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ron de sangre con agudos dolores, levó el ancla, siguió la costa á favor de la corriente é hizo rumbo á Santo Domingo, enviando de allí á los Reyes noticia del descubrimiento y pintura ó mapa de esta tierra, en que consideraba estuvo el paraiso.

Con referencia al Diario, y al plano tal vez, escribe el P. Las Casas acerca del viaje 1:

<<Hace mención el Almirante de muchas puntas de tierra é islas, e nombres que les había puesto, pero no parece cuándo, y en esto y en otras cosas que hay en sus itinerarios, parece ser natural de otra lengua.....

>>Andaría el Almirante la costa abajo 2 desde que salió de la boca del Drago, en dos días, treinta ó cuarenta leguas, puesto que no lo dice 3, porque-como él se queja que no escribía todo lo que debía escribir-no podía, por andar por aquí tan malo.....

>>Vino ya en conocimiento que tierra tan grande no era isla, sino tierra firme, y como hablando con los Reyes dice así: «Yo estoy creido >>que esta es tierra firme, grandísima, de que hasta hoy no se ha sabi>>do, y la razón me ayuda grandemente por esto deste tan gran río y >>mar, que es dulce..... y si esta es tierra firme, es cosa de admiración, »y será entre todos los sabios, pues tan gran río sale que haga una mar >>dulce de cuarenta y ocho leguas.>>

En otro pasaje confirma el mal estado de la salud escribiendo 4: «Aquí andaba el Almirante muy malo de los ojos, de no dormir; se le cubrieron de sangre, y así eran por la mar sus trabajos incomparables. Por esta causa estuvo esta noche en la cama.....>>

D. Fernando Colón lo expresa al referir el viaje desde Pária á la Española, en parecidos términos 5, excusando que no pudiera dar puntual cuenta del descubrimiento, «porque del contínuo velar tenía los ojos vueltos sangre y se veía precisado á notar la mayor parte de sus cosas por relación de los que andaban con él..... Así llegó á Santo Domingo con la vista casi perdida de las vigilias.>>

1 Historia de las Indias. Colección de documentos inéditos para la Historia de España, tomo LXII, cap. 137.

2 Idem, cap. 139.

3 Si tal, en la carta á los reyes escribe: «Después que yo salí de la Boca del Dragón, fallé que corría tanto la mar al Poniente, que después de hora de misa que entré en camino, anduve fasta hora de completas sesenta y cinco leguas de cuatro millas cada una, y el viento no era demasiado, salvo muy suave.»

4 Idem, cap. 438.

5 Idem, cap. 72.

De todos modos es notable, en la relación enviada á los Reyes después del restablecimiento, la omisión que no corrigen estos dos historiadores del acto de posesión de esta tierra firme, que consta por las probanzas del pleito, con la particularidad de haber declarado el Maestre Hernán Pérez: «vió cómo después que saltó en tierra este testigo y le trajo nueva de la tierra que era, el Almirante con hasta 50 hombres saltó en la dicha tierra de Pária, e tomó una espada en la mano e una bandera, diciendo que en nombre de SS. AA. tomaba la posesión de la dicha provincia 1.»

Otros testigos rectificaron la noticia.

Andrés del Corral dijo que «el Almirante, al tiempo que halló la dicha provincia, mandó salir en tierra á un Pedro de Terreros, su capitán, y este testigo con otros salieron con él........... e allí en nombre del Rey y de la Reina nuestros señores tomamos la posesión de la dicha provincia, la que tomó el dicho Pedro de Terreros por mandato del dicho Almirante, porque él no saltó entonces en tierra porque estaba malo de los ojos 2.....

<<Fernando Pacheco declaró que el Almirante mandó que saltasen en tierra, y este testigo fué uno de los que tomaron la posesión..... e pusieron una gran cruz hincada en tierra 3...........»

Juan Quintero, Martín González y Benito Sánchez, conformes en la declaración, expusieron «que entraron por la punta de Galea, e que de los primeros hombres que en tierra saltaron fueron ellos á tomar posepor el dicho Almirante e poner cruces en nombre del Rey 1.»

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Se deduce con toda seguridad, de estos datos auténticos, que la primera tierra del Continente vista por Colón fué la que forma las bocas del Orinoco, y que en su costa se detuvo diez días sin pisarla, á causa de la oftalmía que le aquejaba.

El cuarto y último viaje del Almirante, tenía por objeto exclusivo el reconocimiento y posesión de la Tierra-firme, debiendo hacerse relación por escribano de las producciones, y fundar pueblo con la gente de la Armada, según instrucción y mandato de los Reyes. Cuatro navíos, el

Leg. 2, Pieza 1.-Navarrete, t. III, pág. 582.

2 Idem id.

3 Idem id.

4 D. Juan Bautista Muñoz en la Historia del Nuevo Mundo, pág. 292, colije la fecha del suceso de este modo: «El 10 de Agosto paró la Armada por ser domingo, cuyo descanso solía el Almirante observar religiosamente áun en la navegación. Este día es natural que se celebrase el acto de posesión del Nuevo Continente por la Corona de España, que consta haber tomado entonces Pedro de Terreros, porque el general persistió siempre en su nao, indispuesto de una fuerte fluxión de ojos.»

mayor de 70 toneladas y el menor de 50, componían la expedición que salió de Cádiz el 11 de Mayo de 1502 1, y habiendo tocado en la isla Española y visto los jardines en la de Cuba, navegó al Sudoeste hasta recalar sobre la Guanaja, siendo muy penosa la travesía por la contrariedad de vientos y mares. El mismo Almirante consignó que iba la gente enferma y angustiada por falta de reposo en tantos días, y que él adoleció también por el desvelo y trabajo, creyéndose á la muerte; así desde una camarilla que mandó hacer sobre cubierta, mandaba la vía.

Desde la Guanaja se avistaba una tierra muy alta que sirvió de guía, atrayendo las naves á la Punta de Caxinas ó puerto de Trujillo, donde se celebró el sacrificio de la misa el domingo 14 de Julio, bajando á tierra el adelantado D. Bartolomé Colón con los capitanes, las banderas y mucha gente 2. El miércoles 17 surgieron los navíos en un río por el que entraron las barcas conduciendo al mismo Adelantado y acompañamiento para la toma de posesión, que se verificó en presencia de los indios 3, no asistiendo el Almirante por hallarse á la sazón mal dispuesto 1.

Del río de la Posesión continuó el descubrimiento hacia Oriente con lentitud por ser los vientos contrarios y tempestuosos. Nunca se apartaban los naos de la costa, fondeando por la noche.

El 12 de Setiembre doblaron el cabo nombrado Gracias a Dios! 5 surgiendo en la provincia de Cariay con propósito de remediar los navíos y dar aliento á la gente. Bajó á tierra el Adelantado siendo bien recibido de los indios, y con las noticias que dieron, requiriendo puertos y bahías, rescatando objetos de valor y haciendo observaciones prosiguió la exploración por Puerto bello, Bastimentos y el Retrete, escalas chadas en el adobo de las naves.

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Sabiendo que más adelante no había joyas que rescatar, determinó el general retroceder en busca de Veragua, y por no haber agua suficiente en el río de este nombre, entró con las naves en el inmediato de Belem, desde el cual ordenó al Adelantado que reconociera el interior de

1 Según la Relación de Diego de Porras y la Historia de D. Fernando. El P. Las Casas pone la salida el 9 de Mayo.

2 D. Fernando, cap. 90.-Las Casas, cap. 24.

3

Los mismos y Relación de Diego de Porras.

4 En las referidas Probanzas declaró el Adelantado D. Bartolomé «que en nombre

de SS. AA., con trompetas y bandera tendida tomó la posesión, porque el Almirante esta

ba á la sazón mal dispuesto para lo hacer.»>

5 Hay también variedad en esta fecha.

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la tierra, y pareciéndole el sitio á propósito dispuso asímismo que en la orilla del río, cerca de la boca, empezara la gente á construir casas de madera, conato de la primera villa en Tierra- firme, que fracasó por mala disposición de los indios en admitirla. Hubo que reembarcar por consiguiente los materiales y abandonar el mayor de los navíos; otro quedó por inútil en Portobello, adonde volvió el Almirante, y corriendo la costa con los dos restantes, hasta el punto que nombró Marmol, en la parte más estrecha del istmo, se apartó de la tierra firme para no verla más, á 1.o de Mayo de 1503, navegando hacia el Norte.

En ninguna de las relaciones, cartas é historias que esta mención resume con fidelidad, se dice que el Almirante bajase á tierra: lo mismo que en los actos de la primera misa y toma de posesión, en las expediciones que se internaron al reconocimiento de los pueblos y de las minas; en las entrevistas con los caciques, en la prisión de Quivio, el principal entre ellos, figura siempre el Adelantado; pero tampoco consta en los documentos que el Almirante no saliera de á bordo, como se inclina á creer el Dr. Soto, y sin prueba negativa no cabe asegurarlo, antes lo probable, lo natural, si no lo seguro, es que el Descubridor no contó entre sus penas la de dejar de hollar el continente por él inventado. De los mismos papeles parece implícitamente desprenderse.

Escribió á los Reyes desde Jamaica, que cuando navegaba de la Española para Tierra-firme, cayó muy enfermo llegando fartas veces à la muerte 2. Por ello no bajó á oir misa en Trujillo ni tomó personalmente la posesión en Río Tinto 3; mas al llegar á Gracias a Dios, cesando las contrariedades y las molestias del viaje, debió desaparecer también la enfermedad, siendo acaso tan gran beneficio el que dictó el nombre significativo del Cabo. Tratando de él se dilata el ánimo del Almirante en la carta referida, dando por pasadas las mortificaciones que va refiriendo hasta concluir con la frase digna de atención, Yo que como dije, había llegado muchas veces à la muerte, alli-en Cariay-supe de las minas de oro que buscaba.

Ofrécele tan bella arribada el colmo de la ventura; remedia las naves, da reposo á la gente, recibe agasajos de los naturales, examina especies de animales nuevos y olvida por de pronto su habitual laconismo por referir el auto de una montería. Prolongando hasta el término de veintitres días la tranquilidad de la huelga, raro fuera que no ayudara á la

Navarrete, loc. cit., t. I, pág. 306.

2 Idem, t. I, pág. 298.

3 Idem, t. III, pág. 584.

convalecencia gozando de la sombra de los árboles, de la fragancia de las flores, del canto de las aves, de las sensaciones que más gratas son al marino por no disfrutarlas de ordinario.

Alli vide, continúa la carta, una sepultura en el monte, grande como una casa, labrada, y el cuerpo descubierto y mirando en ella.

Piensa el Dr. Soto que estando las naves próximas á la playa, desde su bordo pudo ver el Almirante un mausoleo tan grande, y continúa de esta manera sus reflexiones:

«Si hubiera alguna vez desembarcado, no es de creerse que los historiadores dejaran de consignarlo como un hecho digno de nota. En Cariay se dice que desembarcó el Adelantado. Si hubiera hecho lo propio el Almirante ¿por qué habían de callarlo los cronistas? Si tal hubiera sucedido, el mismo Colón lo habría dicho. Creo que el Almirante no abandonaba su puesto á bordo por desconfianzas, porque temía siempre alguna mala partida de los que le acompañaban, y porque su mala salud casi no le permitía moverse. Además, el inmortal genovés, preocupado como estaba de encontrar el paso del estrecho, recorría la costa con ese exclusivo fin, dejando para explorar más tarde las tierras que descubría en su ruta á lo largo de la costa..... El Almirante estaba muy enfermo padeciendo de la gota y con una de sus antiguas heridas abiertas..... A veces da como vistos por él, objetos que deben haberle descrito á su modo, los de la tripulación, así dice que un ballestero había herido una animalía que se parece á gato paul, salvo que es mucho más grande y el rostro de hombre. Nadie puede haber visto tal animal, porque no existe ninguno con rostro de hombre.>>

Las palabras de D. Fernando Colón con que de propósito principié este escrito, enseñan de qué modo entendían los Cronistas de aquel tiempo lo que era de interés para la posteridad. Anotaron las visitas de los pueblos y minas y las exploraciones encomendadas á D. Bartolomé, limitándose á consignar que el Almirante las ordenaba; que este saliera á tierra por esparcimiento no había para qué decir y no es extraordinario que él no lo escribiera á los Reyes, habiendo olvidado noticiarles que se había tomado posesión de la tierra. Lo contrario es lo que ni los Cronistas hubieran callado existiendo causa de impedimento, ni él hubiera omitido en el capítulo que redactó de las tribulaciones, ingratitudes y desengaños.

Tampoco hubiera escapado á la penetración del Fiscal que podía uti

4 Navarrete, loc. cit., t. I, pág. 307.

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