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El exceso de celo ha perjudicado siempre más que aprovechado. Ateniéndose el Fiscal á las cuestiones de derecho, sin tocar en la del descubrimiento, que pasaba por cosa ya juzgada, hubiera servido mejor los intereses de la justicia primero, del Estado después, y no diera motivo que razonablemente escribiera el P. Fr. Bartolomé de las Casas, á más de las frases antes copiadas, que procedía con falsedad é inepcia 2, ni á que para los señores del Consejo se hiciera el apuntamiento que también extractó 3:

á

<«<Quiere probar el Fiscal que cuando fué el Almirante á descubrir, el primer viaje, Martín Alonso Pinzón tenía ya noticia de las Indias por cierta escritura que hobo en Roma, e quería irlas á descubrir, e que como vino el Almirante á facer el armada al puerto de Palos, de donde Pinzón era natural, le ayudó este con sus navíos e parientes, consejo e industria, de forma que si no por él no hiciera armada el Almirante ni hobiera quien quisiera ir con él á descubrir lo que-en efecto-él prueba con algunos testigos, no embargante que en contrario de esto el Almirante con muchos testigos prueba que todos en aquel tiempo hacían burla de su empresa, e la tenían por imposible, e que los Reyes Católicos no la querían aceptar.

>>Iten, quiere probar el Fiscal que Pinzón fué causa que el Almirante no se volviese del camino sin hallar tierra, pero esto no lo prueba con testigos de vista, y puesto que haya algunos de oida, no deponen de manera que sobre este paso hagan probanza, antes de los mesmos testigos del Fiscal se colige y verifica que el Almirante daba gracias á Pinzón porque era de parecer que prosiguiesen el viaje hasta hallar tierra, e que esforzaba e ponía corazón así á él como á los otros, para ir adelante.

»Quiere asímesmo probar el Fiscal que yendo Pinzón y sus hermanos por capitanes de sendos navíos debajo del Almirante en dicho viaje, fué vista primero la tierra desde el navío de Pinzón, y que después que llegaron á ella, aquella noche por tormenta viró―el almirante-y Pinzón fué á la Española e la descubrió muchos días antes que el Almirante á ella llegase, y aún, que no viniera á ella si no le enviara á llamar con cartas e canoas, lo que prueba con algunos testigos de oida é con uno ó dos de vista; pero el Almirante en contrario de esto prueba con más nú

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mero de testigos, así de oida como de vista, que él descubrió á la Española e á San Juan e á Jamaica e Cuba, con otras muchas islas.

>>Quiere asímesmo el Fiscal probar que el Almirante en la tierra firme no descubrió nada ecepto la boca del Drago y después la provincia de Veragua, e que todo lo demás fué descubierto por otras personas que lo descubrieron por su buena industria e saber, y en contrario de esto prueba el Almirante que todo lo que otros han descubierto en tierra firme es en una mesma tierra e costa, e confina e conjunta con Pária, e que él, antes que ninguno hobiese ido á la tierra firme, descubrió á la dicha Pária, e que por razón de abrir él la puerta en descubrir, e en el principio, todos los otros siguieron por allí á su imitación e por su industria, lo cual en lo tocante al descubrir el Almirante á Pária antes que otro cristiano hobiese ido á la dicha tierra firme, así se verifica e comprueba por muchos testigos, por parte del Fiscal presentados.

>>Prueba asímesmo el Fiscal que los que fueron á descubrir á tierra firme iban por su buena industria y saber, en contrario de lo cual el Almirante presentó muchos testigos que dicen que creen e tienen por cierto, que todo lo que está descubierto es por industria del dicho Almirante e que si él no hiciera el principio en descubrir las islas en el primer viaje, e después á Pária, que todas las dichas tierras se estuvieran hasta agora por descubrir, e que saben que todos los descubridores, ó algunos de los que fueron en su compañía, habían navegado con el dicho Almirante e aprendido de él.>>

No se comprende cómo desconocía el Licenciado Villalobos, Fiscal del Rey, que áun siendo de todo punto ciertos los hechos asentados en sus pedimientos; que logrando hacer de ellos probanza perfectísima, todavía la gloria del descubrimiento de las Indias pertenecía sin disputa á Cristóbal Colón, caudillo de la armada que lo había realizado, como en el caso de fracasar la empresa le hubiera correspondido la responsabilidad, no disminuida con excusa alguna en el proceder de los que navegaban á sus órdenes; pero ello es que el criterio seguido en la prolongada duración del litigio ha favorecido al fin los fueros de la verdad, auxiliando eficazmente á la Historia con pormenores de los nuevos argonautas que pasaran ignorados sin su interrogatorio suspicaz.

Las declaraciones de los testigos de vista rectifican noticias y apreciaciones de los escritores coetáneos en otros conceptos de importancia que haré notar en el examen crítico de los papeles, á que estoy obligado; mas antes me parece oportuna la referencia del estudio especial hecho recientemente por el autor de la Biblioteca Americana Vetustissi

ma, de una obra de aquellos escritores á que acudí en un principio, lamentando la concisión del plan que presidió á su redacción, y á que repetidamente he de acudir en la investigación presente. Aludo á La Historia del almirante Don Christóbal Colón, que compuso en castellano Don Fernando Colón, su hijo, y traduxo en toscano Alfonso de Ulloa. Poco conforme el Sr. Harrisse con el juicio de su ilustre compatriota Washington Irving, que estimó el libro como piedra angular de la historia de las Indias occidentales, sin tomar en cuenta el del señor D. M. F. de Navarrete, de que «escribió más con el afecto de hijo que con la imparcialidad de historiador, é hizo un panegírico cuando trataba de coordinar una historia ';» y tratando con harta dureza á Alfonso de Ulloa, se propuso «deshacer el error que venía siendo general de admitir como obra de D. Fernando Colón aquella historia, que se publicó en Venecia en 1571;» y en concepto de la Sociedad de Bibliófilos españoles, que se apresuró en dar á la estampa el trabajo del crítico, traducido en lengua castellana para que, saliendo á luz á la par que el original, mostrara que la actividad no es patrimonio exclusivo de los anglo-americanos, consiguió con gran fuerza de dialéctica el objeto que se proponía, mereciendo que el Ensayo fuera comprendido en la colección de publicaciones de la Sociedad 2.

Menos entusiasta el autor que los hospitalarios Bibliófilos sevillanos, manifestó alguna duda en párrafo así concebido 3:

<«<Nuestra imparcialidad nos obliga á declarar que esa larga lista de autores no basta para constituir prueba plena. No es más que una especie de corolario, que no pondríamos en cuenta si hubiéramos podido examinar la Historia general de las Indias Ꭹ la Apología-por Apologética, escritas por Fr. Bartolomé de las Casas de 1527 á 1559, cuyos manuscritos son tan raros como inabordables.>>

Los manuscritos vinieron al dominio público por iniciativa de los Sres. Marqués de la Fuensanta del Valle y Sancho Rayón, comprendiéndolos en la Colección de documentos inéditos para la Historia de España, y rectificando las fechas en que el Obispo de Chiapa empezó y acabó la Historia de las Indias, pusieron esta advertencia preliminar:

1 Colec. de viajes y descubrim. T. III, pág. 609.

2 Sociedad de Bibliófilos Andaluces. D. Fernando Colón, historiador de su padre. Ensayo crítico por el autor de la Biblioteca Americana Vetustissima. Año de 1874. Sevilla, Imp. de D. Rafael Tarascó. En 4.o, 220 págs. Tirada de 300 ejemplares.

3 Idem, pág. 46.

4 Tomo 62 y siguientes, año 1875.

«En la primera parte del MS. original que se custodia en la Biblioteca de la Academia de la Historia se lee, en una de las tres hojas blancas que tiene de guardas, Compulsé par Henry Harrisse le 13-no se entiende el mes; parece decir aout,-1869, y no comprendemos cómo en la pág. 46 del libro de que venimos ocupándonos, dice, con mucha formalidad, al parecer, no había podido examinar la Historia general de las Indias y la Apología, escritas por Fr. Bartolomé de las Casas de 1527 á 1559, cuyos manuscritos son tan raros como inabordables.»>

Expresó con la misma extrañeza el Sr. D. Antonio María Fabié, la impresión que le producían las apreciaciones del autor citado de la Biblioteca Americana Vetustissima, en la Vida y escritos de Fr. Bartolomé de las Casas1, refutándolas con sólidos fundamentos; no obstante, el justo crédito que goza el Sr. Harrisse en la república de las letras, propagó la idea de ser la Historia de D. Fernando Colón obra apócrifa fraguada por el pretendido traductor Alfonso de Ulloa, y por tanto, indigna de fé y estimación, formulándose en tal concepto uno de los temas que habían de discutirse en el Congreso geográfico de Venecia, en 1881. Allí lo combatió D. Martín Ferreiro, Secretario general de la Sociedad geográfica de Madrid, en Memoria que tradujo y autorizó con su opinión el historiador César Cantú, y que reprodujo el Boletín de la dicha Sociedad geográfica 2, con cita de documentos pertenecientes á la Biblioteca de esta Academia en que la obra de D. Fernando Colón se menciona 3.

Simultáneamente se trató del asunto en el Congreso de Americanis tas de Madrid, repitiendo de viva voz el referido Sr. Fabié lo que tenía escrito en su Vida de Fr. Bartolomé de las Casas, y añadiendo el señor Jiménez de la Espada que en la Biblioteca particular de S. M. el Rey había tenido el gusto de mostrar al Sr. Harrise, tenaz en su opinión de no haber existido original de la vida de D. Cristóbal Colón por su hijo D. Fernando, uno de los capítulos que copia literalmente las Casas 4. Otros hay en que expresamente dice, y esto diez y nueve años antes de

1 Madrid, 1879. T. I, págs. 360 á 372.

2 Madrid, 1884. T. XI, pág. 353.

3 Arbol genealógico de Lança Colón, abuelo de D. Cristóbal. Colec. de papeles de Salazar, E. 70, y

Memorial del pleito sobre la sucesión en posesión del Estado y Mayorazgo de Veragua, Marquesado de Jamaica, Almirantazgo de las Indias, que fundó D. Cristóbal Colón, primero descubridor, Almirante, Virey y Gobernador general dellas. La misma Colección.

4 Actas del Congreso internacional de Americanistas de Madrid, 1882. T. I, páginas 113 á 116.

1

la traducción de Ulloa: «Todo lo en este capítulo contenido es á la letra, con algunas palabras añadidas mías, de D. Fernando Colón, hijo del mismo egregio varón D. Cristóbal Colón 1.»

No en vano, desde Argote de Molina á Muñoz y Navarrete, se ha considerado siempre en España el manuscrito de D. Fernando desgraciadamente extraviado, como uno de los más interesantes para los tiempos de que voy tratando.

Volviendo, con esta advertencia, á nuestro pleito, es de ver, ante todo, qué fundamento podría tener la afirmación del Fiscal, de ser conocida de Martín Alonso Pinzón la existencia de tierras en el Occidente, y de abrigar propósitos de reconocerlas antes que Cristóbal Colón propusiera á los Reyes Católicos la expedición en su busca.

Dejó el Almirante de las Indias escrito en sus papeles privados, que entre las razones que formaron el convencimiento de la empresa que acariciaba, entró por mucho la noticia que le había comunicado Pedro de Velasco, natural de Palos, descubridor de la isla de Flores, en el grupo de las Terceras, de haberse encontrado cerca de tierra en sus navegaciones hacia Poniente, noticia que le confirmaron un marinero tuerto en el Puerto de Santa María, y un piloto en Murcia, asegurando habían corrido con temporal desde Irlanda hasta una costa en que tomaron agua y leña. D. Fernando Colón y el P. las Casas trasladaron estos indicios, agregando que un Martín Vicente, piloto del rey de Portugal; Pedro Correa, concuñado del Almirante; Antonio de Leme, casado en la isla de la Madera; Vicente Díaz, vecino de Tavira, y algún otro, fortalecieron los indicios afirmando haber visto, ya cañas de Indias, flotando en la mar, ya maderas extrañamente labradas, ya troncos de árboles desconocidos, balsas, cadáveres de hombres de distinta raza que la europea y hasta la tierra suspirada 2.

Gonzalo Fernández de Oviedo recogió de los marineros tradiciones semejantes, aplicadas á los mismos nombres ó á otros que sucesivos escritores oyeron igualmente, atribuyendo la fortuita corrida occidental á Alonso Sánchez, de Huelva; al piloto vizcaino Andalouza, y á un portugués que murió en la isla de Madera en casa de Colón, confiándole la azarosa vista del nuevo continente 3.

1 Historia de las Indias, lib. I, cap. 5.o Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. 62, pág. 57.

2 «Todo esto dice Cristóbal Colón en sus libros de Memorias.» Las Casas, lib. I, capítulo 13.

3 Véanse Garibay, Crónica general; Henao, Antigüedades de Cantabria, t. I, cap. 4.o;

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