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inculpaciones que los nobles dirigian á los agermanados; y creyó que eran injustas, cuando tomando informes de los doctores Bartolomé Monfort y Gerónimo Soriano, le contestaron estos letrados ponderando la justicia que asistia al pueblo en la hermandad que habia jurado.

D. Alonso de Vilaragut encontró al emperador en Lérida de paso para la Coruña, donde iba á embarcarse, y á pesar de sus gestiones nada pudo conseguir, pero vuelto á Valencia se recibió casi al mismo tiempo una carta de S. M. mandando al vice-canciller D. Antonio Agustin declarase en su nombre á los estamentos que prestasen su juramento en manos del cardenal, pues así lo habian propuesto los representantes de los plebeyos que le podian servir en aquel caso. Para dar cumplimiento á esta disposicion reunió el vice-canciller á los nobles en la cofradía de Santiago y les comunicó la resolucion del emperador. La respuesta del estamento militar fue tan terminante como la primera, y conforme con la que dió el estado eclesiástico.

Al par que los nobles defendian con tanto empeño los antiguos fueros del reino, y parecian hacer oposicion á las órdenes del emperador, los plebeyos se quejaban abiertamente de la opresion que gravitaba sobre su clase, lamentándose además de que ni aun encontraban abogados que quisiesen tomar su defensa en los negocios comunes por no escitar la enemistad de los nobles. Para obviar estos inconvenientes espidió S. M. una carta-órden fecha treinta de Enero mandando á dos letrados se encargasen de los negocios de los plebeyos; siendo los primeros que egercieron entonces este cargo (como hemos dicho), Gerónimo Soriano y Bartolomé Monfort (1).

Ufanos los plebeyos por el resultado de sus gestiones, que consolidaban de una manera tan decisiva su revolucion, y autorizados hasta cierto punto por el consentimiento del emperador, que ignoraba el verdadero estado de los negocios públicos en Valencia, invitaron á los pueblos de mas importancia del reino á proclamar la Germania, dirigiendo en particular sus escitaciones á la ciudad de Játiva, cuyos plebeyos no se hicieron sordos al llamamiento de

(1) Este caballero y su muger Doña Angela Almenar fundaron en el año 1552 el colegio de la Asuncion de la Madre de Dios, conocido valgarmente con el título de Namonforta.

los valencianos. No dejaria de contribuir á exasperar la animosidad de los plebeyos de Játiva la circunstancia de haber sido asesinado en aquella crisis Pedro Blanes por D Martin Tallada, y haber procurado intentar lo mismo D. Pedro Sanz con Francisco Tordera, dando lugar á que los plebeyos sacasen de aquellos dos hechos aislados un gran partido para pronunciarse por los de Valencia, formando su junta (1), y oponiéndose hostilmente á las disposiciones del gobernador que hizo cuanto pudo para sofocar el movimiento. No dejó éste sin embargo de encontrar oposicion entre los mismos plebeyos, promoviéndose un tumulto en que perecieron algunos de una y otra parte.

Los jurados y el abogado de la sala D. Domingo Olcina practicaron las mas eficaces diligencias para cortar oportunamente aquel pronunciamiento, recordando la lealtad de aquel pueblo durante guerra de la union, mereciendo del rey D. Pedro una distincion particular; pero los agermanados hicieron inútiles sus esfuerzos y lograron por último hacer triunfar la causa de los plebeyos poniéndose de acuerdo con los de Valencia.

la

Los de Murviedro secundaron tambien el movimiento, y recibiendo instrucciones de los Trece de Valencia, formaron tambien su junta; trataron de obligar á reconocerle á varias personas notables de la poblacion, que temiendo una tropelía se refugiaron en el castillo resueltas á defenderse. En esta posicion fueron atacados por los plebeyos, que ausiliados. por los de Puzol, lograron tomar por asalto aquel fuerte penetrando en seguida en la capilla, donde pasaron á cuchillo á los que se habian refugiado allí, consiguiendo escaparse algunos con mucha dificultad. Entre los muertos se hallaron dos niños uno de siete años y otro de nueve, y fue horrible espectáculo ver á un hermano enseñar á su madre la espada ensangrentada con que habia puesto fin á los dias de otro hermano, degollado por él mismo en el asalto de la capilla. Además de los muertos hicieron algunos prisioneros que por de pronto encarcelaron, sacando de allí á pocos dias á un notario á la plaza pública, donde á pesar de sus lamentos y la intercesion de algunos

(1) Los principales promovedores del motin fueron Francisco Tordera, Pedro Miralles, Francisco Almenara, Pedro Puig, Gaspar Juliá y Francisco Valladolit.

sugetos recomendables, le dieron una muerte horrorosa abriendole la cabeza á cuchilladas.

Viendo los Trece de Valencia el efecto que producia la carta del emperador espedida en Fraga aprobando la Germania, cuyo objeto pareció á S. M. muy oportuno para defenderse de una invasion de los moros, pero cuya tendencia era ya bien conocida, se apresuraron á remitir numerosas copias á todos los pueblos del reino, que sin dificultad se agermanaban, bastando para esto que unos pocos, si eran atrevidos, arrastrasen á la poblacion entera á secundar el movimiento, y llegando á tal punto su fanatismo político, que si algun pueblo, aconsejado por las personas despreocupadas, resistia á proclamar la Germania, los pueblos vecinos se apresuraban á obligarle por fuerza de armas á reconocer y jurar sus principios, cometiendo en estas escursiones hostiles cuantos escesos son consiguientes á los principios de una revolucion.

Propagado ya el movimiento y declarada en todas partes la guerra contra los nobles, determinaron estos por fin celebrar una reunion para tomar las medidas oportunas, capaces de asegurar sus personas, y arregladas á las graves circunstancias que corrian. A esta reunion concurrieron no solamente los nobles de Valencia, sino tambien D. Pedro Maza, señor de Mogente, que fue el único que acudió de fuera; y en ella se nombraron veinte representantes con amplias facultades para poder dictar cuantas providencias estimaren indispensables á la seguridad de todos, dejando á su decision y energía la suerte de sus comitentes, que por su parte ofrecieron la mas lata cooperacion y obediencia (1). Hallábase todavía en Valencia el cardenal Adriano, cuando los representantes de los nobles comenzaron á egercer las funciones de que estaban revestidos, obligándoles á tomar sérias precauciones, á consecuencia de un incidente aislado, pero que contribuyó á renovar un motin de vastos resultados, y cuyo término fue el principio de la

(1) Los elegidos por los nobles fueron los siguientes: D. Pedro Boil, señor de Manises, D. Ramon Ladron, D. Jaime Pallás, D. Gisberto Pardo de la Casta, D. Pedro Boil, menor, D. Guerau Bou, D. Gerónimo Carróz, D. Luis Lanoguera, D. Alonso Milán, D. Galceran Carróz, D. Jaime Pertusa, Don Gaspar Marco, D. Gaspar Marradac, D. Bernardo Juan, D. Baltasar Pellicer, D. Francisco Berenguer Valterra, D. Francisco Juan, D. Juan Peñarroja y D. Baltasar de Blanes.

guerra. Un artesano llamado Pedro Malet habia consentido que su aprendiz abriese taller en la plaza de Sta. Catalina, sin preceder el exámen de los mayorales de su oficio, dando este paso por cierta cantidad que le habian abonado los parientes ó protectores del aprendiz. Llegada á noticia del síndico del oficio esta innovacion introducida por Malet, presentó su queja ante el gobernador; pero recomendado el aprendiz por D. Diego Jofré, señor de Pardines, se dió por satisfecho el sindico, y quedó por entonces sobreseido este negocio. Pero ausentándose por aquellos dias el señor de Pardines, volvió el síndico á repetir su instancia contra el aprendiz, y amenazando á su protector si se atrevia á interceder por él. Apenas supo aquel caballero esta novedad, regresó á Valencia, y buscando al síndico le dió de cuchilladas, abriéndole por dos partes la cabeza. No faltaron personas prudentes que previeron en este lance fatales consecuencias y se apresuraron á calmar la efervescencia popular que este hecho debia producir. Gozaba entonces de mucho prestigio aun entre los mismos plebeyos D. Rodrigo de Mendoza, marqués de Zenete (1), y aprovechando esta influencia, logró calmar la venganza del herido, y haciendo que el aprendiz de Malet pudiera abrir su taller. Así se verificó; pero apenas circuló esta noticia, acudió el pueblo á casa de Malet, y apedreándole las puertas y repitiendo sus grupos mueran los caballeros, pasaron á la plaza de Sta. Catalina en busca del aprendiz. Llegado á noticia del cardenal este desórden, se presentó en la plaza acompañado de D. Manuel Exarch, teniente de gobernador, y de algunos jurados; pero era tal el encono del pueblo, que fueron vanas sus exhortaciones y su presencia. Entonces conoció, aunque tarde, el verdadero aspecto que presentaba la revolucion, persuadiéndose mucho mas de su tendencia, cuando accediendo á las demandas de los Trece, no se contentaron estos solamente con que se tapiara la puerta de la casa del aprendiz quemando públicamente los efectos de su taller y logrando una sentencia de destierro contra el señor de Pardines, sus criados y Pedro Malet, sino que se adelantaron tambien á pregonar sus cabezas á despecho de las reclamaciones del cardenal.

(1) Este personage es el mismo que está enterrado en el magnífico sepalcro que existe en la capilla llamada de los Reyes en el suprimido convento de Sto. Domingo.

Amenazados ya de muerte en este tumulto los caballeros, nombraron sus representantes dos comisionados para que presentándose al emperador, le hiciesen una exacta relacion del estado en que se hallaba Valencia, y el peligro en que se veian envueltos por los repetidos desmanes de la anarquía. Los comisionados para este objeto fueron: D. Gaspar Marradas y D. Pedro Navarro, abogado del estamento militar, unidos al canónigo Burguerino y D. Onofre de Híjar, embajadores del estado eclesiástico, y el síndico de la ciudad D. Tomás Assion, costeando el viage de los dos caballeros el infante D. Enrique de Aragon, su hijo D. Alonso de Aragon, duque de Segorbe, D. Juan de Borja, conde de Gandía, el maestre de Montesa, el conde de Oliva y D. Pedro Maza, señor de Mogente. Estos comisionados encontraron en la Coruña al emperador, y enterado S. M., nombró virey y capitan general del reino á D. Diego Hurtado de Mendoza, conde de Mélito, cuya prudencia y valor inspiraban, tanto al emperador como á los nobles, la mas segura confianza para la pacificacion del reino.

Tampoco descuidaron los Trece en enviar á la Coruña á su síndico Gerónimo Coll, para que aprovechándose de la proteccion que en Fraga les habian dispensado los alemanes que seguian la corte del emperador, se esforzase en neutralizar el efecto que habia producido en el ánimo de S. M. la representacion de los caballeros. No fue vano este recurso de los Trece, que por medio de su síndico obtuvieron de aquellos cortesanos carta de recomendacion para el nuevo virey preocupado ya, en concepto de los plebeyos, en favor de los caballeros.

Mientras uno y otro partido empleaban los medios que presta la política para hacer triunfar sus principios, continuaba Valencia en la mayor agitacion, debida á las noticias exageradas ó fingidas que suelen circular en estos casos, y que siempre se propalan por los ambiciosos ó descontentos, para llevar á cabo sus proyectos. Bastaba por entonces en Valencia para comprometer con el pueblo á uno de la oposicion, con hacer creer que era sodomita; y esta indicacion era suficiente para irritar el fanatismo religioso y político de los plebeyos, cuyas masas siempre inflamadas, necesitaban poco para hacer recaer su esplosion contra los nobles, contra quienes iba siempre en aumento su animosidad. Para poner en movimiento aquellas masas que parecian prometer un momento de treguas, se acusó ante los Trece del delito de sodomía á un

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