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Libro duodécimo.

La tempestad levantada por el ardor de la revolu

cion habíase desvanecido: Fernando habia recobrado todo el poder del absolutismo: el bien ó el mal que brotó de su cetro, únicamente en su pecho tuvo origen.

Cuando el rey puso los pies en la arena en el Puerto de Santa María aguardábanie los duques de Angulema y del Infantado, el ministro don Victor Saez, el general Ballesteros, y otros muchos per'sonages de elevada esfera. El monarca recibió con dignidad al príncipe francés, mostrando en sus palabras su afecto; y sonrió á la vista de Infantado, á quien dió repetidas pruebas de amistad. Y cuando se vió libre de los ceremoniosos obsequios de los franceses y de las auroridades españolas encerróse en su alojamiento con el presidente de la regencia; y despues de una larga entrevista entró el ministro de Estado don Victor Saez, á quien autorizó con el nombre de ministro universal hasta su llegada á Madrid; sin duda entonces fue redactado, ó recibió la real aprobacion el decreto siguiente:

"Bien públicos y notorios fueron á todos mis vasallos los escandalosos sucesos que precedieron, acompañaron y siguieron al establecimiento de la democrática Constitucion de Cádiz en el mes de Marzo de 1820: la mas criminal traicion, la mas

Decreto de 1.o de Octubre.

vergonzosa cobardía, el desacato mas horrendo á mi real persona, y la violencia mas inevitable, fueron los elementos empleados para variar esencialmente el gobierno paternal de mis reinos en un código democrático, origen fecundo de desastres y de desgracias. Mis vasallos, acostumbrados á vivir bajo leyes sabias, moderadas y adoptadas á sus usos y costumbres, y que por tantos siglos habian hecho felices á sus antepasados, dieron bien pronto pruebas públicas y universales del desprecio, desafecto y desaprobacion del nuevo régimen constitucional. Todas las clases del Estado se resintieron á la par de unas instituciones en que preveían señalada su miseria y desventura.

» Gobernados tiránicamente, en virtud y á nombre de la Constitucion, y espiados traidoramente hasta en sus mismos aposentos, ni les era posible reclamar el orden ni la justicia, ni pòdian tampoco conformarse con leyes establecidas por la cobardía y la traicion, sostenidas por la violencia, y productoras del desorden mas espantoso, de la anarquía mas desoladora y de la indigencia universal.

» El voto general clamó por todas partes contra la tiránica Constitucion; clamó por la cesacion de un código nulo en su origen, ilegal en su formacion, injusto en su contenido; clamó finalmente por el sostenimiento de la santa religion de sus mayores, por la restitucion de sus leyes fundamentales, y por la conservacion de mis legítimos derechos que heredé de mis antepasados, que con la prevenida solemnidad habian jurado mis vasallos.

"No fue estéril el grito general de la nacion: por todas las provincias se formaban cuerpos arinados que lidiaron contra los soldados de la Constitucion: vencedores unas veces y vencidos otras, siempre permanecieron constantes en la causa de

la religion y de la monarquía: el entusiasmo en defensa de tan sagrados objetos nunca decayó en los reveses de la guerra; y prefiriendo mis vasallos la muerte á la pérdida de tan importantes bienes, hicieron presente á la Europa con su fidelidad y su constancia que si la España habia dado el ser y abrigado en su seno á algunos desnaturalizados hijos de la rebelion universal, la nacion entera era religiosa, monárquica y amante de su legítimo saberano.

"La Europa entera, conociendo profundamente mi cautiverio y el de toda mi real familia, la mísera situacion de mis vasallos fieles y leales, y las máximas perniciosas que profusamente esparcian á toda costa los agentes españoles por todas partes, determinaron poner fin á un estado de cosas que era el escándalo universal, que caminaba á trastornar todos los tronos y todas las instituciones antiguas, cambiándolas en la irreligion y en la inmoralidad.

"Encargada la Francia de tan santa empresa, en pocos meses ha triunfado de los esfuerzos de todos los rebeldes del mundo, reunidos, por desgracia de la España, en el suelo clásico de la fidelidad y lealtad. Mi augusto y amado primo el duque de Angulema al frente de un ejército valiente, vencedor en todos mis dominios, me ha sacado de la esclavitud en que gemia, restituyén-1 dome á mis amados vasallos, fieles y constantes.

» Sentado ya otra vez en el trono de San Fernando por la mano sabia y justa del Omnipotente, por las generosas resoluciones de mis poderosos aliados, y por los denodados esfuerzos de mi primo el duque de Angulema y su valiente ejér-: cito; deseando proveer de remedio á las mas urgentes necesidades de mis pueblos, y manifestar á todo el mundo mi verdadera voluntad en el T. III. 21

primer momento que he recobrado mi libertad, he venido en decretar lo siguiente:

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1. Son nulos y de ningun valor todos los actos del gobierno llamado constitucional, de cualquiera clase y condicion que sean, que ha dominado á mis pueblos desde el 7 de Marzo hasta hoy dia 1.o de Octubre de 1823, declarando, como declaro, que en toda esta época he carecido de libertad, obligado á sancionar las leyes y á espedir las órdenes, decretos y reglamentos que contra mi voluntad se meditaban y espedian por el mismo gobierno.

y

2.9 » Apruebo todo cuanto se ha decretado ordenado por la junta provisional de gobierno y por la regencia del reino, creadas, aquella en Oyarzun el dia 9 de Abril, y esta en Madrid el dia 26 de Mayo del presente año; entendiéndose interinamente hasta tanto que instruido competentemente de las necesidades de mis pueblos, pueda dar las leyes y dictar las providencias mas oportu nas para causar su verdadera prosperidad y felicidad, objeto constante de todos inis deseos. Tendréislo entendido, y lo comunicaréis á todos los ministros. Rubricado de la real mano. - Puerto de Santa María, 1.° de Octubre de 1823. A don Victor Saez."

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Comenzaban á circular por el Puerto ejemplares impresos del decreto del dia anterior espedido en Cádiz, cuando se dió á la luz el que acabamos de copiar: la sorpresa fue igual al engaño. Los partidarios furibundos de la tiranía regocijáronse al ver abiertas de nuevo por la mano augusta del rey las puertas de la intolerancia y de las proscripciones; mas los buenos ciudadanos, que libres de ambicion únicamente deseaban la ventura de la patria afianzada en la concordia y el orden, temblaron cuando el trono sancionó con este decreto la anar

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quía que reinaba. En él se aprobaban, sin que hubiese mediado tiempo para examinar ni aun sus títulos, las órdenes espedidas por la regencia en medio del ardimiento y del frenesí de las pasiones; y se condenaban y abolian los trabajos de las pasadas Cortes, que no obstante algunos desaciertos, habian dictado leyes sabias y justas. Y el rey, que con su firma las habia autorizado y mandado á su pueblo que las acatase, no debia condenar ahora la sumision agena sin cubrirse de oprobio; porque si S. M. habia sucumbido al temor, como alegaba, cada español podia escusarse mas fundadamente, con el propio miedo, puesto que se castigaba con las penas impuestas á los que contravenian á los mandatos del gobierno.de

El decreto del Puerto de Santa María dió principio á una era sangrienta de crímenes jurídicos, de asesinatos y de proscripciones que desdoran los anales de la desventurada España. ¡Con qué amargura vamos á revolver tan negros fastos, y á sacar á la luz del dia de la confusion en que yacen la crueldad del monarca y la sed de sangre de sus ministros! Faltan alientos á los que entonces viviamos para descorrer el velo al cuadro espantoso de tantas miserias y del desbordamiento completo de la anarquía.

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El general Valdés regresó á Cádiz despues de haber desembarcado S. M. en el Puerto, y dádole pruebas de aprecio en las halagüeñas palabras que le dirigió; y entregóse á la confianza que debian inspirarle el cumplimiento de su deber y una conciencia tranquila. No tardó el general Bourmònt en recibir aviso del Puerto de que Fernando acababa de sentenciar en secreto á la pena de horca á los individuos de la regencia nombrada el 11 de Junio. Indignado el francés, y lleno de generosidad, participó al ex-regente Valdés la y Vigodet.

:

Sentencia de

muerte contra

Valdés, Ciscar

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