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HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA.

PARTE SEGUNDA.

EDAD MEDIA.

LIBRO IV.

CAPITULÒ XI.

GUERRA DE NAPOLES.

EL GRAN CAPITAN.

De 1493 á 1498.

Situacion política de Italia. Roma, Nápoles, Milan, Venecia y Florencia.-Planes de Cárlos VIII. de Francia sobre Nápoles.-Orígen de la guerra.-Invasion de franceses en Italia.-Se apoderan de la capital y reino de Nápoles.-Consternacion en los estados y príncipes italianos. Reclaman el auxilio del rey de España.-Opónese éste al francés. Envia á Gonzalo de Córdoba á Sicilia.-Halagos del papa al monarca español.-Gran confederacion de príncipes promovida por Fernando: La Liga Santa.-Ejército de la Liga.-Campañas y triunfos de Gonzalo de Córdoba en Calabria.-Recobra Fernando II.

de Nápoles su trono. Es espulsado ignominiosamente Cárlos VIII.Guorra en Nápoles.-El duque de Montpensier.-Célebre sitio de Atella.-Acude Gonzalo de Córdoba llamado por el rey de Nápoles. -Dánle por aclamacion el dictado de Gran Capitan.-Triunfa el Gran Capitan en Atella.-Desgraciado fin de Montpensier y de sus franceses.-Estragada vida y vergonzosa conducta de Cárlos VIII. en Francia.-Amago de guerra por Rosellon.-Acaba el Gran Capitan de someter la Calabria.-Muerte de Fernando II. de Nápoles.Sucédele su tio don Fadrique.-Guerra en Rosellon.-Tregua entre franceses y españoles.-Da el papa á los reyes de España el dictado de Reyes Católicos.-El Gran Capitan recobra para el papa la plaza de Ostia.-Conferencia entre el papa Alejandro y Gonzalo de Córdoba. Severas reconvenciones que el Gran Capitan hizo al pontífice. Vuelve Gonzalo á Nápoles.-Recibe el título de duque de Santangelo.-Hace oficios de pacificador en Sicilia.-Regresa á Nápoles, y acaba de espulsar los franceses.-Negociaciones de paz entre España y Francia.-Muerte de Cárlos VIII.-Sucédele en el trono francés Luis XII.-Firmase la paz.-Fin de la primera campaña de Gonzalo de Córdoba en Italia.-Vuelve á España.-Entusiasmo con que fué recibido.

Asegurada Isabel en el trono de Castilla, restablecido el órden en el Estado, organizada la administracion, terminada la lucha de ocho siglos con la conquista de Granada, descubierto un nuevo mundo y enriquecida la corona castellana con inmensas posesiones del otro lado de los mares, faltábales á los españoles, mal hallados con el reposo de una inaccion desusada, hallar un campo en el mundo antiguo en que ejercitar su ardor bélico, y necesitaban acreditar ante las naciones europeas que eran dignos vencedores de los pendones del Islam. Conveníale ademas á Fernando mostrar al mundo que si España despues de aciagas do

minaciones tenia la fortuna de poseer la mejor de las reinas y la mas hábil de las gobernantes para todo lo perteneciente al gobierno interior de un reino, tambien se sentaba en el trono aragonés un genio que no reconocia superior en cuanto á saber dirigir y manejar las relaciones esteriores de un estado.

Uno y otro les deparó la Providencia en los bellos campos de la culta Italia, donde habian de recoger los españoles larga cosecha de glorias militares, y lo lo que es mas apreciable y útil para la humanidad, de donde habian de traer una cultura y una civilizacion, la cultura y la civilización de las bellas letras y de las artes liberales. Diremos los precedentes que prepararon y las causas que produjeron aquella famosa guerra.

Hallábase la Italia dividida en pequeños estados, de los cuales eran los principales las repúblicas de Venecia y de Florencia, los Estados pontificios, el reino de Nápoles y el ducado de Milan. Venecia, la reina del Adriático, era la mas antigua, poderosa y respetable de las repúblicas de la edad media: Florencia se habia hecho el refugio de los amigos de la libertad: ocupaba la silla pontificia Alejandro VI., cuyas costumbres eran criticadas entonces por todos y han sido censuradas unánimemente despues con grave detrimento de la iglesia, y cuya eleccion, aunque español de nacimiento, habia desagradado á Fernando é Isabel: dominaba, ó mas bien tiranizaba el Milanesado Luis ó Ludovico Sforza, llamado el Moro, á nom

el

bre de su sobrino Juan Galeazo, como inhábil para gobierno: y regia el cetro de Nápoles Fernando I., hijo natural del grande Alfonso V. de Aragon, tio de Fernando el Católico, el cual por su carácter despótico, adusto y feroz era aborrecido de los napolitanos.

Temiendo el regente de Milan Luis Sforza que el rey de Nápoles y la república de Florencia tramáran algo contra su poder y en favor de su nieto el legítimo duque de Milan, escitó á Cárlos VIII. de Francia á que renovára las antiguas pretensiones de la casa de Anjou al reino de Nápoles, ofreciendo ayudarle en la empresa y pintándole como cosa fácil lanzar del trono napolitano la dinastía aragonesa que le ocupaba hacia mas de medio siglo (1). Con gusto, y hasta con avidez acogió tan halagüeña escitacion el jóven monarca francés, que, lleno de caballerescas ilusiones, alentado en sus ensueños de gloria militar por aduladores cortesanos tan ligeros como él, y creyéndose llamado á acabar grandes y arriesgadas empresas, veia abierta una carrera de conquistas, que habia de conducirle hasta la toma de Constantinopla y hasta hacerse señor del imperio de los turcos (2). Para prepararse á la

(1) En el libro anterior, capítulo 28, dejamos largamente esplicados los derechos con que Alfonso V. de Aragon ciñó la corona de Nápoles, y cómo la heredó su hijo natural Fernando I.

(2) He aqui el retrato físico y moral que los historiadores italianos y españoles hacen del rey Cárlos VIil. de Francia. «Era Cárlos,

dice Guicciardini, para mayor empacho nuestro, como favorecido de bienes de fortuna, privado de los de naturaleza, y de ánimo y_complexion enfermiza, de pequeña estatura, de feísimo rostro, aunque con ojos vivos y graves, y de tan imperfecta simetría de miembros, que parecia monstruo mas que hombre. Ignoraba, no solo las bue

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