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rió heroicamente teniente Perojo cargando al frente guerrilla de Cádiz; el 20, en las Vueltas, después de vencer las grandes dificultades que ofrecía el terreno; el 21 en Cuatro Caminos y las fuertes posiciones de Ciego Najaza; el 22 en las líneas de Managuaco y Potrero Peralejos, persiguiéndolos hasta más allá de la Crimea. El enemigo tuvo 181 bajas, entre ellas 87 muertos que dejó en el campo; entre los muertos el titulado coronel Alvaro Rodríguez, comandante Angel Recio y otros oficiales, dejando en nuestro poder 34 caballos, bastantes armas de todas clases y efectos de guerra. Por nuestra parte un oficial y siete de tropa muertos, y tres oficiales y 73 de tropa heridos.»

El resultado de las operaciones en el mes de Febrero, se traduce en los siguien. tes datos, tomados de los partes (ficiales: Insurrectos muertos, 424; heridos, 116; prisioneros y presentados, 510. Del ejército: muertos, 45; heridos, 390.

En todo el mes de Marzo, hubo: insurrectos muertos, 490; heridos, 156; presentados y prisioneros, 677. Del ejército: muertos, 68; heridos, 444.

Las operaciones más importantes durante ese mes, se registraron en Sierra Chaparra, donde Luque hizo á los cubanos 48 muertos y 150 heridos; en Jiguaní, donde Bernal tomó y destrozó un campamento; en Lomas de Pinar, donde Hernández de Velasco recogió hasta 75 cadáveres de enemigos, y, en fin, en el camino de Bayamo á Manzanillo, en Bazán y en otros puntos.

En los días 14 y 21 de Marzo llegaron å la Península noticias de Filipinas, que acusaban el comienzo de otra insurrección. La primera autoridad del Archipiélago pareció no conceder gran importancia á los nuevos chispazos de rebeldía. La tuvieron, sin embargo, y grande, porque demostraron, en realidad, lo efímero del pacto de Biac-na-bató. Aquéllo no era una nueva revolución, sino la continuación de la que se había supuesto sofocada.

El 26 de Febrero disolvióse las Cortes y se convocó las nuevas para el 25 de Abril, fecha ésta última que luego se varió, señalando para la reunión de nuevas Cortes el día 20. El 27 de Marzo y el 10 de Abril se verificó, respectivamente, las elecciones de diputados y senadores.

Alcanzó, como de costumbre, gran mayoría el Gobierno, apelando, es claro, también como de costumbre, á todo género de malas artes.

A instigaciones de nuestros gobernantes debió obedecer el Mensaje que, por conducto de nuestro ministro en Washington dirigió, el 2 de Abril, el Gobierno colonial de Cuba á Mac-Kinley:

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«El gobierno colonial de Cuba desea que, por conducto de V. E., se manifieste al presidente de los Estados Unidos que si hay cubanos levantados en armas, los hay también en inmenso número que aceptan la autonomía, estando resueltos á trabajar con empeño bajo esa forma de gobierno para restablecer la paz y prosperidad del país. Los insurrectos forman una minoría, mientras que los autoncmistas representan la mayoría del pueblo cubano, decidido á salvar los intereses superiores de la civilización por los medios de la libertad y de la justicia.

El pueblo cubano es un pueblo americano y tiene por lo mismo perfecto de

recho á gobernarse según sus deseos y aspiraciones, y de ninguna manera sería justo que se le impusiera por voluntad ajena un régimen político que estima contrario á su felicidad y bienestar. Sería sustituir la libertad con la opresión. El pueblo cubano es ya un pueblo libre; quiere legítimamente seguir sus destinos, y sería una iniquidad disponer de su suerte sin su consentimiento. La historia y los sentimientos del pueblo de los Estados Unidos no permiten que un pueblo americano sea sacrificado y sometido à una forma de gobierno que considera pernicio sa para sus intereses permanentes y para la causa de la paz y del orden en un país de razas distintas, de escasa población y de educación política incompleta. El gobierno autonómico de Cuba espera que el presidente de los Estados Uni dos, fiel á las nobles tradiciones de la gran República norteamericana, guardará á los derechos del pueblo cubano la consideración y el respeto debidos en justicia, oponiéndose á que la violencia prevalezca; y espera también que contribuirá con su acción poderosa á que se restablezca la paz en Cuba bajo la soberanía de la madre patria y con el gobierno autonómico, igual para todos, y que podrá mejorarse para que á todos inspire completa confianza.

El gobierno autonómico de esta Isla, que es un gobierno cubano, protesta enérgicamente contra las falsedades de una parte de la prensa americana, publicadas con maligno propósito de encender las pasiones, haciendo creer que en Cuba domina la injusticia y la fuerza brutal y que la autonomía ha fracasado, cuando todavía no está constituído el Parlamento colonial y falta la experiencia para saber si el nuevo régimen tendrá ó no buen éxito.

No hay buena fe en esas versiones. Como dijo el inolvidable Washington: la mejor política es la honradez. Próximo á reunirse el Parlamento cubano, lo que el espíritu americano y los principios de derecho requieren es el respeto à la voluntad de la mayoría de este pueblo. -JOSÉ MARÍA GÁLVFZ »

Mientras esto se escribía, la subcomisión nombrada por la Comisión de relacicnes del senado norteamericano para que dictaminase sobre la explosión del Mai ne, en vista de los documentos de la Junta de marinos, proponía á la Comisión que se reconociese la independencia de Cuba, que retirase España de la isla sus fuerzas terrestres y marítimas, y que el presidente diese en seguida órdenes para hacer cumplir la demanda, empleando para ello todo el ejército de mar y tierra de los Estados Unidos si España se negaba á la reclamación. Base de tales peti. ciones era la afirmación de que España era responsable de negligencia, cuando menos, al permitir que fuese volado el Maine y que la explosión fué preparada por agentes oficiales de España.

En aquellos primeros días de Abril volvió å hablarse de la mediación del Papa en el conflicto entre España y los Estados Unidos, mediación, sin otro fin que el de la suspensión de hostilidades en Cuba. Como preguntara el Papa á nuestro Gobierno cómo recibiría España aquella mediación, si los Estados Unidos le requerían para ponerla en práctica, por poco estalla una crisis sobre los términos de la respuesta. Los ministros de Guerra y de Fomento se oponían á la idea del ar

misticio. Después de largo debate se contestó á León XIII en un telegrama de pura cortesía, en que se limitaba el Gobierno á aceptar y agradecer las buenas disposiciones del Pontífice.

Todo quedó por el momento en el cambio de estos dos telegramas:

Del Papa á Mac-Kinley:

Como jefe de la religión de fraternidad, solicitaré de España conceda un armisticio.

En nombre de la humanidad, os ruego que esperando el resultado de esta gestión, tengáis á bien suspender toda decisión extrema. »

De Mac Kinley al Papa:

En todo caso, por respeto à vuestra Santidad, esperaremos deseando el éxito de vuestras gestiones. »

Realmente, la mediación de León XIII pareció á los más de los ministros una impertinencia. Ya conocemos los comentarios de Sagasta á la primera intimación de un arbitraje confiado al Papa. Por su parte, el ministro de la Guerra, general Correa, estaba muy lejos de creer un peligro para España el rompimiento con los Estados Unidos.

Ante buen golpe de periodistas habló así ese ministro en aquellos días:

< Refiriéndome directamente al conflicto de los Estados Unidos, hoy las impre siones no son desesperadas, porque se sabe que Mr. Mac Kinley, en el Mensaje que envía al Congreso, no habla de la independencia de Cuba ni de otros extre. mos que se habían anunciado.

La única razón que puede explicar este cambio de actitud, es la actitud enérgica del Gobierno de España. Si cuando sufrimos la primera humillación no hubié semos bajado la cabeza, no nos encontraríamos hoy como nos encontramos.

No soy de los que alardean de seguridades en el éxito, caso de romperse las hostilidades; pero soy de los que creen que, de dos males, éste es el mejor; el peor sería el conflicto que surgiría en España si nuestro honor y nuestros dere. chos fuesen atropellados.

La opinión no debe alarmarse porque los Estados Unidos, si la guerra estalla, nos eche á pique algún barco. Esto puede ser consecuencia natural de la guerra. Lo que se debe evitar á todo trance es que nos cojan un barco y se dé motivo para que el telégrafo anuncie que se ha izado la bandera americana en uno de nuestros acorazados.

Antes volarle.

¡Ojalá que no tuviésemos un solo barco!

Esta sería mi mayor satisfacción.

Entonces podríamos decirles á los Estados Unidos desde Cuba y desde la Península:

-¡Aquí estamos! ¡ Vengan ustedes cuando quieran!

No veo la situación tan extremada como mi compañero el Sr. Moret.

Sin embargo, si el conflicto llega, y no seguramente porque haya fracasado la

intervención del Papa, aquí estamos dispuestos á no perder ni un átomo de nuestro territorio. Ahora los Estados Unidos dirán. >

A estas declaraciones puso El Imparcial el siguiente comentario:

<< Este lenguaje robusto, varonil y digno, propio de los militares españoles, produjo en todas partes saludable impresión, porque encontraba en todos los pechos un eco simpático.

Así hemos sentido y hablado siempre.

Así es la Patria.>

Por supuesto, de estos optimismos participaba, según hemos hecho ya notar en repetidas ocasiones, gran masa de la opinión. Momento llegó en que puede afir marse que la guerra fué deseada. Lo fué aquí y en la gran República americana. Las muchedumbres son en todas partes fácilmente impresionables.

Para el fomento de nuestra Marina abrióse una suscripción nacional, que encabezó la Reina con un millón de pesetas.

El Gobierno autonomista de Cuba ratificó, en 15 de Abril, al de la Nación la oferta de su concurso para la defensa de los derechos de España.

Mucho antes de este día hubo, sin embargo, y á pesar de todos sus ardores bélicos, de rectificar el Gobierno español la conducta hasta entonces seguida.

El día 7 y el 9, respectivamente, llevaron a cabo los representantes en Washington y en Madrid de Italia, Rusia, Alemania, Inglaterra, Francia y Austria-Hungría, un acto solemnísimo de intervención en las relaciones entre españoles y americanos.

Un telegrama de Washington describió así lo allí ocurrido, similar en un todo de lo realizado aquí:

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Washigton, 7, 3 t.- Un acto de inmensa trascendencia han realizado esta mañana á las diez los embajadores y ministros plenipotenciarios de Italia, Rusia, Alemania, Inglaterra, Francia y Austria-Hungría.

Esta mañana se presentaron en Casa Blanca el Barón de Hengel Muller, ministro plenipotenciario de Austria-Hungría; M. Cambon, embajador de Francia; sir Julián Pauncefote, embajador de Inglaterra; el doctor Von Holleben, embajador de Alemania; el Conde de Vinci, encargado de negocios de Italia, y el caballero Jorge de Vollaut, encargado de Negocios de Rusia (1).

Recibidos con la solemnidad de rúbrica, el embajador de Inglaterra, hablando en representación de todos, dijo:

Sr. Presidente: Comisionados por las grandes potencias de Europa, á las cuales representamos, acercámonos á V. E. en misión de amistad y de paz en el presente crítico momento de las relaciones entre los Estados Unidos y España, y le trasmitimos los sentimientos expresados en nota colectiva que tengo la honra. de poner en vuestras manos. »

(1) En Madrid visitaron, el 9, al señor Gullón, los embajadores Dabsky, de Austria; Radowitz, de Alemania; Patenôtre, de Francia; Benzis, de Italia; Schevitch, de Rusia, y Barclay, de Ing!aterra. Llevó aqui la voz de todos el representante de Austria.

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MANIFESTACIÓN DE LOS ESTUDIANTES DE BARCELONA, INCITANDO A LA GUERRA CONTRA LOS ESTADOS UNIDOS (Abril de 1898).

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