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do por sus parciales en otra segunda tentativa que hizo sobre la capital, y retirado á Burjasot, le sorprendieron una noche en su casa dos plebeyos y le asesinaron (19 de mayo, 1522). Llevado el cadáver del Encubierto á Valencia, fué quemado de órden del Santo Oficio, y su cabeza y la del que habia de haberle facilitado la entrada en la ciudad, fueron clavadas sobre la puerta de Cuarte (1).

Continuó sin embargo por algun tiempo la guerra entre las tropas reales y las de las germanías de Játiva y Alcira por la parte de Sueca, Carlet, Luchente, Albaida y Bellús. En este último punto tuvieron los agermanados un encuentro con el virey, en que perdieron mas de mil infantes y siete banderas. Con esto y con los refuerzos que al conde de Mélito envió el emperador, de vuelta ya en España, acometió otra vez la rebelde y obstinada ciudad de Játiva, en ocasion que se hallaban casi solas las mugeres en la poblacion (6 de setiembre, 1522), las cuales hicieron una defensa varonil, dando lugar á que entráran los hombres que andaban corriendo la comarca. Pero

(1) Este famoso embaidor parece era hijo de padres judios y natural de Castilla, cuya lengua hablaba muy bien. Habia estado algun tiempo en la Huerta de Valencia haciendo vida de ermitano. Despues sirvió en Cartagena á un rico comerciante llamado Jaan Bilbao, en cuya compañia fué á Oran á asuntos mercantiles. Al cabo de algun tiempo sedujo la

TOMO XI.

muger ó la hija del comerciante, por lo cual fue despedido de la casa ignominiosamente y pasó á servir al gobernador de Oran. Habiéndosele descubierto otra fechoría semejante, fué azotado públicamente por las calles de aquella ciudad. Y desde alli se vino a Valencia, y tomó la parte que hemos visto en la guerra de las germanías.

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el virey, gefe ya de un ejército respetable, apretó tanto el sitio, que despues de algunos dias tuvieron que rendirse aquellos tenaces agermanados. Privada Alcira del apoyo de Játiva, y sola ya en la contienda, se entregó sin resistencia al vencedor, que pasó á plantar el estandarte imperial en el último baluarte de las germanías (1).

Terminada aquella sangrienta guerra y sosegado el reino, comenzaron los procesos contra los agermanados, como en Castilla contra los comuneros despues de concluida la guerra de las comunidades. El famoso Guillem Sorolla, gobernador de Paterna y Benaguacil, que habia sido traidoramente vendido y entregado á la justicia real por un moro criado suyo, fué sentenciado á muerte y ejecutado en Játiva, sufriendo despues igual pena el agermanado Oller, cuyo interrogatorio habia servido para condenar á Sorolla. Su cabeza fué llevada á Valencia, y colocada á una esquina de la casa de la ciudad. Su casa fué arrasada como la de Vicente Peris. El nombre de aquel famoso tejedor, individuo del gobierno de los Trece, y uno de los mas audaces caudillos de las germanías, se conserva inscrito en la calle misma en que vivia, que desde entonces se ha llamado calle de Sorolla. Igual fin que Sorolla tuvieron Juan Caro y otros gefes de la germanía. La muerte, el destierro

(4) Alli recibió el virey órden del emperador para que diera libertad al duque de Calabria don

Fernando de Aragon, preso hacia diez años en el castillo de Játiva.

ó la fuga fueron haciendo desaparecer á todos los agermanados de alguna cuenta, y los gremios de Valencia, y en general todas las clases de menestrales y artesanos, todos los que se nombraban plebeyos, fueron objeto de una activa persecucion, sufrieron la triste suerte de los vencidos, y fueron recargados de gravosísimos impues tos. Un escritor valenciano hace subir á catorce mil el número de víctimas que costó la guerra de las germanías (1).

Asi sucumbió casi á un tiempo y de un modo igualmente trágico la clase popular en Castilla y en Valencia, y en uno y otro reino quedó victoriosa y pujante la clase nobiliaria. Diversas en su orígen y en sus tendencias las dos revoluciones, sobrábanles á los populares de ambos reinos motivos de queja, y aun de irritacion, á los unos por las injusticias y las tiranías con que los oprimian los nobles, á los otros por la violacion de sus fueros y franquicias que sufrian de parte de la corona. Para sacudir la opresion ó revindicar sus derechos acudieron unos y otros á medios violentos, cometieron los escesos que acompañan de ordinario á los sacudimientos populares, fueron en sus pretensiones mas allá de lo que consentía el espíritu de la época y de lo que les convenia á ellos mismos; les sobró valor é intrepidez y les

(4) La isla de Mallorca, donde se habia propagado tambien la revolucion de las germanías, con los mismos horrores que en Va

lencia, se rindió y sometió al poco tiempo á consecuencia de una armadà que envió allá el emperador.

faltó direccion y tino; ambos movimientos fueron mal conducidos, y entre sus muchos errores el mayor para ellos fué haber obrado aisladamente y sin concierto los de Valencia y los de Castilla. Aun asi, estuvo Cárlos de Gante á peligro de perder su corona de España mientras ceñia en sus sienes la del imperio aleman. Pero una y otra revolucion sucumbieron, , y las guerras de las Comunidades y de las Germanías dieron por resultado el engrandecimiento de la autoridad real y la preponderancia de la nobleza.

CAPITULO IX.

CORONACION DE CARLOS V.

PRIMERAS GUERRAS DE ITALIA.

1520.-1522.

Salida de Cárlos de España.-Va á Inglaterra.-Situacion, carácter y relaciones de los reyes de Francia é Inglaterra.—El cardenal Wolsey.-Alianza de Cárlos con Enrique VIII.-Coronacion de Cárlos V. en Aix-la-Chapelle.-Entrevista de Francisco I de Francia y Enrique VIII. de Inglaterra en el Campo de la Tela de Oro.-Relaciones entre los monarcas y principes de Europa.-Guerra del Luxemburg.-Rompimiento entre Cárlos V. y Francisco I.-Guerra de Navarra.-Toman los franceses á Pamplona y sitian á Logroño. Son rechazados.-Guerra de Milan.-Alianza entre el emperador, el papa y Enrique VIII.-Los franceses espulsados de Milan. Muerte del papa Leon X.-Eleccion de Adriano, regente de Castilla.-Nueva guerra y derrota de franceses en Lombardía.Vuelve Cárlos V. á Inglaterra.-Guerra entre ingleses y franceses.-Regresa el emperador á Castilla.

Gana y deseo vehemente teníamos ya de dar algun desahogo al espíritu fatigado del sombrío cuadro de las guerras civiles, y de apartar nuestra vista de los campos de Castilla y de Valencia regados con sangre española, vertida por españoles mismos en batallas y

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