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INFORME

RELATIVO Á LOS PORMENORES

DE

DESCUBRIMIENTO DEL NUEVO MUNDO

PRESENTADO Á LA

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

POR EL CAPITÁN DE NAVÍO

CESAREO FERNÁNDEZ DURO

ACADÉMICO NUMERARIO.

MADRID.

IMPRENTA Y FUNDICIÓN DE MANUEL TELLO,

IMPRESOR DE CÁMARA DE S. M.

Isabel la Católica, 23.

1883.

I.

Si al escribir D. Fernando Colón la vida del almirante, su padre, <«<porque la verdad de los hechos empezaba en su tiempo á oscurecerse,>> hubiera pensado en la dificultad que los sucesivos ofrecerían para esclarecerla, no ideara el plan de su obra con la estrechez que ingénuamente revela al decir:

«No quiero escribirlo todo particularmente, pues aunque narrar el viaje y navegación, el demostrar las impresiones y efectos correspondientes, sería muy útil, no me parece que tantas particularidades sean del gusto de los lectores, á los cuales serviría de molestia alargar esta historia con discursos impertinentes, por lo cual diré sólo lo que tuviere por necesario.>>

Sin duda influyó su espíritu la concisión de las crónicas que por entonces servían de norma á los historiadores, no dejándole sospechar cuánto había de ser sensible la limitación de noticias tales en época en que el progreso de los conocimientos Ꭹ la aplicación de la crítica filosófica no dan ya satisfacción cumplida al afán de investigar.

Una cuestión que estuvo lejos del discurso de D. Fernando; que no ha ocurrido á tantos lectores de su libro, y que el libro no resuelve, se presenta ahora, entre las que señalan el desarrollo y la profundidad de los estudios históricos del Nuevo Mundo. Trátase de saber si Cristóbal Colón desembarcó en Tierra firme del continente americano.

Formulada la pregunta por el Sr. D. Marco Aurelio Soto, presidente de la República de Honduras, con el propósito de honrar la memoria del primer almirante de las Indias, poniendo su nombre ilustre á un nuev departamento en la costa de Trujillo, allí donde la tradición refiere que se celebró solemnemente la primera misa, él mismo la contesta, contendiendo en erudita correspondencia con el historiógrafo de la América Central D. José Milla y Vidaurre, mantenedor del desembarco del Descubridor, si no en punta de Caxinas ó puerto de Trujillo, en otro lu

gar del litoral de Nicaragua, pasado el Cabo de Gracias á Dios y el río Yare ó Segovia.

El Dr. Soto opone á las afirmaciones de Lamartine y de Squier, con el texto de otros escritores modernos, como Washington Irving y Roselly de Lorgues, el más autorizado de los primitivos cronistas de Indias y el de las cartas y relaciones de los que acompañaron al Almirante en el descubrimiento, papeles recogidos y comentados por D. Martín Fernández de Navarrete, que constituyen la más pura fuente de investigación. Examinándolos con prolijidad y crítica ilustrada, no encuentra uno solo en que conste expresa, ni tácitamente siquiera, que el eximio marino pisara la tierra que estimaba asiática, y por resultado de tan ingrata labor exclama:

y

<<¡Destinos raros los del gran Colón! Busca por la vía de Occidente las Indias Orientales, y tropieza con la virgen América, tendida entre los dos Oceanos; encuentra un mundo nuevo destinado á ser templo de la libertad universal, asiento de las nuevas ideas y de las nuevas formas sociales y políticas que batalla por darse la humanidad. Cree haber tocado en Cuba, tierra firme adherida al Asia, «el fin de Oriente,» y resulta ser la reina de las islas, la grande Antilla. Contempla las costas del verdadero continente, con que su constancia, su fé, su ciencia y su heroismo habían completado el mundo, y cree que son islas las que tiene delante de sus ojos. Descubre lo que nadie había soñado que existiera, lo que nadie tendrá la gloria de volver á descubrir, un mundo nuevo, el complemento del globo, y no pone sus piés en ese continente, no santifica la nueva tierra con la huella de sus plantas. Presiente su genio prodigioso que debía de haber un estrecho que sirviera de paso á las regiones Orientales, y hasta hoy, en la parte central de la América, donde el gran Almirante del Oceano lo buscaba, el siglo XIX, el gran siglo del progreso y de la ilustración, corrigiendo á la naturaleza, se ocupa en abrirlo, y lo abrirá sin duda en Panamá ó Nicaragua. Sueña con riquezas y vive en la más estrecha pobreza, mientras que los que se adueñan de su mundo sacian con cantidades fabulosas de oro su atroz codicia. Personifica en toda su alteza la ciencia y las virtudes del mundo antiguo, corona la empresa más grandiosa de la Historia, porque el descubrimiento de América ha hecho la unidad material del género humano, así como la civilización y la libertad harán un día su unidad moral, y la gloria, la gloria por tantos títulos merecida, no le acompaña en sus últimos momentos, amargados por la ingratitud de los grandes y por la estupidez del vulgo. Tal es la suerte de los grandes hombres;

la posteridad los glorifica hasta la apoteosis, pero el presente se ensaña contra ellos, los desconoce, los abate, los ultraja, los calumnia, los martiriza Ꭹ hasta los mata!»>

Se ha publicado la discusión en opúsculo que lleva por título la pregunta dicha: ¿Desembarcó Colón en Tierra firme del Continente americano? pregunta cuya contestación no es fácil sin agregar á los datos registrados por el Dr. Soto los que suministren algunas otras autoridades reconocidas, cuyas obras no tuvo, sin duda, á la mano; Oviedo, Las Casas y Pedro Mártir de Angleria, y los que ofrezcan los documentos inéditos conservados en el Archivo de Indias.

Guárdanse en este depósito las piezas del pleito ó proceso seguido entre D. Diego Colón y su hijo D. Luis, y el Fiscal del Rey, desde el año de 1508, y más que ningún escrito de la época ofrecen fundamento sólido á la averiguación del desembarco, pues aunque en el litigio la acción de las partes atente á la justicia en las probanzas de una y otra, declararon pilotos, marineros y criados del Almirante, tratando de dar notoriedad á la primera tierra del continente nuevo á que arribaron. Navarrete publicó extracto de estas probanzas 2, formándolo con los de la Colección del cronista D. Juan Bautista Muñoz, y los más extensos enviados por el archivero D. José de la Higuera y Lara en 1827 y 1828, pero los últimos no son tan exactos ni completos como requiere el estudio de la cuestión. Acudiendo á los originales traidos á Madrid á petición de esta Real Academia, de ellos y de los libros antes citados se deduce, á mi juicio, lo que voy á exponer.

Llegando Colón en su tercer viaje á la punta más oriental y meridional de la isla de Trinidad de Barlovento, el 1.° de Agosto de 1498, descubrió la tierra que nombró de Gracia, suponiendo que era isla también. Navegó al septentrión hacia una sierra muy alta; observó que el agua de la mar se tornaba dulce cuanto más avanzaba; surgió en un lugar que los naturales llamaban Paria; siguió hacia el Poniente viendo campos más hermosos y poblados de gente, que en nombre de su Rey le rogaba descendiera á tierra; mas no curó de ello, y andando muy deprisa, tanto porque no se perdieran los bastimentos destinados á la isla Española, como por atender á la dolencia de los ojos, que del desvelo se le rompie

4 Tegucigalpa, tipografía nacional 1882, en 8.o mayor, 34 págs. Lo ha reproducido El Eco del Norte, periódico quincenal de Trujillo, con articulo del general D. Eduardo Viada, titulado Colón y La Punta de Caxinas, en esclarecimiento de las cuestiones geográficas y á favor del desembarco del Almirante.

2 Colección de Viajes y Descubrimientos, t. III, págs. 538 á 615.

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