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minó refugióse despechado en la pampa, atrájose á los indios, hízose su caudillo, y reanudó la guerra. Se vengaría así de Buenos Aires y se abriría camino para realizar sus proyectos en Chile. Tres años de incesante lucha sostuvo el batallador chileno. Vencido en la acción de Punta del Medano por don Albino Gutiérrez, entregáronle cuatro de sus propios oficiales al gobernador de Mendoza. El 4 de Septiembre de 1821 fué pasado por las armas, junto con sus compañeros Alvarez y Monroy. A igual fin estaba destinado, en el mismo dia, otro de los más ardientes partidarios de Carrera, don José María Benavente; mas logró que fuese suspendida, primero, la ejecución, se desistiese luego de realizarla y aún se le devolviese la libertad.

Las últimas fuerzas españolas que se mantenían en terreno chileno, las que á las órdenes de Quintanilla ocupaban el archipiélago de Chiloé, salieron de aquel territorio durante el mando de Freire. Dos numerosas expediciones hubo Freire de organizar para conseguir ese resultado. La primera, de 2,500 hombres y cinco buques de guerra, fracasó completamente en su intento. La segunda, enviada dos años después y compuesta de 3,000 hombres, logró hacer capitular á Quintanilla (26 de Enero de 1826).

III

PARAGUAY. - Don Pedro Somellera. - 14 de Mayo de 1811.- El doctor Francia. - Junta gubernativa. Comisionados de Buenos Aires. Tratado con Paraguay, Congreso paraguayo.

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Obtuvo Paraguay su independencia sin que le fuese preciso derramar una sola gota de sangre.

La labor de Belgrano produjo opimos frutos.

Las nuevas ideas arraigaron de tal modo en gran parte de la oficialidad de Velazco, que cuando éste, después de dejar en Itapua algunas fuerzas al mando de don Fulgencio Yegros, regresó á Asunción, muchos de sus oficiales se convir tieron en propagandistas ardientes de las ideas emancipadoras.

Residía por entonces en Asunción el doctor don Pedro Somellera, bonaerense ilustrado y hombre que gozaba de gran ascendiente entre lo más granado del Paraguay. Con Somellera consultaron los oficiales las doctrinas aprendidas en su contacto con el ejército de Belgrano. Somellera, que mantenía con Belgrano buena amistad, acabó de entusiasmar, convencer y decidir á los oficiales paraguayos de las ventajas que la independencia reportaría al país, y desde aquel momento comenzó á urdirse la conspiración que había á poco de acabar con el dominio de España en aquel territorio americano.

Habían decidido los conspiradores aguardar para dar el golpe al regreso de Yegros; pero hubieron de anticipar la realización de sus planes ante la no infun

dada sospecha de que las autoridades conocían la conjura y se preparaban á desbaratarla.

Por consejo del propio Somellera á quien acudió en demanda de consejo don Juan Pedro Caballero, designado por jefe de los revolucionarios, estalló el movimiento en la noche del 14 de Mayo de 1811. Apoderáronse los conspiradores de los cuarteles, de acuerdo con los jefes de la guarnición, y quedó, con esto solo y sin que hallasen la menor resistencia, la revolución consumada. Velazco no pudo menos de resignarse y declinó el mando en una Junta que, á propuesta de Somellera, formaron don Juan Pedro Caballero, don Fulgencio Yegros y don José Gaspar Rodríguez de Francia, el primero como presidente, en concepto de vocales los otros dos.

Yegros y Caballero fueron bien recibidos por la opinión. Contra Francia se levantó unánime protesta. Tildado de enemigo de la revolución de Buenos Aires, no hubiera tomado posesión de su cargo sin el auxilio poderoso del gran prestigio de Somellera.

El instinto popular rara vez se equivoca. Francia había de ser un tirano. Su primera víctima fué precisamente Somellera, cuya fuerza en la opinión le estorbaba. No quería Somellera que Paraguay se desligase de Buenos Aires, y así consiguió que se resolviese enviar un comisionado à la Junta de Buenos Aires para manifestarle la adhesión de los revolucionarios paraguayos.

No se contentó Francia con impedir la salida del comisionado, sino que hallando á Somellera con otros oficiales, miróle adustamente y, llevándole à la puerta de la habitación en que todos estaban, le dijo:

-Es menester que cada cual sirva á su país: usted no hace falta en el Paraguay, y en cambio puede ser de mucha utilidad en su tierra.

No quiso darse Somellera por entendido, y poco después se vió preso, en compañía del ex gobernador Velazco, muchos de los militares que había en la Asunción favorecedores de la causa de Buenos Aires y los individuos del anterior cabildo.

Aunque violenta, la conducta de Francia merecería hasta aquí, por política, indulgencia. Debía Francia gratitud á Somellera; pero no puede á nadie sorprender que si acariciaba la idea de la independencia completa del Paraguay, el doctor argentino constituía para el triunfo de esa aspiración un serio peligro.

Lo malo es que Francia no quería, según luego demostró, la independencia del país sino en su beneficio personal.

Ya de hecho dictador, convocó en seguida Francia un Congreso de corporaciones, vecinos notables y diputados por las villas y pueblos de la provincia. Hechura de Francia, nombró este Congreso una Junta gubernativa de cinco individuos, á cuya cabeza colocó al dictador. La nueva Junta dirigió á la de Buenos Aires un interesante documento, especie de acta de independencia. Reivindicábase en ella la soberanía popular, abogándose razonadamente por el principio federativo.

« Cuando esta provincia, decíase en él, opuso sus fuerzas á las que vinieron dirigidas de esa ciudad, no tuvo, no podía tener otro objeto que su natural defensa. No es dudable que abolida ó deshecha la representación del poder supremo, recae éste ó queda naturalmente refundido en toda la nación. Cada pueblo se considera entonces, en cierto modo, participante del atributo de la soberanía, y aun los ministros públicos han de menester su consentimiento ó libre conformidad para el ejercicio de sus facultades. De este principio, tan importante como fecundo en útiles consecuencias y que V. E. sin duda lo habrá reconocido, se deduce, ciertamente, que reasumiendo los pueblos sus derechos primitivos, se hallan todos en igual caso, y que igualmente corresponde á todos velar por su propia conservación.»

Y en consonancia con esta primera afirmación, se daba, como comentario al relato de lo en Asunción ocurrido, el siguiente hábil aviso á la centralista Junta de Buenos Aires. De este modo la provincia del Paraguay por sí misma y á esfuerzos de su propia resolución, se ha constituido en libertad y en el pleno goce de sus derechos; pero se engañaría cualquiera que llegase á imaginar que su intención había sido entregarse al arbitrio ajeno, y hacer dependiente su suerte de otra voluntad. En tal caso nada más habría adelantado ni reportado otro fruto de su sacrificio que el cambiar unas cadenas por otras y mudar de amo. »

<< Sabe muy bien (el Paraguay), se añadia luego, que si la libertad puede á veces adquirirse ó conquistarse, una vez perdida no es igualmente fácil volver á recuperarla.»

Se señalaba en este documento, con toda claridad, que lo que se quería era la adopción de un sistema federal puro. La provincia del Paraguay no perjudicaría en lo más mínimo los derechos de nadie. «Los autos mismos manifestarán á V. E., se aseguraba en el documento, que su voluntad decidida es unirse con eзa ciudad y demás confederadas, no sólo para conservar una reciproca amistad, buena armonia, comercio y correspondencia, sino también para formar una sociedad fundada en principios de justicia, de equidad y de igualdad. A este fin, ha nombrado ya su diputado, para que asista al Congreso general de las provincias, suspendiendo, como desde luego queda aquí suspendido, hasta su celebración y suprema decisión, el reconocimiento de las Cortes y Consejo de Regencia de España, y de toda otra cualquiera representación de la autoridad suprema superior de la nación. »

Hiciéronse al mismo tiempo las siguientes declaraciones: Mientras no se formara el Congreso general, la provincia se gobernaria por sí misma con entera independencia de Buenos Aires; se establecería el comercio libre entre ambos países, suprimiéndose el peso de plata que antes se exigía por cada tercio de hierba mate; se extinguiría el estanco del tabaco, quedando de libre comercio, como otros cualesquiera frutos y producciones de la provincia, y las existencias. de aquella hoja se expenderían por cuenta de la misma provincia; cualquier reglamento ó constitución que se aprobase en el Congreso general no obligaría.

á la provincia hasta tanto que se ratificara en Junta plena y general de sus habitantes y moradores.

Firmaban el documento expedido en 20 de Julio de 1811, Fulgencio Yegros, José Gaspar de Francia, Pedro Juan Caballero, Francisco Bogarín y Fernando de la Mora.

La Junta de Buenos Aires hubo, por lo pronto, de allanarse á las decisiones del Paraguay, limitándose á comisionar cerca del Gobierno paraguayo à don Manuel Belgrano y don Vicente Anastasio Echevarria.

Resultado de las negociaciones entre los argentinos y el Gobierno paraguayo, fué un convenio por el que se concedió al Paraguay el desestanco del tabaco, el pago del impuesto del mate en la Asunción, en vez de verificarlo en Buenos Aires, y el de la alcabala en el lugar donde la venta se adeudase; se declaró incluído dentro de los límites del Paraguay el departamento de la Candelaria, situado en la provincia de Corrientes, y, en fin, se reconoció la independencia paraguaya en una cláusula que decía asi: «Por consecuencia de la independencia en que queda esta provincia del Paraguay de la de Buenos Aires, la Excma. Junta no pondrá reparo en el cumplimien

to y ejecución de las demás deliberaciones tomadas por ésta del Paraguay en Junta general, conforme à las declaraciones del presente tratado; y bajo de estos articulos, deseando ambas partes contratantes estrechar más y más los vinculos y empeños que. unen y deben unir ambas provincias en una federación y alianza indisoluble, se obliga cada una por la suya, no sólo á cultivar una sincera, sólida y perpetua amistad, sino también á auxiliar y cooperar mutua y eficazmente con todo género de auxilios, según permitan las circunstancias de cada una; toda vez que los demande. el sagrado fin de aniquilar y destruir cualquier enemigo que intente oponerse á los progresos de nuestra justa causa y común libertad.»

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El Gobierno de Buenos Aires confirmó el tratado, sin reparar sino lo relativo à la cesión del departamento de la Candelaria. Paraguay no insistió de momento. Reivindicó, sin embargo, más tarde, su derecho.

Cuando en Enero de 1813 se reunió en Buenos Aires una Asamblea constitu

yente, requerido el Paraguay á enviar diputados, comenzó por diferir su respuesta hasta que la acordara en la Asunción el Congreso provincial.

Reunido, respondió, sin rebozo, que el supremo Congreso del Paraguay había acordado no enviar diputado alguno á la Asamblea constituyente.

Termina aquí cuanto ligado con nuestra historia conviénenos apuntar respecto del Paraguay.

La paz no dejó alguna vez de verse amenazada por conspiraciones realistas. Las sofocó el dictador Francia, con crueldad, y ninguna alcanzó proporciones de grave conflicto.

El dictador aisló el Paraguay del resto del mundo. Fué un tirano en toda la extensión de la palabra. Puso su mano en todo y llegó al punto de ordenar que cuando saliese á la calle se cerraran puertas y ventanas. Treinta años duró su despótico gobierno.

Don Bartolomé Mitre pinta así, en su Historia de Belgrano, al doctor don José Gaspar Rodríguez de Francia: «Insensible por naturaleza, implacable en sus odios, tenaz hasta en sus manías, era una de aquellas figuras sombrías sobre cuyos labios, pálidos y comprimidos, rara vez se había dibujado una fría y siniestra sonrisa. Como todo hombre solitario en medio de hombres que considera intelectualmente inferiores, tenía una fe ciega en sí mismo, y, henchido de intolerancia y de orgullo, despreciaba tanto á sus paisanos cuanto miraba con repulsión á los extraños. Tal era el hombre que, arrancado por la revolución de su retiro, debía ponerse al frente de ella como el genio sombrío de la dominación absoluta. »

IV

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VENEZUELA.-Conspiración realista de 11 de Julio de 1811.-Insurrección de Valencia. - Situación económica.-Constitución politica. - Triunfo de los federales.-Apodérase Monteverde de Carora. - Terremoto en 20 de Marzo de 1812. Miranda generalísimo. — Magdalena, Vitoria y Pantanero.-Los esclavos. - Muerte de Miranda.-Sublevación en Oriente.-Derrota de Mon. teverde.-Bolivar.-Batalla de Cúcuta. - Valencia.-Caracas.-Boves y Morales.-Bolivar generalísimo y libertador.-Disidencias.-Don Juan Manuel Cajigal.-Fusilamientos en Caracas. -Ricaurte.-Batalla de Carabobo.-Destitución de Bolivar.-Muerte de Boves. - Reconquista de Venezuela.

A la declaración de independencia formulada por el Congreso de Caracas contestaron pronto los realistas con disturbios y sublevaciones.

Tomaron los realistas por pretexto, alguna de las reformas por el Congreso decretadas, afirmándolas contrarias á usos y costumbres del país. En realidad, lo que creaba mayor descontento era la situación económica. Se habían, á la sazón, consumido ya aquellos tres millones que los revolucionarios habían ha

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