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30 leguas, y para ser más breve esta jornada y descubrimiento, según dicen los quiviras, se ha de ir por los Thaos, que es el camino más corto ó menos dilatado y las poblaciones están más cercanas, y se entiende y áun tiene por cierto que los nueve pueblos grandes que están de aquí 70 leguas en la derechura de los Thaos hacia el Norte, son principio de aquellos extendidos reinos, y que desde allí se sigue lo poblado, y mientras más adelante, son las aldeas en mayor número.

por

>>Compruebase también lo referido de la grandiosidad y riquezas de esta tierra nordestal adentro, con las noticias que también hemos leido del viaje del Maestre de Campo Vicente de Saldivar, que hizo al mar del Sur orden de su tío el Adelantado D. Juan de Oñate, con piloto y todos los aprestos para fabricar un barco ó chalupa, mandándole que llegado al río de Buena Esperanza (ó el Tizon, que todo es uno), no siguiese el río abajo, que corre Norte-Sur hacia el Golfo de la California, que es por donde fueron la primera vez, sino que pasado el río con la gran serranía, por cuyas faldas lleva su corriente hasta el mar del Sur, desde aquella sierra bajasen luego al mar y buscasen la Isla de las Gigantas tan nombrada, y descubriesen la laguna de Copala, donde son las riquísimas minas de Moctegsuma, que con el favor de Dios esperamos ver descubiertas por el Sr. Adelantado, como se ha escrito.>>

Noticia de otra expedición anterior por el Maestre de Campo
Vicente de Saldivar.

«El año de 1618 salió el Maestre de Campo Vicente de Saldivar al descubrimiento de esta jornada, con 47 soldados bien aprestados, y con ellos el P. Fr. Lázaro Jimenez, del orden de nuestro seráfico Padre San Francisco, y pasando por estas mismas naciones pobladas y políticas hasta la última de Moq, y caminando por aquellos despoblados otras quince jornadas, llegaron al río de Buena Esperanza ó del Tizon, en el cual paraje se hallaron en 36 grados y medio, y caminando por él arriba dos jornadas hacia el Norte, con muy buena guía, que se ofreció á llevarlos, llegaron á una pequeña población, i informándose de la tierra adentro, les dijeron tantas grandezas de ella, como les habían dicho los del Poniente en las costas del mar del Sur y la California, y como nos dijeron á nosotros los del Oriente con la Quivira, que animó grandemente á todos á seguir su viaje; pero como entre las demás cosas les dijesen que adelante hallarían unas gentes terribles y giganteas, tan corpulentas y descomu.

nales que un hombre de los nuestros á caballo era pequeño en su comparación, y que tiraban grandísimas flechas, pareciéndole á Saldivar no llevar fuerza suficiente para contra tanta multitud de gentes bárbaras y tales, determinó volverse, temiendo algún mal suceso, como lo experimentó el capitán Humaña y otros, y aunque á este parecer resistieron el P. Fr. Lázaro y los más de los soldados, no bastó; ni aunque se ofrecieron 25 de ellos pidiéndole licencia para entrar y calar la tierra, no quiso el Maestre de Campo concedérsela, temiendo se perderían todos; antes mandó alzar mano de la jornada y volverse, y ejecutando esta prudente determinación, y estando cargando el bagaje, hizo en aquel punto la tierra gran sentimiento con un terrible y espantoso temblor, que parecía jugar con los montes más encumbrados según los mecía, derribando por el suelo las bestias cargadas y los hombres, sin que quedase cosa en su lugar, mostrando misteriosamente el cielo con este terremoto la cobardía de ánimo de los que se volvían desde las puertas de aquella fértil, rica y espaciosa tierra, que en el común sentir, todo lo que hasta hoy está conquistado y poblado debajo del nombre de América, es sombra en comparación de lo que contiene esta nueva parte del Mundo Nuevo, amenazada de conquistar por los franceses que confinan con ella, y de los ingleses y holandeses, que tanto la desean, aunque no lo conseguirán los unos ni los otros, porque ignoran el arte de conquistar, reservado al valor y destreza de nuestra nación y la portuguesa, aunque entonces los nuestros no osaron llegarlo á ver, siquiera para desengañarse.

>> Entonces el padre Fr. Lázaro dicen que exclamó diciendo en altas voces con entrañable dolor: ¡Ah españoles! ¡que la tierra hace sentimiento de nuestra falta de valor, y no lo hacemos nosotros! pero yo creo y lo tengo por sin duda, que como nuestro buen Dios y Señor guardó la conquista de Tierra-Firme, para el ilustre Pedrarias de Avila, hijo del Conde de Puñonrostro, y la del Perú para el bien afortunado Francisco Pizarro, y la de Chile para el insigne Pedro Gutierrez de Valdivia, y la de la navegación del mar del Sur para el famoso D. Diego de Ocampo, y la de México para el ínclito Fernán Cortés; guarda esta para el excelente D. Diego Dionisio de Peñalosa, que como bisnieto de los tres mayores caballeros (Pedro Arias Dávila, Pedro de Valdivia, Diego de Ocampo) y mejores soldados de los cinco expresados, y marido que fué de nieta del siempre vencedor Marqués del Valle, Duque de Terranova (Fernán Cortés), parece que reproduce el valor de tan excelentes héroes, pues en su tiempo vemos vencidas tantas dificultades, y descubierto el camino propagar el Evangelio, extender la monarquía y aumentar el comer

de

cio de la cristiandad, haciendo su casa más ilustre por su espada, con los títulos de Marqués y Conde de Bellas Villas, que ha fundado desde las primeras piedras, y el que pretende de Duque para hacerse por sí tan ilustre como las excelentísimas de sus gloriosos progenitores, de cuyos títulos de Marqués, Conde y Vizconde es legítimo heredero, como del celo en honrar y patrocinar nuestra seráfica orden, como tan cristiano caballero y hermano nuestro por letras patentes de nuestro reverendísimo padre Comisario general Fr. Diego Zapata.»>

NOTA.

<«<Este escrito se ha copiado á la letra del que el padre Guardián, Predicador y Comisario Fr. Nicolás de Freytas escribió de su mano, el cual se remitió original á S. M. con el Memorial impreso del señor Adelantado el año de 1663, cuya resulta se espera para conseguir tan gloriosa empresa, dando á la corona de España tesoros para poder dominar al orbe, á gloria de Dios, en cuya mano poderosa están todas las cosas pasadas, presentes y venideras, y de su bendita Madre la Virgen María, Señora nuestra concebida sin mancha de pecado original.

>>Naciones conocidas que trafican con los quiviras y ahijaos del reino de Theguayo, cercano á las tierras de los franceses que llaman de la Canada, en las riberas del río San Lorenzo, que nuestros salvajes afirman ser muy grande y navegable hasta el mar, son las siguientes: Escanjaques, que hacen gran cantidad de antas blancas y bien curtidas, y muchísimas camuzas y otras pieles, y yacen en 40 grados de latitud, tienen al Norte la tierra del Fuego y más alta la laguna Dulce, que dicen es de excesivo grandor, y en ella desagua otra laguna que llaman Puela, en que hay una isla mineral de rico cobre, oro bajo ó latón subido.

>>Caminando de los Escanjaques para la Nueva Francia, yacen los Neutrios, Autovorinos, Cabellos realzados del Mechón del Perúu (yerba que trafican entre ellos y la usan como tabaco), y los más feroces los Hiroquees, para los cuales dicen por proverbio: A 10 Hiroquees cuatro del Mechón, y á éstos dos Escanjaques, y á 10 Escanjaques un Apache; todos los cuales son poblados, y algunas de sus poblaciones cercadas de palizadas á manera de los Sunis de nuestra Cíbola.

>>Nótese que según el Hacho, reyezuelo escanjaque, desde los Hiroquees no dista mucho el reino de Nueva Francia, que por otro nombre llaman Acanada, que no sería difícil saquearles las villas principales,

>>Nótese asimismo que pasada la sierra alta de los Escanjaques á ocho ó diez jornadas hay poblaciones de gente blanca y rubia que sin duda son ingleses de la Virginia ó de la Nueva Inglaterra. Quiera Nuestro Señor por su ínfinita misericordia que nuestro Gobernador y Capitán general allane con su valor y su industria todas las dificultades que oponen los que no están acostumbrados á vencer imposibles, como lo está Su Señoría, para quien la Divina Providencia ha guardado en sus senos ocultos hasta este tiempo Quia omnia in tempore suo querentur.»

Nota puesta por el Conde de Peñalosa.

<<Vuesa paternidad no ha dicho en este traslado lo de la etimología de los nombres de la tierra que habitan los franceses, con que se prueba la opinión contraria del Gobernador de la Vizcaya, porque á toda su tierra. de Nueva Francia la llaman Canadá, dicción corrompida en su manera de hablar, pues deben decir Acá-nada, desprecio que hicieron españoles que la abandonaron por pobre, y la vanidad de que blasona el autor francés, que en el Gobernador me cita de ser el primero que eligió el sitio en que fundó la capital de la Acá-nada, también es presunción sin fundamento, pues por el mismo nombre que él dice le dan los indios salvajes, se conoce haber sido sitio elegido por españoles, cuya lengua ignoraba el capitan francés: es, pues, Estadacá, que sin duda fué persuasión (para poblar allí) del jefe de la jornada, y habiendo hallado las ruinas el francés, pobló, y la llaman Quebec, que no sé lo que significa, aunque se puede buscar en el vocabulario de estas dos lenguas, que envié á Vuesa paternidad, y el P. Guevara, que es catalán, puede ser lo sepa.»>

Aunque por vez primera se imprime ahora en España la narración del viaje de Peñalosa, en español ha aparecido recientemente, escrito lo que precede, y en el tiempo empleado en registrar antecedentes. El señor John Gilmary Shea, á cuya iniciativa se debe la investigación ordenada por la Academia de la Historia, ha dado á luz en elegantísima impresión el texto castellano correcto del escrito, y la traducción en inglés, ilustrándola con eruditas notas y comentarios dirigidos á descubrir la correspondencia de los lugares mencionados por Peñalosa. 1

1

4 Se titula el libro The expedition of Don Diego Dionisio de Peñalosa, Governor of New Mexico, from Santa Fe to the river Mischipi and Quivira in 4662, as described by Father Nicho

Del trabajo principal de este escritor no me ocupo por parecerme muy dudosa la autenticidad de la Relación del padre Freytas y del viaje que describe; no he de pasar con todo, sin noticia, una de las apreciaciones originales con que el Sr. Gilmary Shea exclarece el documento copiado por Buckingham Smith 1

El nombre de Quivira no le parece que procede de ninguno de los dialectos de los indios, y como se aplicaba á la supuesta existencia de grandes reinos, estima debe originarse de la voz arábiga Quevir ó Quivir que tiene la significación de grandeza. Recuerda á este propósito que era familiar á los españoles y la usaban para designar el Uad-al-quivir; Alcazarquivir; Mers-el-quevir, etc., y que es muy posible que Estebanico, el compañero de Cabeza de Vaca, se valiera de tal palabra al hablar de las tierras que había atravesado. Estebanico, á lo que nos cuenta el mismo Cabeza de Vaca, era negro berberisco, natural de Azimor ó de sus inmediaciones, de modo que es verosímil la conjetura; sin embargo, se lee en las relaciones de Pedro de Castañeda de Nájera, que después de atravesar la provincia de Cíbola, visitó otras dos nombradas Tiguex y Quirix, y estas voces, al parecer indias, serán acaso las raices de Teguayo y Quivira.

Pongo en duda el viaje de Peñalosa, porque su narración se presta á observaciones críticas. Por de pronto, es notable la semejanza de las noticias relativas al itinerario, á los ríos, animales, árboles y naciones de indios, con las de las relaciones anteriores de Francisco Vazquez Coronado y Juan de Oñate; en la última no hay nada que no se contenga en las primeras, salvo la personalidad, siendo extraño que tras un intervalo cercano al siglo, coincidieran los puntos de observación sin que el pro

las de Freytas, O. S. F. With an account of Peñalosa's projects to aid the French to conquer the Mining Country in Northern Mexico; and his connection with Cavelier de la Salle. By John Gilmary Shea. New York: John G. Shea, 4882. En 8.o may. 401 pág. El autor, abogado y literato de los Estados-Unidos de América, es ventajosamente conocido por otras obras históricas, entre ellas The discovery aud Exploration of the Mississippi Valley, New York, 1853; History of the Catholic Missions among the Indian Tribes of the United States, 1834; Early Voyages up and down the Mississippi, 1862; The operations of the French Fleet under Count de Grasse, 4864. Ha dirigido la colección de documentos para la historia de las colonias francoamericanas que lleva 24 volúmenes; una serie de gramáticas y vocabularios indianos en otros 45; la Bibliografía de Biblias católicas americanas, y es miembro de las Sociedades históricas de Nueva-York y Pensilvania, y correspondiente de las de Mariland, Massachusetts, Nueva Inglaterra, Iowa, Montreal y varias otras.

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El texto que ha tenido á la vista, es, en efecto, copia del nuestro según acredita la nota puesta en cabeza así: True Copies of the transcripts in the Deposito Hidrográfico of the Spanish goberment. Nov. 6, 1856, Madrid.-Buckingham Smith.

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