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se perdió fué el hasta entonces universal y reconocido prestigio y reputación de los viejos tercios españoles.

El duque de Alburquerque continuó desempeñando su cargo de capitán general de la caballería, tomando parte muy activa en la referida campaña defensiva.

Primeramente, habiéndose detenido Melo dos días con la corte en la villa de Guinblou, «el duque de Alburquerque se alojó con la gente en Walsen hasta ver en qué paraba la marcha del enemigo 1.» Resuelto después aquel capitan general á dirigir sus fuerzas contra las del príncipe de Orange, «dió orden al duque de Alburquerque, general de la caballería, de marchar por el camino más cómodo para los cuarteles y alojamientos de la gente, y su persona marchó por el camino derecho de Bruselas..... Entre tanto el duque de Alburquerque, habiendo venido marchando con el ejército de S. M. por los contornos de Lovaina da..... se fué á alojar en Loqueren 2. »

y Bilbon

Pasó luego á ocupar y guarnecer con su caballería y alguna infantería los puntos de Moorbeque y Wabeque, y aumentando cada vez más el ejército holandés, determinó Melo «hacer al enemigo una diversión,» á cuyo efecto llamó á consejo de guerra, entre otros generales, al duque de Alburquerque para sacar el ejército de Flandes.

ría

Cuando Melo quedó con el grueso del ejército de Namur, la infantey caballería se mantuvieron alojadas en los casares vecinos á cargo de nuestro Duque.

Quedó éste más adelante encargado de todo el ejército con asistencia. de D. Alvaro de Melo, hermano del capitán general, «dándole orden á dicho Duque de marchar hacia la frontera» é intentar deshacer el cuerpo de ejército del mariscal Manecamp. En su consecuencia marchó Alburquerque «con todo el cuerpo de exército hacia Landrey, y de allí donde estava con su exército francés el dicho marechal Manecamp resuelto de investirle y de pelear con él 3.»

Con esta operación, hábilmente ejecutada por nuestro personaje, consiguió Melo el objeto que se había propuesto, que era sacar al de Anguien del país de Luxemburgo, y «escribió orden al duque de Alburquerque que se retirase y volviese al cuartel de donde había salido.»

Cardenal

Y del Rey hubierau llegado tarde. De Gayan y Junio 14 de 1643.-Siruela. »—(Archivo del Marqués de Alcañices.-Sección histórica.)

4

Relación de Vincart.

2 Ibid.

3 lbid.

Por último, le mandó «con cuarenta compañías de caballos y tres regimientos de infantería y cinco piezas de artillería convoyar y remitir la gente en las villas de Burmonde, Geldres, Venloo y Estevenment, el cual volvió por la campiña, marchando por Fourhante, y dejando allí algo refrescar su caballería hasta meterse en las guarniciones 1.»

Concluida la campaña de 1643, y acuarteladas las tropas en los alojamientos de invierno, recibió orden el duque de Alburquerque de pasar á la corte de España para representar á S. M. el estado de aquellas provincias. Pero antes de su viaje le ocurrió en Bruselas otro lance caballeresco, tan característico de aquellos tiempos como del ánimo esforzado y antifrancés de nuestro personaje. Me refiero al desafío de éste con Carlos de Lorena, duque de Elboeuf, cuñado del Rey de Francia, por estar casado con hermana suya natural. El motivo fué que la célebre duquesa Mad. de Chevreuse, residente á la sazón en Bruselas, yendo un día en su carroza se encontró con la de la mujer de D. Pedro Girón, y sobre quién había de ceder el paso hubo competencia entre los dos cocheros. Adelantóse el de la Girón, logrando que el otro se arrimase á un lado. <«<Fué esto en ocasión que pasaba por allí cerca su pariente el de Elboeuf, el cual, como caballero galante, tomó su demanda y esperó al día siguiente junto á las puertas de las casas de la Girón para hacerla un desaire. Ella, que lo supo, se valió del favor del de Alburquerque, el cual fué allá acompañado de sus criados é hizo cortar la cara á un escudero de la Chreveuse, resultando algunos heridos más de una y otra parte. Los duques se desafiaron y salieron al campo, pero el que esta noticia escribió, no dice quién fué el vencido 2.» No debió serlo el de Alburquerque, porque á los pocos días emprendió su viaje á Madrid, saliendo de Bruselas el 2 de Diciembre «acompañándole toda la corte en coches hasta la salida 3,» testimonio inequívoco de las generales simpatías y vivo afecto que logró inspirar en aquel país.

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Llegó á España por la posta en catorce días y consagróse por algún tiempo al arreglo de su hacienda, que no poco lo había menester. Trató después de hacer valer sus servicios, y pretendió el importante cargo de virrey de Nueva España, pero ni su edad, ni su experiencia política, habían llegado todavía á la madurez necesaria para tan delicado Ꭹ difícil puesto; así es que el Rey dilató para más adelante el conferirle esta alta

4 Vincart.

2 Mem. hist. esp., tomo XVI, pág. 44.

3 Mem. hist. esp., tomo XVII, pág. 426.

magistratura; y para hacer ver que esta y no otra razón de desagrado le movía en su negativa, le honró con el ejercicio de gentil-hombre de su cámara, y le llevó consigo en su viaje á Aragón, emprendido con ánimo de fomentar la guerra que ardía en Cataluña.

En esta sazón, llegando á noticia de S. M. la enfermedad de la Reina Isabel de Borbón, «despachó por la posta al señor duque de Alburquerque» con buenas nuevas de la guerra para la Reina, y para enterarse del estado de su salud; mas si por de pronto aquéllas la consolaron, no fueron parte á salvarla de la muerte, que poco después la arrebató de este mundo, siendo nuestro Duque uno de los grandes que velaron su cadáver 2.

En 12 de Enero de 1645 casó el duque de Alburquerque con la señora Doña Juana Francisca de Armendáriz, segunda marquesa de Cadreita, dama de la difunta Reina Doña Isabel, y después camarera mayor de las Reinas Doña María Luisa y Doña Mariana de Neoburgo, esposas de Carlos II.

Al poco tiempo de verificado su enlace le volvemos á encontrar de general de la caballería en el ejército de Cataluña. De este cargo, que desempeñó algunos años, pasó á ejercer el de general de las galeras de España, con las cuales se halló en el sitio de Barcelona y se opuso á la armada de Francia con tanta pericia y denonado esfuerzo, que llevó á cabo uno de los hechos más gloriosos de aquella larga y sangrienta campaña. Consistió éste..... pero oigamos cómo lo refiere con voz más autorizada y competente el mismo Rey D. Felipe IV:

«El Rey.-Duque de Alburquerque, primo, gentil-hombre de mi cámara, capitán general de mis galeras de España: Por una carta de 24 de Noviembre escrita sobre Tarragona, he visto referís que habiendo tenido noticia venían con socorro á Tortosa algunas embarcaciones y que se hallaban en el paraje de Cambriles, os encaminastes en su busca con seis galeras, cinco de España y una de Cerdeña, que descubrieron cuatro navíos de enemigos al amanecer, y luego comenzaron á salir con viento fresco á la mar, y vos navegastes en su seguimiento acañoneándolos; y reconociendo quanto convenía desalojarlos de donde se hallaban, y destruirlos, pues con eso se aseguraba el ocupar á Tortosa, distes orden á las galeras fuesen siempre peleando, á que distes principio con vuestra

4 Avisos de Pellicer de 3 de Mayo de 4644.-Semanario erudito de Valladares.Tomo 33.

2 Avisos de Pellicer. Ocurrió su fallecimiento el 6 de Octubre de 1644.

capitana, que sola por abordo embistió Ꭹ rindió un navío de trescientas toneladas y diez y seis piezas de artillería, que enviastes con una galera á los Alfaques; y á este exemplo cumpliendo las demás galeras con sus obligaciones, embistieron á otro navio del mismo porte, y peleando algún tiempo, le tomastes como también el tercero, obrando con las mismas circunstancias de valor que en los demás, y habiendo entrado calma á las diez del día, quedando el quarto, que era de quinientas toneladas y treinta piezas, después de haber peleado mucho con él, enviastes á decir á su cabo que se rindiese como los demás, porque no se le daría quartel, á que respondió Monsiur de Legni, mariscal de batalla y comandante destos navíos, pidiendo muchas condiciones, y vos sólo le concedistes las que contiene la memoria que me remitís; con que á las cuatro de la tarde se habían ya tomado los cuatro baxeles y hecho prisioneros quinientos infantes que en ellos venían, en que se hallaron también víveres en mucha cantidad, quatro piezas de campaña y dos morteros; y ponderáis lo mal paradas que quedaron las galeras y el particular valor con que pelearon los capitanes y soldados y vuestros camaradas y suplicáis. se les haga merced. Y he querido deciros que esta facción ha correspondido á lo que esperé de vos quando os elegí para este cargo; pues si bien en otras ocasiones habéis dado muestras de vuestro valor (propio y heredado con vuestra sangre), en esta habéis obrado como valeroso general y con todo el acuerdo que pudo producir largas experiencias de las cosas de la mar para conseguir la victoria que tuvistes, exponiéndoos con tan pocas galeras á pelear y rendir estos navíos, cuyas fuerzas son tan desiguales á las de las galeras como ventajosas, y más cuando sabiáis venían reforzadas de infantería, con que entrastes en conocido riesgo de la vida, consiguiendo en quitar tan considerable socorro al exército del enemigo su retirada (como subcedió); y asegurarse rendir la plaza de Tortosa (que es de tanta consecuencia), porque os doy muy particulares gracias, quedando enterado del gran amor y singular fineza con que me servís, que tendré siempre en memoria para honraros y haceros merced, como lo merecen vuestros señalados y particulares servicios y este tan singular, y en parte de remuneración os he hecho ahora la que entenderéis de otro aviso.

>>En lo que toca á premiar á las personas particulares que se señalaron, avisaréis los que fueron, y si los muertos eran casados y qué hijos dejaron, para que mande hacerles las mercedes proporcionadas á cada sujeto; y vos estaréis advertido que en el proponer ventajas sobre cualquier sueldo habéis de seguir la orden que hay en las galeras para en

casos semejantes, haciendo (en la cantidad y forma de repartir), lo que se os permite como su capitán general. De Madrid á 5 de Diciembre de 1650.

1 >>Duque, este servicio que me havéis hecho me a sido muy agradable y de gran reputación para mis armas gobernadas por vuestra mano, de que quedo con particular memoria para honraros y favoreceros como merecéis.-Yo el Rey.-Por mandado del Rey nuestro Señor.-Don Luis de Oyanguren 2.»>

Cuatro días antes, y con ocasión de la misma gloriosa victoria, le había dirigido el primer ministro D. Luis Méndez de Haro, la siguiente laudatoria epístola:

<«<Primo y señor mío: Llegó D. Juan Vicentelo con el aviso del buen suceso que Dios había sido servido de dar á V. E. contra los baxeles del enemigo, y dexo á la consideración de V. E. el gusto que yo recibiría con esta nueva. Despachela al punto con una carta mía á Colmenar, donde S. M. se hallaba en una batida de lobos. V. E., Señor mío, ha hecho á S. M. un gran servicio y S. M. le ha estimado en este grado, y demás de las consequencias que se han seguido demás de haber impedido á los enemigos este socorro, entiendo que la reputación que se sigue á las armas de S. M. con una acción tan resuelta como la que V. E. ha executado, importa más que todo lo demás, con ser tanto; y yo puedo asegurar á V. E. que demás de los intereses del servicio de S. M., á que estoy obligado en primer lugar, me ha alegrado muy particularmente este suceso por la gloria que resulta á V. E. dél, circunstancia tan grande para mí en las obligaciones que reconozco al servicio de V. E.

Después acá he recibido el segundo correo que V. E. me despachó con la noticia de haber comenzado á capitular el enemigo, consecuencia que siempre juzgamos que se seguiría al buen suceso que Dios había sido servido de dar á V. E. antecedentemente; y de aquí á mañana á mediodía parece que probablemente se puede esperar que llegue el aviso del señor marqués de Mortara de haberse rendido..... Madrid 1.° de Diciembre de 1650 3. Señor mío, haber tomado con seis galeras quatro navíos, no tengo noticia de que se haya visto otra vez. Alégrome con V. E. de todo corazón de un suceso tan feliz y de tanta reputación, y es cierto que merezco á V. E. muy enteramente toda la merced que me hace.—Su

4 Todo lo que sigue está escrito de puño y letra del Rey hasta su firma.

2 Esta carta y la siguiente se conservan originales en el Archivo de la Casa de Alburquerque.

3 Lo que sigue, de letra de Méndez de Haro.

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