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ligros podia haber corrido la armada, y en su ánsia de saber hubiera querido inquirir de las olas mismas qué habia sido de su hija. Súpose al fin que los vientos habian obligado á la flota á tomar puerto en Inglaterra, y que despues de reparada alli habia sufrido en el resto de la navegacion tormentas y averías, en que perecieron muchos de la comitiva, entre ellos el obispo de Jaen, pero que por fin habia arribado á Flandes, llegando la princesa harto fatigada y un tanto doliente. Poco despues se celebraron las bodas en Lila (20 de octubre), donde se hallaba el archiduque, dándoles la bendicion nupcial el arzobispo de Cambray (1).

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No sufrió la flota menos borrascas al traer á España la princesa Margarita, que habia de casar con el príncipe heredero de Castilla don Juan. En esta ocasion, y estando á peligro de irse á pique la nave misma que conducia á la ilustre novia, asombró á todos la heróica serenidad de la jóven princesa, y en su continente, espresiones y pensamientos reveló el talento de que habia de dar tantas pruebas en edad mas adulta. Arribó por último la armada al puerto de

(4) Martir, Opus Epist.--epist. 472.-Carvajal, Anal. Año 1496. -Zurita, Rey don Hernando, lib. III. c. 32.

En 45 de agosto de aquel mismo año, y cuando la reina Isabel se hallaba mas afligida por carecer de noticias de su hija doña Juana, falleció la reina madre

(Isabel tambien como ella), que habia sobrevivido 42 años al rey don Juan II. su marido, y vivia en Arévalo recogida á causa de la enfermedad mental que padecia; su piadosa y tierna hija no la abandonó nunca, asistiéndole siempre con la mas afectuosa solicitud.

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Santander (marzo 1497). El príncipe de Asturias habia salido á recibirla acompañado del rey su padre, del patriarca de Alejandría y de muchos nobles del reino. Encontráronse en el valle de Toranzo junto á Reinosa, y juntos se encaminaron á Burgos, donde se celebró con toda ceremonia el matrimonio (3 de abril), que bendijo el arzobispo de Toledo. Tal vez hacia siglos que no se celebraban bodas de príncipes en Castilla con tanta pompa, boato y solemnidad, y en pocas habria reinado tanta alegría y regocijo. Fernando é Isabel habian convocado todos los embajadores de las potencias estrangeras, toda la grandeza, y todos los personages mas notables é ilustres de sus reinos, los cuales asistieron ostentando sus insignias y vestidos de toda gala. Las fiestas fueron tambien suntuosas, y solo turbó la universal alegría el desastre lastimoso del cumplido caballero don Alonso de Cárdenas, hijo del comendador mayor don Gutierre, que murió de una caida de su caballo. Eran en fin las bodas del heredero del trono, del único príncipe varon, del predilecto de sus padres, y nada perdonaron los reyes para darles esplendor, y para agasajar á la ilustre princesa que venia á formar parte de la familia real española.

Solamente estrañó la mesurada gravedad y etiqueta de la corte de España que se la obligó á guardar, y aun cuando se le dejaron todas sus damas, dueñas y sirvientes flamencos, y no se hizo novedad

en el órden y estilos de su casa, habituada como estaba á la llaneza, sencillez y familiaridad de Austria, Francia y Borgoña, no podia acostumbrarse al ritual ceremonioso de la de Castilla (1). En cambio la reina Isabel con admirable generosidad y desprendimiento hizo á su nuera el mas rico presente de bodas que jamás se habia visto, el de las alhajas y preseas de mas precio y de mas esquisita labor que poseía (2).

A poco tiempo de este matrimonio se concluyó

(1) Abarca, Reyes de Aragon, tom. II.-Zurita, Rey don Hernando, lib. II. c. 2.

(2) El entendido archivero de Simancas don Manuel Garcia Gonzalez nos proporcionó durante nuestra estancia en aquel establecimiento la siguiente curiosísima lista de las alhajas que en esta ocasion regaló la reina Isabel á la princesa Margarita, tanto mas curiosa cuanto que aquellas joyas eran las que la reina habia empeñado para los gastos de la Suerra de Granada y rescatado despues.

Los joyas é cosas que han dado el Rey y la Reyna nuestros Señores al Señor Príncipe é, la Señora Princesa.

Un collar de oro esmaltado que lieva 22 perlas muy gruesas, é otras veinte é dos piedras grandes, las 10 diamantes, é las ocho rubis, cuatro esmeraldas.

Otro collar que lieva 20 balaxes 10 gruesos é 10 menores, é 108 perlas, las 60 muy gruesas é entre las piedras, é las 48 menores por pujantes (debe decir pinjantes, adornos o joyas que cuelgan) sobre unas rosas de oro,

Un joyel de unas flechas, tiene un diamante muy grande, é un

rubí, ambos en mucho precio, con tres perlas muy gruesas redondas en sus molinetes entre las piedras, é lieva mas por pinjantes otras cinco perlas muy mayores de harco de perilla pendientes de las puntas de las flechas.

Otro joyel de oro de una rueda. lieva un balax muy grande, é siete perlas muy gruesas.

Otro joyel de una hevilla, tiene un rubí muy grande de hechura de una pera, é otras dos redondas menores.

Mas 150 perlas del tamaño de avellanas mondadas.

Mas otras 48 perlas harto mayores que estas otras,

Todas estas joyas son tales y en tanta perfeccion y de tanto valor que los que las han visto no vieron otras mejores,

Mas una cinta con 30 balaxes é 130 perlas,

Mas dos piezas de brocado de oro tirado muy rico de pelo, una morada é otra carmesí,

Mas 80 varas de brocado de raso para sus damas,

Mas 380 varas de seda de colores para las dichas damas.

Una cama muy rica de tres paños de brocado... etc.

tambien el de la infanta doña Catalina con el príncipe de Gales, primogénito del rey de Inglaterra (15 de agosto, 1497); y lo que fué mas notable, por menos esperado, el de la infanta doña Isabel con el rey don Manuel de Portugal. Este monarca no habia descansado en sus instancias y gestiones hasta vencer la re-. pugnancia de la princesa de Castilla al segundo hime

Siguen muchas piezas de vestir, de menage de casa, cuadros históricos, servicio de oratorio, etc. y continúa:

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Mas unas arcas carmesís con ropa blanca muy gentyles de camisas é tobajas é cofias é de muchos perfumes de todas maneras, y las caxas en que iba el almizcle y el ambar y el algalia son de oro esmaltadas.

Siyue un regalo de tres mulas y guarniciones de oro y plata, etc.

Archivo de Simancas, Testamentos y Codicilos Reales, Legajo num. 4.o

neo, y habíanle ayudado en su porfía. los reyes de España y los principales personages de uno y otro reino. Solo se pudo obtener el asentimiento de la solicitada princesa con una condicion bien estraña, pero muy propia de sus religiosos sentimientos, y de sus ideas algo intolerantes en materias de fé y un tanto propensas á la supersticion, puesto que atribuia la muerte desgraciada de su primer marido don Alfonso al asilo que habian hallado en Portugal los judíos y herejes espulsados ó huidos de España. Asi la condicion que irrevocablemente impuso fué que el rey don Manuel, antes de darle su mano, habia de desterrar de su reino á todos los herejes y judíos ó castigarles con arreglo á las penas que en España tenian. Grande era en verdad, y grande se necesitaba que fuese el amor del monarca portugués á la princesa española para que él se resolviese á tomar una medida que su ilustracion y sus sentimientos repugnaban, tanto que estaba solicitando bulas pontificias en favor de aquella desgraciada gente. Causa fué ésta de perplejidad, vacilaciones y sospechas de parte del portugués: pero la princesa no transigia en lo de la condicion; de la resolucion del portugués hacian los reyes de España pender en gran parte lo de la paz general que entonces se trataba: por último, prevaleció la pasion sobre todos los principios y todas las consideraciones; dió el rey don Manuel el edicto de espulsion de los judíos, juró castigar á los que quedasen, la infanta Isabel ac

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