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sin temor de la Europa, que miraba con indignacion reproducidos los anales de Tiberio en tan inhumanos escritos.

En medio de tantas tinieblas brillaba de tiempo en tiempo una ráfaga de luz que salia del ministerio del honrado Ballesteros: crecian los recursos del erario: imponíanse con el título de subsidio de comercio diez millones de reales cada año á las clases fabriles y mercantiles: habilitábase la bandera estrangera para el tráfico de América: ordenábase que en el dia de San Fernando se hiciese una esposicion pública de los productos de la industria española para estimular á los artistas, verificándose en efecto la primera esposicion en Julio de 1827 en el conservatorio de Artes; y se determinaba no conferir empleos á los que no gozasen sueldo del erario, mientras hubiese impurificados ó cesantes en quienes proveerlos.

El manifiesto de Fernando que hemos copiado espresaba sin rodeos la política del gabinete, que era al propio tiempo el secreto del monarca y el sistema de su ministro favorito. Fundábase aquel en no alterar la forma de gobierno, regir la monarquía por el embrollado laberinto de la Novísima Recopilacion con sus leyes contradictorias, y no tocar los abusos por miedo de las reformas. Pero tambien se queria no retroceder mas, tener las riendas á las persecuciones, y fulminarlas únicamente contra los futuros agitadores, de cualquier color que fuesen, lo cual no agradaba á los realistas exaltados, pues vivian convencidos de que era preciso y justo acabar con la generacion liberal para que no retoñasen sus máximas, y pudiesen ellos vivir tranquilos y gozar de todos los destinos del Estado. Los asuntos de Portugal complicando los negocios vinieron á enardecer sus ánimos.

Alarmados los realistas portugueses desde Julio

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Rebelion de Portugal á favor de don Miguel.

observacion.

del año anterior con el espontáneo otorgamiento de la carta de don Pedro y el nombramiento de una regencia que debia gobernar el reino durante la menor edad de doña María de la Gloria, alzaron pendones desde el sur al norte á favor de don Miguel, atizador y alma de la intriga, mandados por el teniente general marques de Chaves. Soplaban la llama las potencias del norte, y principalmente nuestra corte, recelosas todas de que el contagio de las ideas libres se estendiese desde la embocadura del Tajo hasta su nacimiento y contaminase los pueblos españoles. En efecto, saltaron débiles chispas en la provincia de Velez-Málaga, merced al tiránico mando que en ella ejercia don José Ignacio Alvarez Campana, cuya sed de sangre manifestó en 1820 en los sucesos de Cádiz, y que para captarse ahora la real benevolencia exageraba al rey los planes del partido liberal. Tambien en los contornos de Sariñena apareció una banda de constitucionales á las órdenes de don Miguel Nogueras, que quedó derrotado y muerto á los pocos dias.

El gabinete madrideño tomó por pretesto aquellas chispas de insurreccion, y llamando á las arEjército de mas veinte y cuatro mil liombres formó un ejercito de observacion que se tendió por la línea interior del Tajo, bajo el mando del diestro general don Pedro Sarsfield. El ministerio hispano temia que la Inglaterra interviniese en la contienda que se habia empeñado entre los dos príncipes portugueses; y aunque quebrantó la neutralidad permitiendo á los partidarios de don Miguel que se acogiesen á nuestro territorio, lanzándolos otra vez despues de auxiliados y armados contra la regencia de la infanta, sin respetar tampoco la inmunidad del territorio lusitano, coloró sin embargo á los ojos del embajador británico su conducta con

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el barniz de la inocencia. A la formacion del ejército de observacion siguió una circular de la secretaría de la Guerra, en que el monarca ofrecia "permanecer neutral y no tomar parte en ningun acto hostil contra Portugal, evitando de este modo compromisos con aquel pais y con su aliada la Gran Bretaña." Hablaba en seguida la circular "de cierta tendencia de hostilidad moral" que se suponia en las provincias fronterizas, y del caso en que las tropas inglesas ocupasen algunos puntos de Portugal, que era entonces la general creencia. Y al propio tiempo que el gobierno encomiaba en ella á los ingleses, amenazábalos con que Fernando se pondria en un caso al frente de su ejército, y escitaria el denuedo y constancia de los castellanos; señales claras del pavor de los ministros españoles, combatidos ahora por encontrados vientos.

Amenazas á Inglaterra.

Porque á mas de las nubes que empañaban el cielo lusitano, oscurecíase tambien la atmósfera política á la otra parte de los Pirineos. En las discusiones de los diputados franceses sobre la ley represiva de la libertad de imprenta las pasiones se habian mostrado tan enconadas, que asustado Carlos X tuvo que retirarla para no perecer en la tormenta. El pueblo de París se entregó á la alegría, y el rey, queriendo aprovechar aquel momento de embriaguez, pasó revista á la guardia nacional. Apenas se presentó Carlos á la vista de los ciudadanos armados, llenaron estos el aire con anatemas contra los opresores y los Jesuitas, cuyo impolítico Francia. restablecimiento meditaba ó toleraba aquel gobierno. El monarca, creyendo mancillada su corona con el tumulto de voces y de improperios que escuchó, licenció la guardia nacional, con cuya vigorosa medida aunque reprimió por entonces á los descontentos, acrecentó su odio y preparó las futuras tramas. La muerte del célebre Canning en la flor de sus

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Sucesos de

1826.

dias, y cuando mas necesario era á la libertad del mundo, sumió en el dolor á los buenos ingleses; pero ya en 6 de Julio de este año se habia concluido entre la Gran Bretaña, Francia y Rusia un tratado para la pacificacion de la Grecia, y su independencia quedaba asegurada desde aquel dia. Asi caminaba la Europa á la perfeccion social y á la humana regenaracion, mientras España se consumia en una especie de fiebre lenta, aterrada con los progresos de sus vecinos, y trabajada por la hidra de la discordia, que roía su corazon.

El ministerio francés en medio de su resistencia á las opiniones liberales veía con ojos imparciales el estado lastimoso de la Península española, los peligros de una guerra civil á que esponia á la misma su vecindad con el reino lusitano, y pensaba que el medio único de atajar el daño era que Fernando modificase su gobierno y concediese algun desahogo al oprimido pueblo imitando al emperador don Pedro. Fernando, aunque respondia al embajador francés y á las notas que pasó el gabinete de las Tullerías en aquella época con la sagacidad que le era natural, irritábase sin embargo con ellas porque aborrecia á los liberales, y en su pequeño corazon no cabia la grandeza de perdonar las ofensas. Observemos detenidamente el doble juego que empleó para librarse de embarazos sin comprometerse ni figurar directamente en este drama digno de Maquiavelo.

y

Fernando tenia en los conciliábulos realistas Espías del rey. en el cuarto de su hermano espías fieles y entusiastas de su persona que le contaban cuanto pasaba, y los individuos de que se componian las juntas. Por consiguiente el monarca no ignoraba la tendencia que en ellas habia á un levantamiento á favor del santo oficio y contra los liberales, mucho inas ahora que estimulaban á los realistas exaltados

la Constitucion de don Pedro y la salida de los suizos de Madrid, que habian regresado á Francia, y que por lo tanto no podian hostilizarlos. Habló pues el rey á los primeros amigos de la reaccion de la política que quizás tendria que seguir obligado por las notas del gabinete de las Tullerías, lo cual equivalia á abrirles los ojos para que se apresurasen á impedirle semejante rumbo.

Las palabras oscuras de Fernando, pronunciadas como por acaso, inflamaron á los cortesanos, que las interpretaron en distintos sentidos: en el cuarto del infante don Carlos dominó la opinion de que el rey por su natural cobardía cederia al miedo y comprometeria al partido realista. Las sociedades secretas resolvieron pues oponer resistencia y correr á las armas en hostilidad abierta, llevando esta vez á cima el proyecto que abortó cuando dió el grito de rebelion don Jorge Bessieres. El rey para mayor incentivo del realismo exaltado le halagó cual si temiese su poder: en Enero de este año habia mandado que todas las comisiones se desempeñasen por ilimitados, y que á cada compañía se aumentase un subteniente en los cuerpos de infantería, preferiendo á los oficiales que procediesen de las filas del estinguido ejército de la fé; y en Febrero, que se llevasen á efecto los decretos sobre arbitrios para la organizacion de voluntarios realistas. Tambien en 18 de Julio mandó que se antepusiese á los comandantes de voluntarios realistas para las comisiones de apremio.

En tales decretos los partidarios de la inquisicion no veían sino otros tantos premios á su mérito y á sus servicios; y parecíales que Fernando, ingrato con ellos, los engañaba con aquellas muestras de cariño. Por otra parte dilatábase y se estendia por toda España la fama de la santidad y rectitud de don Carlos, hombre religioso de buena

1827.

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