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agosto) para rescatar al papa y á los dos príncipes franceses que estaban en poder del emperador, y para reponer á Sforza en el ducado de Milan, conviniendo en que pasaria á Italia un ejército francés al mando de Lautrec, costeado por la Inglaterra. Lo cual nos deja ya entrever otra nueva guerra europea, en que habrá de verse envuelto el emperador.

CAPITULO XIII.

GUERRAS DE ITALIA.

TRATADO DE CAMBRAY:—LA PAZ DE LAS DAMAS.

1527.-1529.

Nueva alianza de príncipes contra Cárlos V.-Tratado y liga do Amiens. Triste situacion del pontifice.-Mas horrores y calamidades en Roma-Muerte del virey Lannoy.-Ejército francés en Italia: Lautrec: sus primeros triunfos y reconquistas.-Tratos del papa con Cárlos V.-Fúgase el pontifice de la prision.-Embajadores de Francia y de Inglaterra en España: proposiciones y contes taciones. Declaracion formal de guerra.-Desafio personal entro Francisco I. y Cárlos V.-Conducta de cada soberano en este negocio y su resultado.-Marcha de Lautrec y los franceses sobre Nápoles: bloqueo de esta ciudad.-Comportamiento de los generales del imperio,-Muerte del virey Moncada en combate naval: el marqués del Vasto prisionero.-Miserable situacion del ejército francés frente de Nápoles: hambre, peste, abandono de los aliados.-El famoso almirante genovés Andrea Doria: deja el servicio de Francia y pasa al del emperador: consecuencias.-Muerte del mariscal Lautrec.-Prision y muerte del marqués de Saluzzo: completa destruccion del ejército francés en Nápoles.-Destruccion de otro ejército francés en Milan por Antonio de Leiva.-Trátase de una paz general.-Concierto entre el papa y el emperador.-Tra

tado de Cambray entre Cárlos V. y Francisco I.-Paz de las Da mas.-Juicio crítico sobre este tratado y sobre las causas que le produjeron.

Escelente ocasion ofrecia el asalto y saco de Roma y el cautiverio del pastor universal de los fieles á todos los príncipes y soberanos enemigos de Cárlos V., ó envidiosos de su poder, ó recelosos de su engrandecimiento, para conjurarse en su daño. Que por mas que se esforzára por sincerarse á los ojos del mundo, si él no ordenó aquel escándalo, decian, suyos eran los generales y suyas las tropas que le cometieron si Borbon obró sin su mandamiento, Cárlos honra su memoria como la de uno de sus mas predilectos caudillos; si el emperador deplora y condena el saqueo, no castiga á los saqueadores; y si manda hacer procesiones públicas por la libertad del Santo Padre, el Santo Padre sigue en cautiverio bajo la custodia de un rudo soldado imperial. A estos cargos, dictados al parecer por un plausible celo religioso y el sentimiento de ver ultrajada la suprema dignidad de la iglesia y presa de foragidos la ciudad santa, se agregaba, y era en verdad el principal movil, aunque menos ostensible, el interés político de cada príncipe y de cada estado, y el mayor ó menor resentimiento ó motivo de queja que cada cual tuviera contra el emperador.

por

Preparada venia de muy atrás la alianza de Fran

cisco I. y Enrique VIII. de Inglaterra. Los tratos del inglés con la reina regente de Francia durante la cautividad de Francisco; el titulo de protector de la Santa Liga que Enrique habia tomado en el tratado de confederacion de Cognac; las conferencias celebradas entre los embajadores de uno y otro monarca en Wesminster en los meses de abril y mayo (1527), todos eran precedentes que conducian naturalmente al tratado de alianza celebrado en 18 de agosto en Amiens entre el rey Francisco de Francia y el cardenal Wolsey, representante del soberano de Inglaterra. El objeto ostensible de este concierto era, como hemos indicado, la libertad del Sumo Pontífice y el rescate de los hijos del rey Francisco. Las bases principales del pacto, el matrimonio del duque de Orleans con la princesa María de Inglaterra, la guerra al emperador, cuyo teatro seria otra vez la Italia, si no se allanaba á las proposiciones que le harian, y que Francisco levantaria los soldados y Enrique proporcionaria los subsidios. Los motivos que impulsaban al francés á esta alianza son de sobra sabidos. En cuanto al inglés, ademas del designio de atajar los grandes progresos y la prepotencia del emperador, movíale otro particular interés : traia ya en su pensamiento el divorcio con la reina Catalina, hija de los reyes Católicos de España, y para obtener la autorizacion de la Santa Sede, necesitaba presentarse como el mas interesado У el mas activo promovedor de la libertad del pontífice.

Entretanto el papa permanecia aprisionado en Sant Angelo con trece cardenales, pues no habiendo podido pagar sino 150.000 escudos de los 400.000 á qué se habia obligado, no le daban soltura los imperiales mientras no completára la suma de la capitulacion. A los horrores y calamidades que Roma acababa de sufrir se agregó la de una epidemia, que asi se cebaba en aquella miserable poblacion como en el relajado ejército imperial. Y como si la ira de Dios no hubiera descargado bastante sobre la ciudad santa, allá acudieron tambien el virey Lannoy, don Hu go de Moncada y el marqués del Vasto, con el ejército de Nápoles, á acabar de recoger el botin, si alguno hubieran dejado sus compañeros. Alcanzó á los nuevamente llegados el contagio de la peste y el de la indisciplina, y á tal punto creció la insubordinacion, que el virey Lannoy, viéndose en peligro de perder la vida á manos de sus mismos soldados, huyó de aquella desventurada ciudad, y al fin enfermó en Aversa y acabó sus dias en Gaeta. Otro tanto tuvo que hacer el príncipe de Orange, so color de ir á organizar la constitucion de Siena y mante→ nerla á la devocion del imperio, recayendo el vireinato de Nápoles y el mando de aquel desenfrenado ejército en don Hugo de Moncada, enemigo del pontífice. De esta manera, sin pertenecer Roma al emperador, mandaban en ella imperiosamente sus soldados.

En tal situacion, y habiendo entrado Venecia y

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