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ADVERTENCIA PRELIMINAR.

La prolongada tardanza con que salieron á luz los tomos VIII y IX de estas Memorias, hizo necesario encabezarlos con una Noticia histórica redactada expresamente para ellas. En el primero fué ese trabajo preciso para suplir la falta de las Noticias periódicas que, leídas por los Secretarios perpetuos, habían ocupado puesto preferente en los tomos anteriores; y en el segundo, convenía explicar que si la publicación de las Memorias parecía haberse demorado más de lo conveniente, no era esto debido á falta de actividad de la Academia en las múltiples tareas que tiene á su cargo, ni siquiera á falta de material literario con que llenar el tomo, toda vez que las diversas piezas que lo componen llevaban largo tiempo de espera en los depósitos de nuestra casa.

El tomo presente no necesita justificación de esa especie, porque el acuerdo de poner en venta cada Memoria de por sí apenas está impresa, hace que el público siga paso á paso la formación de los volúmenes; y en cuanto á las demás tareas académicas, las conoce, tanto por el Boletín, que hace tiempo sale con perfecta regularidad, como por las Noticias ó Resúmenes que los Secretarios perpetuos leen en sesiones solemnes, y desde ahora formarán parte además de los tomos de esta colección. También se incluirán en ella, en lo sucesivo, las Memorias premiadas, como se empezó á hacer en el tomo precedente, así como los Discursos propios de las juntas de aniversario, y por tal manera se reducirá y uniformará con mayor sencillez el catálogo de nuestras publicaciones.

El tomo presente ofrece la notable singularidad de que, exceptuan

do el Resumen de acuerdos y tareas, redactado por el Sr. Madrazo, que lo cierra, todas las partes se deben á la pluma de un solo Académico, el incansable D. Cesáreo Fernández Duro, cuya laboriosidad corre parejas con su vasta erudición y apurada crítica.

En la primera Memoria, titulada D. Diego de Peñalosa y su descubrimiento del reino de Quivira, el autor, dejando correr su afición á la historia de los descubrimientos geográficos, entra de lleno en una vía nueva en el campo de nuestro instituto, cual es la de apartar la vista, siquiera por un momento, de la contemplación de pasadas glorias y portentosos ejemplos, para fijarla en el examen de las envidias, de las miserias, de las traiciones, sin cuyo relato queda manca y destituída de clave la rama literaria que cultivamos. Repugna á no pocos que descienda el investigador á tan dolorosos pormenores; pero la Historia es la verdad, la verdad entera, y ocultar de ella una parte trae gravísimas consecuencias para pueblos y gobernantes.

Algo de esta censura puede caber á la segunda Memoria titulada Colón y Pinzón, si se entiende que amengua la gloria indiscutible del gran descubridor del Nuevo Mundo el noble propósito de adjudicar la parte que se deba al arrojado marino andaluz, partícipe de sus fatigas, en quien resplandece el mérito singular de haber recibido con entusiasmo una idea atrevidísima que no procedía de su caudal propio.

Así como esta Memoria tomó origen en el encargo que la Academia confió al Sr. Fernández Duro para contestar á una consulta del señor D. Marco Aurelio Soto, Presidente de la República de Honduras, la siguiente, titulada D. Francisco Fernández de la Cueva, duque de Alburquerque, resultó del informe que hubo de dar sobre un trabajo de D. Antonio Rodríguez Villa en desagravio de las imputaciones que á tan ilustre guerrero hizo con desdichado tino el duque de Aumale al referir la famosísima batalla de Rocroy. Y puesto ya en camino de ilustrar las hazañas de los caudillos de aquella época gloriosa, dirigida la atención con piadosa preferencia á los hijos de Zamora, su patria, nos presentó la nueva y última Memoria de este tomo, en elogio de D. Pedro Enriquez de Acevedo, conde de Fuentes, leída en Junta pública para conmemorar conforme á Estatutos la fundación de la

Academia, é ilustrada como la anterior, con retratos sacados en facsímile de los grabados más auténticos.

No ha parado en esto la prodigiosa actividad del Sr. Fernández Duro, que otros trabajos tiene ya leídos, cuya aparición no se hará esperar en los tomos sucesivos, de tal modo, que estamos seguros de no carecer de material para la imprenta mientras tengamos la fortuna de conservar entre nosotros á tan digno compañero.

Este deseo natural y legítimo nos lleva á recordar las numerosas y lamentables pérdidas que ha experimentado la Corporación desde que en el tomo IX se dió el último estado del personal de la Academia. De aquella lista faltan los Sres. D. Valentín Carderera, D. Antonio Benavides, D. José Caveda, el Duque de Osuna, D. Cayetano Rosell, D. José Moreno Nieto, D. Jacobo de la Pezuela y D. Fernando Corradi, y hemos perdido asimismo al Sr. D. Antonio Romero Ortiz, elegido después de aquella época. De todos ha hecho semblanza y elogio con mano maestra nuestro Secretario perpetuo, muy especialmente en el Resumen que forma parte de este tomo, si se exceptúa el señor Corradi, cuya reciente pérdida es posterior á este notable documento.

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