Relaciones de la vida del escudero Marcos de Obregon ...

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por Iuan de la Cuesta, 1618 - 374 páginas
 

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Palavras e frases frequentes

Passagens conhecidas

Página 44 - Estábamos después de esto tres compañeros en el barrio de San Vicente tan abundantes de necesidad, que el menos desamparado de las armas reales era yo, por ciertas lecciones de cantar que yo daba; y aun las daba, porque se pagaban tan mal, que antes eran dadas que pagadas; y aun dadas al diablo.
Página 43 - Miró el pulso, y hallole sin calentura: admirose de ver la mudanza, y dijo: ¡Oh milagroso baño! No se ha inventado tal medicina en el mundo: no le he dado a hombre que no le haga notable provecho.
Página 2 - ... como uso del oficio, con tanta aprobación y opinión de todo el pueblo, que me ha valido tanto el buen puesto en que estoy junto con traer unas cuentas muy gruesas, unos guantes de nutria...
Página 44 - Hallámonos una noche, entre otras muchas, tan rematados de dineros y paciencia, que nos salimos de casa medio desesperados sin cenar, sin luz para alumbrarnos, sin lumbre para calentarnos, haciendo un frío que en echando el agua en la calle, se tornaba cristal. Yo...
Página 17 - Saber el secreto ajeno, o es acaso, o por confianza que hacen de nosotros: si es acaso, la misma naturaleza nos enseña que puede suceder lo mismo por nosotros: y si es por confianza ya entra en guardarle la reputación del que lo sabe. Encubrir faltas ajenas es de ángeles, y descubrirlas es de perros, que ladran cuando más dañan. Querer saber secretos ajenos nace de pechos sin merecimientos, que lo que no pueden merecer por sí, quieren merecerlo a costa ajena.
Página 25 - ... príncipe o gran caballero, es que tenga experiencia con madurez de edad, que por lo menos tenga los aceros de la juventud gastados; edad en que con dificultad puede ser sabio y prudente un hombre, por faltar el tiempo que nos hace previstos y recatados.
Página 81 - Entré en su gracia, e hice muy poco, porque tenía el Conde un pechazo tan generoso, manso Y apacible, que con poca diligencia se entraba en las entrañas de quien le quería. Con todo no me hallé muy bien a los principios, porque me faltaba lo que es menester para servir en palacio, que es decir con gracia una lisonja, salpimentar una mentira, traer con blandura y artificio un servil chisme, fingir amistades, disimular odios, que caben mal estas cosas en los pechos ingenuos y libres.
Página 183 - Amador, movido de las buenas palabras del paje, asegurole que no recibiría daño ninguno diciendo la verdad. Yo estaba confuso, porque me parecía conocer la voz y habla del paje; pero no di en quién pudiese ser. Habiendo hablado con aquella blandura Roque, dijo el paje: Pues si alguna compasión ha llegado a vuestro piadoso pecho de mi tristeza y soledad, dadme palabra por vos y por vuestros compañeros de guardar, como naturalmente debéis, mi persona sin agravio ni en secreto, ni...

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