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absolutamente de fondos para aprontarles las pagas, tomó del monasterio de San Benito seis mil ducados que tenian en depósito personas particulares, sacó del colegio lo que pudo, y lo demas lo pidió prestado. A poco de terminado este incidente, salió Juan de Padilla con sus tropas camino de Zaratan, con ánimo de caer sobre Torrelobaton, villa del señorío del almirantę. Acompañábanle Juan Bravo, capitan de la gente de Segovia, Francisco Maldonado, que capitaneaba la de Avila y Salamanca, y Juan Zapata, que conducia la de Madrid, reuniendo en todo sobre siete mil hombres, quinientas lanzas y la correspondiente artillería (16 de febrero, 1521). El obispo Acuña, que se hallaba enfermo, se hizo llevar á Zaratan en una litera para sosegar algunas alteraciones que comenzaban á amagar por la diversidad de pareceres entre los capitanes de las comunidades. Los caballeros habian tenido tambien cuidado de apercibir su gente de guerra; habian pedido refuerzos á muchas ciudades y villas, y el condestable desde Burgos habia hecho un llamamiento á los montañeses, para resistir, decia, al obispo de Zamora y á otros traidores que estaban con él (1). >>

(4) Habian pedido los regentes y nobles, á Avila 4,800 intantes, à Córdoba 1,000 infantes, á Jaen 300, á Trujillo 150 lanzas y 200 infantes, á Badajoz 100, á Baeza 200, á Ecija 300, á Ubeda 200, á Cáceres 200, á Andújar 450, á Ciudad Real 120, á Jerez 450 lanzas,

á Carmona 150 infantes, al duque de Arcos 60 lanzas, al conde de Urueña 60 ballesteros, á don Fernando Enriquez 20 lanzas, al conde de Palma 20, á don Rodrigo Mejía 20, al marqués de Tarifa 80, al conde de Ayamonte 30, al marqués do Comares 30, al marqués

Partió, pues, Padilla al cabo de unos dias con su hueste (21 de febrero) camino de Torrelobaton, villa bien murada y defendida con buena guarnicion por Garci Osorio. Sin disparar un tiro se metieron los comuneros en el arrabal, y comenzaron á asestar con gran furia los arcabuces, cañones y ballestas contra el muro. Sosteníanse con valor y brio los sitiados contra los tiros de las lombardas y contra los asaltos que uro y otro dia intentaron con arrojo y denuedo los sitiadores. El conde de Haro, que desde Tordesillas acudió en auxilio de los cercados con un buen refuerzo de peones y ginetes, hubo de volverse por desavenencias con el almirante y por órden de éste, sin otro resultado que algunos soldados que llevó de menos. A los ocho dias, despues de haber recibido Padilla un refuerzo de tres mil infantes y cuatrocientos caballos de los veteranos de los Gelbes, combatida y aportillada la parte mas flaca del muro, fatigada y debilitada ya la guarnicion, penetraron á escala vista los comuneros, llevando delante la bandera de Valladolid, rindiéronse los defensores, fué preso su caudillo Garci Osorio, y la villa fué entregada á un horroroso saqueo. Al dia siguiente, aislados y desalentados los del baluarte, hicieron tambien su entrega, á condicion de salvar las vidas y la mitad de su ropa y haciendas (1)

de Villanueva 20, al conde de Cabra 50, y al duque de Medinasıdonia 100; toda esta gente se pe

dia pagada por tres meses.

(4) Mártir de Angleria, epistola 714.-Maldonado, Movimiento

Si inmediatamente despues de la toma de Torrelobaton se hubieran lanzado los comuneros de improviso y sin perder instante sobre Tordesillas, con el prestigio que les daba su reciente triunfo, consterna. dos como se hallaban los regentes y los nobles, У sin fuerzas suficientes para presentarles batalla, sin duda se hubiera terminado la guerra y resuelto la lucha en favor de las comunidades. Todo en efecto parecia ya hacedero У fácil con soldados tan intrépidos y con un gefe tan brioso como Juan de Padilla. Pero en vez de avanzar aquel paso, dieron imprudente oido á las proposiciones de una tregua de ocho dias que hicieron los regentes y á los tratos de concordia que volvieron á anudarse: tregua y tratos que estuvieron á punto de romperse de una manera estruendosa У de convertirse en tumultuoso estallido, por los vigorosos, ardientes y coléricos discursos que en las conferencias fulminó fray Pablo de Villegas, uno de los comisionados por la Santa Junta á Flandes, que acababa de llegar rebosando de ira por el desaire recibido alli del emperador. Hasta en las calles peroraba furiosamente á las turbas, concitándolas contra Alonso Ortiz y otros negociadores de la paz, apellidándolos traidores, y á las voces del acalorado fraile se formaron grupos de gente armada que penetraron

de España, lib. VI.-Pero Mejía, Hist. de las Comunidades, lib. II. c. 16.-Cabezudo, Antigüed. de Simancas, MS.-Sandoval, libro

VIII.-Carta del arzobispo de Granada al emperador Cárlos V. MS. de la Real Academia de la Historia.

basta en la sala de las sesiones. La Junta no obstante logró aplacarlos, y prevaleciendo el partido contrario á la guerra, se ajustó al fin la tregua entre la Junta de Valladolid, los gobernadores de Tordesillas y los capitanes de Torrelobaton; tregua, aunque corta, mal observada por ambas partes, infringida con mútuos asaltos, escaramuzas y robos de la indisciplinada soldadesca de ambos bandos, y cuyas consecuencias exaltaron al partido belicoso, en términos que en una reunion habida en el pueblo de Bamba, en que se trató de prorogar el armisticio, hubo quien amenazára á Padilla de muerte, viéndose éste obligado á volverse á uña de caballo á Torrelobaton (1).

En realidad habia quien trabajaba por la paz de buena fé; el almirante la deseaba y la procuraba ardientemente; el mismo don Pedro Laso de la Vega obraba como hombre resentido, mas no como traidor, y procuraba sacar partido en favor de la causa popular. Entabláronse formales y reservadas negociaciones de paz entre la Junta de Tordesillas y la de Valladolid. Mediaban en ellas, ademas de don Pedro Laso, el bachiller de Guadalajara, procurador de Segovia, fray Francisco de los Angeles y el caballero don Pedro Ayala. Las conferencias se celebraban secretamente en dos conventos que habia estramuros de las poblaciones, corriendo aveces los negociadores no poco peligro, especialmente por parte del pueblo y gen(4) Cartas de Gonzalo de Ayora.-Sandoval, lib VIII,

y IX.

te menuda de Valladolid, que era el partido intolerante y exaltado.

A pesar de todo, se trabajaba por algunos con ahinco y resolucion en favor de la paz, los tratos iban marchando, y las condiciones que servian de base á la concordia en las conferencias de los dos conventos no dejaban de ser razonables (1).

Convenian ya todos en que el emperador nombraría los gobernadores á gusto del reino; en que estos jurarían en Córtes guardar las leyes de Castilla; en que no se darian empleos ni oficios á estrangeros; en que cesaria la estraccion de moneda;

(1) En el archivo de Simancas, entre los muchos documentos de las comunidades, hemos visto tambien gran parte de la correspondencia que medió en estos tratos. De ella hemos escogido y copiamos (por ser una de las que dan mas clara idea de todo) la siguiente carta de don Pedro Ayala, escrita desde Valladolid á don Juan su hijo, fecha 21 de febrero de 1524.

«Don Juan: oy me trujo una carta de la cibdad un correo, y el traslado de la carta del condestable y la respuesta que la cibdad envía: yo envié allá la respuesta á la cibdad, á otras ciertas escrituras que se han hecho en lo que agora te contaré. Aqui vino Fray Francisco de los Angeles habrá Cinco ó seys dias y truxo una creencia del almirante, la cual llevó primero á esta villa, y ella deputó ciertos deputados para que viniesen con el dicho frayle á nosotros para que tuviésemos por bien la conferencia; é como nosotros no queremos otra cosa sino

paz, acordamos que fuese con tal
medio que eligiésemos nosotros á
dos que fuesen á conferir á un
monesterio que está un tiro de ba-
llesta de Tordesillas, é otros dos
de Tordesillas que viniesen á Pra-
do, un monesterio que está dos
tiros de ballesta de aquy, á con-
ferir con nosotros: é hizímoslo en-
tonces saber á la villa, y á ellos
les paresció muy bien; é despa-
chamos al frayle con una carta al
almirante, é enbiamosle seguro
para los que de allá habian de ve-
nir, é que enbiasen seguro de allá
para los que de acá hubiesen de
ir. Elegimos para que fuesen el
señor don Pedro Laso, é el bachi-
ller de Guadalajara, procurador de
Segovia, y ellos mismos fueron á
decirlo á la junta de la villa como
estaban elegidos, y la villa olgó
mucho dello. Estando en esto,
anoche que se contaron 20 de es-
te mes vino el frayle, é trujo el
despacho del traslado allá en-
que
viamos, è á la puerta fué muy mal
tratado, é tomáronle las cartas,
é hubimonos de juntar á las diez

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