados de Italia, á escepcion de Venecia y Florencia. Y como los italianos, cuyo pais tanto habia sufrido con la licencia y ferocidad de las tropas imperiales, se habian figurado hallar en el emperador un hombre áspero, adusto,

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