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gresa á España.-Nuevos planes de Francisco I. contra Carlos. Tratos entre el pontifice y Francisco.-Vistas del papa y el rey de Francia en Marsella.-Enrique VIII. de Inglaterra: amores con Ana Bolena: gestiones de divorcio: negativa del papa:-Realizase el divorcio: coronacion de Ana Bolena: excomunion pontificia.-El rey y reino de Inglaterra se apartan de la comunion católica.-Iglesia anglicana.-Muerte del papa Clemente VII.

Dejamos indicado que uno de los principales motivos, si no el primero y el mayor, que reclamaba la presencia del emperador en Alemania, era la cuestion de la reforma, que habiendo comenzado por las predicaciones de un fraile agustino, habia hecho tantos progresos que traia agitado el imperio y estaba causando una verdadera revolucion social, á la vez religiosa y politica, en el mundo; revolucion de ideas que habia de afectar basta á las instituciones públicas de los pueblos, que estaba produciendo y habia de consumar una lamentable division en el género humano, y romper la unidad de la iglesia rọmana, separando de ella una gran parte de Alemania y de los Paises Bajos, la Dinamarca, la Suecia, la Inglaterra, la Prusia y la Suiza. Necesitamos, pues, reseñar brevemente el principio y la marcha de aquella revolucion, uno de los acontecimientos mas importantes de la historia moderna, en el espacio de trece años que iban trascurridos desde las primeras predicaciones de Lutero hasta este viage de Cárlos V. motivado en gran parte por aquel suceso.

Sabido es que las indulgencias concedidas prime-
Τύπο ΧΙ.

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ramente por el papa Julio II y despues por Leon X. para la construccion del templo de San Pedro en Roó mas bien su prodigalidad, y el abuso que de ellas se hizo, fué lo que dió ocasion y pretesto á los ataques de Lutero y los reformistas contra el gefe y contra las antiguas y venerandas doctrinas de la iglesia católica. La circunstancia de haber sido preferidos y como privilegiados para su publicacion y distribucion en Alemania los frailes dominicos escitó los celos de los agustinos; y la poca prudencia, discrecion y parsimonia con que aquellos se condujeron en el uso de la facultad pontificia para la recaudacion y distribucion de las limosnas, facilitaron á éstos cierta oportunidad para combatir á sus rivales y para levantar la voz contra lo que ellos llamaban el tráfico de las indulgencias. Protegidos los agustinos por el elector Federico de Sajonia, y á propuesta del superior de la órden, fué designado para escribir y predicar contra aquellos escesos un profesor de teología de la universidad de Wittemberg, de la órden de San Agustin, que gozaba cierta reputacion de hombre de ciencia, que habia predicado ya al pueblo doctrinas bastante atrevidas, y que habiendo ido á Roma á defender los privilegios de su órden habia vuelto impresionado de la magnificencia de aquella capital y poco satisfecho de las costumbres del clero romano. Este hombre era Martin Lutero (1).

(1) Lutero habia nacido en 1483 en Elbeisen, condado de

Comenzó Lutero por fijar en la catedral de Wittemberg noventa y cinco proposiciones ó tesis teológicas relativas á indulgencias (1517), invitando á los sábios á discutirlas con él en una asamblea pública. Todavía Lutero no negaba ni la virtud de las indulgencias, ni la facultad pontificia para otorgarlas; sus proposiciones versaban sobre el abuso de ellas, con lo cual halagaba la opinion pública, que condenaba ya el abuso: todavía sometia su doctrina al juicio del papa y de la iglesia; todavia su causa no era la de la filosofía racional y del libre exámen; todavía Lutero era católico. El comisario general de indulgencias Juan Tetzel, dominicano, hizo no obstante quemar por su propia autoridad las proposiciones del agustino. Levantáronse otros antagonistas, los ánimos se

Mansfeld, en Sajonia. Era hijo de padres humildes y pobres, pero esto no impidió que recibiese una regular educacion literaria y cientifica: que no tardó en elevarle al profesorado. Cuenta la tradicion que no tenia vocacion alguna á la vida del claustro; pero le sucedió que filosofando un dia en el campo con un compañero suyo, cayó una exhalacion que quitó la vida á su interlocutor: aquel terrible fenómeno decidió á Lutero á abrazar la vida y el hábito religioso, escogiendo la órden de San Agustin. Su instruccion en la teología, y en el griego y hebreo, las dos Tenguas que entonces cultivaba el mundo erudito, le hizo merecedor de una cátedra de teologia en la universidad de Wittemberg, fundada por Federico, elector de Sajonia.

Segun ha demostrado Seckendorf, Historia del Luteranismo, y despues de él Lenfant y Chais, ya antes de las indulgencias habia empezado Lutero á impuguar, aunque no abiertamente, varios puntos del catecismo romano.

En cuanto á los abusos que cometian los predicadores de las indulgencias y los cuestadores ó recibidores de las limosnas, estan conformes todos los escritores católicos; el valor de aquellos se llevaba á una exageracion desmedida, y de estas no se hacia el uso conveniente. Esto fue lo que dió ocasion à Lutero para predicar con una libertad, que luego degeneró en irreverencia y en insulto, pasando del abuso á la esencia de la materia, y de alli al ataque de la autoridad y del poler.

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inflamaron, y las disputas se hicieron acaloradas: el encono de sus adversarios le irritó y la indiferencia y el silencio de Roma le alentaron en términos de propasarse ya á predicar contra la eficacia de los sacramentos, contra los votos monásticos, contra el purgatorio, contra muchas ceremonias de la iglesia, y aun contra el poder pontificio: la Sagrada Escritura era ya para él la única regla de fé. Su doctrina lisongeaba á los príncipes y halagaba al pueblo, que se figuraban ser libres sacudiendo la dependencia de Roma, y agradaba á los frailes y monges que llevaban mal las trabas de la vida claustral y la ligadura de los votos monásticos. Tan laxa y halagüeña doctrina hizo pronto multitud de prosélitos, y la córte de Roma no se mostraba muy alarmada ni muy activa en atajar sus progresos (").

(1) Maimbourg, Historia del Luteranismo. Luden, Historia de Alemania, tom. V. ed. de Paris, 1845.

Debemos advertir que Robertsou, en su Historia del reinado de Cárlos V.. en todo lo que se refiere á la reforma ha seguido, á fuer de buen protestante, los autores y las obras que mas favorecen el movimiento y el espíritu de aquellas doctrinas. Muy rara vez cita algun escritor católico, y da siempre la preferencia, por ejemplo, & Seckendorfque escribió apasionadamente su historia contra la del católico Maimbourg; á Sleidan, en la suza De statu religionis et reipublicæ Germanorum sub Carolo V. ab anno 1317 al annum 1553, que supo dar cierto aire de similitud hasta á las ca

lumnias y no careció de destreza para desnaturalizar todos los actos de Carlos V. Obsérvase no obstante de tiempo en tiempo que no le cagó siempre el espíritu de secta, pues hay pasages que favorecen á los católicos, cosa digna de apreciar en un escritor protestante y á sueldo de los protestantes; bien que despues de su muerte se hicieron desaparecer de sus obras aquellos honrosos testimonios: véanse las ediciones de 4556 y de 4653. Lo mismo podriamos decir de otros que frecuentemente cita Robertson. Es estraño que la obra de este apreciable historiador, tan generalizada en España, haya corrido siempre en las traducciones que de ella se han hecho, sin los necesarios correctivos en lo relativo á la reforma.

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Exhortado al fin el papa Leon X. á que empleara los medios de contener tan peligrosa propagacion, citó á Lutero mandándole comparecer en Roma en el término de dos meses (1518). Pero la universidad apoyada por el elector Federico, logró del pontífice que el negocio fuera juzgado en Alemania; en su virtud el papa dió comision al cardenal Cayetano, dominico, su legado en Alemania, y diputado en la dieta de Augsburgo, para que juzgase este negocio, autorizándole para absolver al innovador si se retractaba ó para apoderarse de su persona si insistia en sus doctrinas. El cardenal mandó comparecer á Lutero; hízolo éste no sin repugnancia, y el legado pontificio le intimó desde luego que se retractára de sus errores. Pedia el profesor de Wittemberg que se le convenciera antes por la Sagrada Escritura, ó que se sometiera la decision del negocio á las universidades, y protestaba todavía de su sumision á la Santa Sede. Exigia el legado la retractacion lisa y llana; negábase á ella Lutero, y apelaba del papa mal informado al papa mejor informado. En vista de esta insistencia le amenazó el cardenal con la excomunion, y temiendo Lutero y sus amigos las iras del legado, fugóse aquél secretamente de Augsburgo no contemplando alli segura su persona. Entonces fué cuando tomó la cuestion un carácter político. El cardenal legado reclamó del elector de Sajonia, ó que enviara á Roma á Lutero, ó que le desterrára de sus estados. El prínci

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