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CAPITULO VII.

SUPLICIOS.

PERDON DEL EMPERADOR.

1522.

Venida del emperador á España.-Su conducta con los comuneros vencidos.-Medidas de rigor: suplicios.-Quejas del almirante sobre la calidad de los jueces y la forma de los procedimientos.-Perdon general.-Son esceptuados del perdon cerca de trescientos.Injustas y apasionadas alabanzas de los historiadores á la clemencia del emperador.-Sentida desaprobacion de su rigor por parte del almirante.-Suplicio del conde de Salvatierra.-Severidad de don Carlos.-Piadosos consejos del padre Guevara.-Suplicio del obisро Асийа.

Aparte de los suplicios de Padilla, Bravo y Maldonado en Villalar, y de algunas ejecuciones con que el prior de San Juan ensangrentó el cadalso levantado en Toledo, los vireyes y los magnates vencedores no habian hecho alarde de crueldad despues de vencidos los populares y sosegado el reino. Muchos comuneros notables se hallaban presos en varias ciudades y fortalezas, pero aplazado habian su castigo los gobernadores, ó por innecesario ya, ó por apartar de sí

la odiosidad del rigor, ó tal vez con la intencion noble de que el emperador se acreditára de clemente usando con ellos la prerogativa del perdonar. Faltaba saber si Carlos de Alemania y de España, que no habia corrido como ellos personalmente los peligros de la guerra, optaria por el camino de la indulgencia ó por el de la severidad.

Si hubiéramos de guiarnos por los encomios que le prodigan los historiadores sus panegiristas, le calificaríamos nosotros, como ellos, de clementísimo (1). Mas los documentos, que son la verdadera luz histórica, nos obligan con sentimiento nuestro á separarnos en esta parte de lo que han trasmitido escritores por otro lado muy respetables, peró que escribiendo bajo la influencia de aquel monarca ó de sus hijos y sucesores, ó tuvieron la flaqueza ó se vieron en la necesidad de tributar inmerecidas alabanzas al que tenia en su mano el poder, ó al menos dejaron correr sus plumas con menos imparcialidad de la que fuera de apetecer. De clemencia y de rigor, de todo usó Carlos V. Los hechos nos dirán cuál de estos dos medios fué el que preponderó.

Presos, ocultos, fugitivos ó atemorizados hacía meses los comuneros, sufriendo en todas partes la suerte de los vencidos, sometidas las ciudades, aterrados los pueblos y sin fuerza moral, muchos de los grafe: Notable clemencia del emperador.

(1) El obispo Sandoval encabeza el párrafo ó número 21 del libro IX. de su Historia con el epi

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populares habian peleado ya en las filas del ejército real contra los franceses en Navarra, cuando por las causas que en otro lugar esplicaremos regresó Cárlos V. á España, desembarcando en Santander (16 de julio, 1522), y trayendo consigo bastantes flamencos y un cuerpo de cuatro mil alemanes, contra las peticiones tantas veces hechas por las córtes y por las ciudades españolas. De Vitoria partieron sus vireyes á besarle la mano y á darle cuenta de su administracion, y despues de haber conferenciado se trasladó el emperador á Palencia (6 de agosto). Alli se ocupó en tomar medidas para castigar á los que resultára haber tenido mas parte en el movimiento de las comunidades, ó escitado á él, ó acaudillado tropa de los populares. Consecuencia inmediata de estas medidas fueron los procesos que se formaron, y las sentencias que llevaron al patíbulo á Alonso de Sarabia, procurador de Valladolid, á Pedro Maldonado Pimentel, al licenciado Bernardino y á Francisco de Mercado, capitan de la gente de caballería de Medina del Campo (1).

En Maldonado Pimentel mediaba la circunstancia de haberse librado del suplicio en Villalar por intercesion y particular empeño de su pariente el conde de Benavente. No le valió ahora ni el deudo ni la recomendacion de uno de los magnates que mas ardiente

(4) Archivo de Simancas, Comunidades de Castilla, núm. 6., donde se hallan las copias de las

sentencias y los testimonios de la ejecuciones.

mente habian peleado contra los comuneros y en defensa del emperador. Enviado fué al patíbulo como los otros ("). Igual fin tuvieron otras muchas personas notables; entre ellas siete procuradores de los aprehendidos en Tordesillas, que fueron ajusticiados en Medina del Campo. Ni en el nombramiento de jueces, ni en la forma y trámites de los procedimientos debió haber grande imparcialidad ni escrúpulo, cuando el mismo almirante, uno de los gobernadores del reino, le decia al emperador: «En otra parte que no se acon»sejó bien V. M. fué en no hacer que sentenciasen los >>procesos personas con quienes el reino no tuviese ne>>cesidad ninguna, porque convenia dalles á entender >>que habian errado, y hasta quitalles esta credulidad >>podia pasar algun tiempo, segun la informacion que >>les daban legistas y teólogos y otros que ellos tenian >> por buenos. Y pues los condenados lo habian de ser >>de cualquiera manera que fuesen sentenciados, ¿por >>qué no miraron esto en que tanto iba, y agora los >>del reino no dudáran que los justiciados padecieron »por sus culpas, sino porque con enemistad se les hi

(4) Su sentencia decia: «Debemos condenar y condenamos al dicho don Pedro Pimentel..... á pena de muerte natural, la cual Je sea dada desta manera; que sea sacado de la cárcel donde está preso en la villa de Simancas á caballo en una mula, atado los pies v las manos con una cadena al pie, y sea traido por las calles acostumbradas de la dicha villa con voz de pregonero que publi

que sus delitos, é sea llevado á la plaza de la dicha villa, é alli le sea cortada la cabeza con cuchillo de fierro y acero, por manera que muera naturalmente y le salga el ánima de las carnes, etc.»-La ejecucion se verificó el 16 de agosto. Las de Bernardino y Mercado fueron acompañadas de circunstancias mas atroces.-Archivo de Simancas, ubi sup.-Coleccion de Documentos inéditos, tom. I.

>>zo justicia? Y aunque los del consejo son buenos y >> no lo hacen sino como deben, no quita su bondad que >>el que quiso matallos y fue en prendellos no los >>tenga por sospechosos. Asi que en esto no fué el con>>sejo sano y bueno, como lo fuéra si el reino conocie>>ra en esta ejecucion su culpa (1) .>>

A 26 de agosto se presentó el emperador en Valladolid, desde donde pasó á Tordesillas á visitar á la reina doña Juana, su madre, y se volvió á aquella ciudad. A los dos meses de su estancia en dicha poblacion, mas de año y medio despues de la derrota de los comuneros en Villalar, cerca de uno de la rendicion de Toledo, último aliento de la revolucion, decapitados los principales caudillos, tranquilo y sosegado todo el reino, y sin que nadie pensára ni pudiera pensar en moverse, entonces se presentó un dia el emperador Cárlos V. (28 de octubre) vestido de ropas talares, rodeado de los grandes y del Consejo, en la plaza de Valladolid, y subiendo todos á un estrado, cubierto de ricos paños bordados de oro y plata, hizo leer á un escribano de su cámara la famosa carta de perdon general, que ha dado motivo á los historiadores para apellidarle clementísimo y levantar hasta las nubes su generosidad y su indulgencia (2). Pero mi

(1) Cartas y advertencias del almirante de Castilla.

(2) Esta carta ó cédula de perdon es muy conocida, y la insertan varios autores. Cópiala tam

bien don José de Quevedo en la nota 47. á la obra del presbitero Maldonado El Movimiento de España.

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