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Sin cuidarse de la suerte de Allende, que en vano le pidió auxilio, rehizo cuanto pudo Hidalgo su ejército y se dirigió el 17 de Noviembre hacia Guadalajara, en poder del independiente don José Antonio Torres.

Antes de emprender la marcha, cometió Hidalgo la crueldad de ordenar la muerte de ochenta y cuatro españoles que tenía prisioneros.

Llegó el 26 á Guadalajara, al frente de trescientos infantes y 7,000 jinetes. Torres disponía de 20,000 hombres. Recibióse á Hidalgo en Guadalajara con toda

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solemnidad. Cantóse en la catedral un Te Deum, y luego de oido, recibió el generalísimo en el palacio y bajo dosel á las autoridades y corporaciones.

Aquí se mostró Hidalgo buen organizador y no mal político. ¡Lástima que manchara la revolución con nuevas crueldades!

Abolió la esclavitud; suprimió el papel sellado; creó un periódico defensor de la independencia y que tituló Despertador Americano; organizó un gobierno con

dos secretarios, uno de Gracia y Justicia y otro de Estado y del despacho; reorganizó la Audiencia y envió un comisionado á solicitar el apoyo de los Estados Unidos.

No descuidó con estos cuidados los que aconsejaba el estado de la guerra, y, de acuerdo con Allende, que acudió á Guadalajara, organizó un formidable ejército de 100,000 hombres. Reunió para este ejército hasta cien cañones, é hizo construir armas en abundancia. La mitad de los cañones fueron llevados, á través de los barrancos de Mochitiltica, desde el puente de San Blas que había caido en poder del caudillo Mercado.

Porque la revolución seguía cundiendo y se levantaban por todas partes nuevos adalides de la independencia.

¡Lástima, repetimos, que al lado de condiciones que hacían indiscutiblemente de Hidalgo un buen jefe, mostrase tan á menudo un carácter cruel como pocos! Creyó descubrir una conspiración y mandó degollar, hasta el 12 de Diciembre, ochenta personas en el Cerro de las Beatas; del 12 al 31, trescientas más en las barracas de Guadalajara.

CAPÍTULO XVIII

(1811)

I

División militar. - Refuerzos à Massena. — Organización de las fuerzas francesas en Andalucia. - Soult å Extremadura. - Wellington trata de cortar la comunicación entre Soult y Massena. - Muerte del Marqués de la Romana. - Rendición de Olivenza. - Acción de Villanueva de los Castillejos. - Ballesteros en el condado de Niebla. — Sitio y rendición de Badajoz.- Expedición contra los franceses en Andalucia. - Expedición fracasada al condado de Niebla. Retirada de Massena. — Pretensiones de Wellington rechazadas. — Beresford arroja á los franceses de Campomayor y Olivenza. — Batalla de Fuentes de Oñoro. - Sitio de Badajoz. - Batalla de Albuera. Nuevo sitio de Badajoz. - Espoz y Mina ataca á las fuerzas de Massena en en la Sierra de Albarrán. - Organización de nuestras fuerzas en Asturias y Galicia. — Batalla de Cogorderos. Los montañeses de Liebana.

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No podíamos menos de acudir allí donde los franceses nos presentaban la batalla y nuestras tropas se habían repartido por toda la Península con el mayor desconcierto, pudiendo decirse que su división en cuatro cuerpos era completamente ilusoria. La nueva Regencia dividió á España en siete distritos militares, puso á la cabeza de cada uno de ellos un jefe, y á sus órdenes mandó que se pusiesen las divisiones, cuerpos sueltos y partidas sueltas de los respectivos territorios. En esta división se comprendía aún las provincias ocupadas por los franceses: Portugal, Andalucia y Extremadura, Cataluña y los límites de Aragón y Valencia. A los siete cuerpos se los denominó: 1,° de Cataluña, 2.o de Aragón y Valencia, 3.o de Murcia, 4.o de la isla de León y Cádiz, 5.o de Extremadura y Castilla, 6.o de Galicia y Asturias, 7.o de las provincias Vascongadas, Navarra y Castilla la Vieja. Esta división militar resultó tan ilusoria como la primera: partidas sueltas las hubo siempre, y las necesidades de la guerra obligaron á nuestras tropas à un incesante movimiento, como podrán apreciar nuestros lectores.

No bastaron á sacar á Massena de la comprometida situación en que se encontraba en Portugal, ni los refuerzos que Napoleón le envió con los generales Drouot, Claparéde y Gardanne, ni los 3,000 hombres con que acudió en su auxilio el general Foy; Napoleón, que sentía viva impaciencia por derrotar á Wellington, que se mantenía firme en sus posiciones de Torres-Vedras, ordenó al mariscal

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Soult (Duque de Dalmacia) que abandonase Andalucía y se pusiese en contacto con Massena, con el fin de que juntos derrotasen al ejército inglés, su objeto predilecto. La orden fué recibida por Soult con frialdad y aún con más frialdad ejecutada: miraba á Andalucía como patrimonio suyo y en ella ejercía pleno dominio. Le repugnaba, por otra parte, acudir en auxilio de Massena, cuyas tropas, hambrientas y desmoralizadas del todo, no podían servirle de nada: él había de hacerlo todo con sus soldados de refresco, y la gloria sería luego para Massena, dados sus grandes prestigios. Soult encargó del mando de Córdoba al general Oudinot, atrincheró del lado de Triana la ciudad de Sevilla, cuyo mando confió al general Daricau, envió refuerzos, al mando del coronel Remond, al condado de Niebla y, bajo el mando del general Digeon, aportó una columna en Ecija, con el fin de asegurar las comunicaciones. Partió, á principios de Enero, en compañía del general Mortier con dirección á Extremadura. El ejército expedicionario se componía de 19,000 in

El general Oudinot.

El general Drouot.

fantes, 4,000 caballos, 54 piezas, un tren de sitio y un convoy con provisiones de boca y guerra. Si á Massena le hubiese llegado tan valioso refuerzo, otra habria sido la suerte de las armas francesas en Portugal; pero Soult, alegando que le parecia imprudente dejar á sus espaldas en poder de los españoles plazas de la importancia de Olivenza y Badajoz, pidió, y obtuvo de su gobierno, permiso para atacarlas. Soult no se proponía otra cosa que no llegar en auxilio de Massena, á la vez que buscaba laureles con que coronar su frente.

En tanto, Wellington, que también necesitaba de refuerzos y los esperaba de Inglaterra, se disponia à cortar la comunicación entre Soult y Massena. Dispuso al efecto de las tropas inglesas y de las

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españolas que se le habían unido y las mandaban don Martin de la Carrera, don Carlos O'Donnell y don Carlos de España. Iba á ponerse al frente de estas fuerzas, como general en jefe, el Marqués de la Romana, cuando le sorprendió la muerte á consecuencia de la rotura de un aneurisma, en el cuartel general de Cartasco, el 23 de Enero. Su muerte fué muy sentida, á pesar de los muchos errores que había cometido: había prestado también muchos servicios á la Patria. Le substituyó en el mando el general don José Viures, para acompañar la expedición á Extremadura, región que estaba á cargo de don Gabriel Mendizabal.

Campeaba ya Soult por la región extremeña, obligando á Mendizábal á replegarse á la derecha del Guadiana, persiguiendo á la división de Ballesteros, á la que produjo grandes destrozos, y avanzando sobre Olivenza, plaza antes portuguesa, entonces española desde el tratado de Badajoz de 1801. Olivenza tenía escasa guarnición y no contaba con municiones ni artilleria gruesa; para embarazar más su defensa envió alli Mendizábal 3,000 hombres. No pudo resistir al empuje de los franceses á pesar de los buenos propósitos de su gobernador Herk, que con haber ofrecido, el día 21 de Enero, sostener la plaza hasta el último momento, hubo de rendirse el 22, á los once dias de haberla acometido los franceses, dejando prisionera la guarnición y los 3,000 hombres que en mala hora le envió Mendizábal.

Las fuerzas de Ballesteros, que no pudieron evitar el avance de los franceses hacia Olivenza, se propusieron y consiguieron distraer y castigar al enemigo. Ballesteros fué nombrado por la Regencia comandante general del condado de Niebla y su división agregada al 4.o cuerpo de ejército. Derrotó á Gazán y Remond en Villanueva de los Castillejos, ocasionándoles considerables pérdidas. Se retiró á Sanlúcar de Guadiana, repasó el río, y, viendo que el enemigo encaminaba sus pasos hacia Badajoz, atacó á Fregenal el 16 de Febrero, cayó sobre el condado, hizo huir á Remond más allá del Rio Tinto, de donde también le arrojó el 2 de Marzo, y habría llegado hasta Sevilla á no detenerle las malas noticias que recibió del desastre de nuestras armas en Badajoz.

Soult se había dirigido desde Olivenza á Badajoz y sitiado la plaza, defendida por 7,000 hombres y gobernada por el mariscal de campo don Rafael Menacho. A pesar del nutrido fuego de cañón del enemigo hicieron los sitiados una vigorosa salida el 30 de Enero. El 1.o de Febrero pedían los franceses la rendición de la plaza y Menacho la rechazaba. Mendizábal, que ya disponía de los refuerzos venidos de Portugal, entró en Badajoz con su infanteria, gracias á una hábil maniobra de don Martín de la Carrera; una nueva salida de los sitiados nos costó muy cara, y Mendizábal abandonó á Badajoz, y se acantonó en la opuesta margen del Guadiana, apoyándose en el fuerte de San Cristóbal. Desoyendo á Wellington y confiando en la crecida del Guadiana y del Gévora, se creyó en posición inexpugnable y no tomó contra el enemigo precaución alguna. Soult, atacó primero el fuerte de Pardaleras y, habiendo descendido las aguas del Guadiana y del Gévora, los atravesaron las fuerzas enemigas, cayendo sobre las de Mendizá

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