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mil ducados, que despues se fué aumentando considerablemente: hizo un buen reglamento de estudios; estableció premios y recompensas para que sirviesen de estímulo y emulacion á los jóvenes; él mismo presidia á veces los ejercicios y aplicaba los premios; creó plazas para estudiantes pobres y erigió un hospital para los enfermos que carecian de recursos. Merced á estas y otras sábias medidas inspiradas por el genio de aquel grande hombre, los estudios de Alcalá florecieron rápidamente hasta competir con los de Salamanca, y cuando á los veinte años de su apertura visitó Francisco I. de Francia aquella universidad, salieron siete mil estudiantes à recibirle, y dijo admirado aquel monarca, que «Cisneros habia ejecutado solo en España lo que en Francia habia tenido que hacerse por una série de reyes (1).»

Habiendo pasado en 1513 el rey Fernando por Alcalá de Henares y detenidose unos dias con objeto de reponer su quebrantada salud, le dijo á Cisneros un dia: «Iré despues de comer á visitar vuestros colegios y á censurar vuestras fábricas.» Porque se censuraba al cardenal por los grandes gastos que habia hecho en la construccion de tantos y tan magníficos

(1) No se establecieron por de buenos teólogos y de buenos entonces cátedras de derecho ci- canonistas. vil, ya porque éste se enseñaba muy especialmente en la de Salamanca, ya porque el objeto principal de Cisneros en la fundacion de la de Alcalá fué la formacion

TOMO X.

El número de cátedras se fué aumentando sucesivamente hasta cuarenta y seis de todas facultades.

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edificios, y decíase de él con retruécano, que nunca la iglesia de Toledo habia tenido un prelado mas edificante en todos sentidos. El arzobispo recibió á su soberano con toda solemnidad, acompañado del rector y de todos los doctores del claustro, y cuando el rey vió la grandeza y hermosura de los colegios: «Vine, le dijo, con ánimo de censurar vuestras fábricas, pero ahora no puedo menos de admirarlas.» Y como Fernando, aunque no fuese hombre de estudios, gustase de ver honradas y protegidas las letras, felicitó al cardenal por haber fundado una universidad cuya reputacion podria con el tiempo igualar á la de París: á lo cual contestó Cisneros con dignidad: «Señor, mientras vos ganais reinos y formais capitanes, yo trabajo por formaros hombres que honren á España y sirvan á la Iglesia.» (1).

Otra de las obras que hicieron inmortal el nombre de Cisneros en la república literaria fué la famo

(1) Gomez de Castro, De Rebus gestis Ximenii, lib. VI.-Flechier, Vie du Cardinal, lib. III.

Los estudios de esta célebre universidad que tantos hombres ilustres produjo, fueron tras

ladados á Madrid en 1836.-Entre
las varias inscripciones que aun
recuerdan el nombre memorable
de Cisneros en el suprimido cole-
gio de San Ildefonso de Alcalá,
hay una que dice:

ADVENA, MARMOREOS MIRARI DESINE VULTUS
FACTAQUE MIRIFICA FERREA CLAUSTRA MANU:
VIRTUTEM MIRARE VIRI, QUAE LAUDE PERENNI
DUPLICIS ET REGNI CULMINE DIGNA FUIT.

«Deja, caminante, de admirar esos mármoles y balaustres de hierro con tanto primor trabajados, y contempla las virtudes del

ilustre varon que encierran, digno de alabanza eterna y de haber sido elevado al mas alto puesto de la doble monarquía.>>

sa edicion de la Biblia Polyglota, llamada tambien Complutense, de la antigua Complutum (Alcalá), en que se imprimió. Si era difícil como trabajo tipográfico, hallándose el arte de la imprenta tan en su infancia, imprimir una obra en variedad de caractéres y lenguas antiguas, no era menos difícil como obra de literatura, así por los conocimientos bíblicos y filológicos que exigía, como por la inteligencia que se necesitaba en la lectura de los mas antiguos manuscritos, y hasta por la dificultad de la adquisicion de estos. Era menester un hombre del genio, de la posicion, de la laboriosidad y perseverancia de Cisneros para atreverse á acometer, cuanto mas para llevar á cabo, una empresa tan colosal, en medio de tantas atenciones como le rodeaban. Y no sin razon nos dice su puntual biógrafo, que si hubiera de referir por menor los trabajos, las vigilias y fatigas que pasaron los eruditos encargados de la revision, exámen y cotejo de ejemplares, y cuántos y cuán graves negocios distraian entretanto la atencion del cardenal, tendria que ser nímiamente prolijo y cansado ("). Todo lo venció sin embargo aquel infatigable varon á fuerza de celo, de energía, de dispendios y de sacrificios de todo género. El papa le franqueó la preciosa coleccion de códices del Vaticano; él logró originales ó alcanzó copias de los mas antiguos y apreciables manuscritos

(1) Si per partes narrandum esset quantum laboris exhaustum sit, quantum tædii et fastidii de

voratum á viris illis operi præfecti, etc...»-Alvar. Gomez, De Rebus gestis, lib. II.

:

del Viejo y Nuevo Testamento que habia en España, en Italia, en toda Europa; pagó cuatro mil coronas de oro por siete códices hebráicos que hizo venir de diversas regiones(); alentaba contínuamente para que no desmayasen en su trabajo á los nueve sábios á quienes habia encomendado la ejecucion de la obra (2); presidia muchas veces sus juntas y tomaba parte en sus discusiones; y para los trabajos tipográficos trajo artistas de Alemania que fundiesen los caractéres de las diversas lenguas en la fábrica que para ello se estableció en Alcalá.

Por último, á los quince años de haberse comenzado la obra, y pocos meses antes de morir el hombre ilustre que la habia emprendido (1517), tuvo la satisfaccion de ver concluida su Biblia Polyglota en seis volúmenes en folio, y no estrañamos que al fin de su vida dijera á sus familiares rebosando de alegría: «De >>cuantas cosas árduas y difíciles he ejecutado en hon»ra de la república, nada hay, amigos mios, de que >>me debais congratular tanto como de esta edicion de >> las Divinas Escrituras. (3).» Y en efecto, la Europa en

(1) Septem hebræa exemplaria que nunc Compluti habentur quatuor millibus aureorum ex diversis regionibus sibi comparasse Alphonsus Zamora, hebræarum litterarum professor, sæpe nume.. ro referebat.» Gomez, De Rebus gestis, ub. sup.

2) Fueron estos doctos varones: el venerable Nebrija, Nuñez (el Pinciano), Lopez de Zúñiga, Bartolomé de Castro, el griego

Demetrio Cretense, y Juan de Vergara, á los cuales se agregaron despues Pablo Coronel, Alfonso Médico y Alfonso Zamora; judíos conversos y muy versados en las lenguas orientales.

(3) Cum multa ardua et difficilia reipublicæ causa hactenus gesserim, nihil est, amici, de quo mihi magis gratulari debeatis quam de hac bibliorum editione.» Alv. Gomez, lib. II. p. 38.

tera se quedó asombrada de que en tales tiempos y á través de tan inmensas dificultades se hubiera llevado á complemento en España un trabajo tan gigantesco como obra literaria y como obra tipográfica (1).

A vueltas de estas ocupaciones, el cardenal Cisncros, que asi empuñaba la bandera de guerra para conquistar ciudades infieles, como fundaba academias У escuelas públicas; que asi dirigia los negocios espirituales de una diócesis como los temporales de un reino; que asi hacía ediciones grandiosas de las Santas Escrituras como levantaba ejércitos y abastecia armadas; que asi presidia córtes como guiaba las conciencias de los reyes en el confesonario, era consultado el Rey Católico en los mas graves negocios del Estado, á pesar de los celos, disgustos y sospechas que habian quedado entre ellos desde la conquista de Oran, por que el ascendiente de su virtud y de su talento le sobreponia á todo.

por

Tal era el hombre á quien Fernando pocas horas

(1) Prescott admite todavía como verdadera la anécdota ó cuento de que habiendo venido á España a fines del siglo pasado un profesor aleman con objeto de examinar los manuscritos de que se hizo uso para la famosa Biblia Complutense, supo que habian sido vendidos por el bibliotecario de aquel tiempo como papel viejo á un polvorista, el cual no tardo en emplearlos en la fabricacion de

cohetes.

El ilustrado traductor español de Prescott, señor Sabau y Larroya, secretario de la Real Acade

mia de la Historia, ha hecho ver á aquel escritor en una nota puesta al cap. 21 del tom. IV. de su obra, que los manuscritos mencionados, lejos de haber tenido el destino que aquella calumniosa fábula supone, existen hoy, y los ha reconocido él mismo, y los enumera, en la biblioteca de la universidad de Madrid, donde fueron traidos de Alcalá en 1837. Felicitamos al señor Sabau por habernos precedido en vindicar la honra nacional, en este punto injustamente lastimada.

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