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Federacion de

1827.

fé, que en el palacio y en la iglesia edificaba con su fervor y con su piedad. La administracion de su casa era un modelo de economía y de orden; pero su carácter, honroso en un ciudadano particular, llevaba en sí los gérmenes de la destruccion de la monarquía si se hubiese sentado en el solio, porque el fanatismo es inseparable de la tiranía y de la intolerancia. La infanta doña Francisca su esposa le empeñaba en el plan de destronar á su hermano sin declararle el objeto, y sin que el infante creyese que trabajaba por otra causa que la de afianzar en el solio á su querido Fernando destruyendo á los enemigos de la religion. Preciso es repetirlo una y mil veces en honor de la verdad, única guia de nuestra pluma: nunca don Carlos, mientras existió su hermano, dió un solo paso para empuñar el cetro; y al contrario se opuso con religiosa confianza á las tentativas de sus amigos. Pero alentábalos la ambiciosa doña Francisca, y las tramas urdidas se tendian por el reino entero, pendiente de la mano de don Carlos el hilo que las anudaba todas, y que su consorte le hacia sostener en nombre de la religion, que tanto amaba el príncipe alucinado.

La llamada federacion de realistas puros, que realistas puros. era la sociedad del Angel esterminador, habia circulado desde principios del año un manifiesto "sobre la necesidad de elevar al trono al serenísimo se(*Ap. lib. 13. ñor infante don Carlos (*): y el ministerio fulminúm. 3.) nó su anatema contra dicho libelo en 26 de Febrero, atribuyendo Calomarde su invencion á los españoles refugiados en Gibraltar. Reíase Fernando de las tentativas de los exaltados, porque conocia los medios con que contaban; porque leía el corazon de su hermano; porque por medio de sus espías podia destruir de raiz sus quimeras, y porque entonces veníanle de perlas aquellos insensatos

proyectos para negarse á la demanda de las TuIlerías. Continuaba pues el sistema de rigor con los liberales y de lenidad con los sectarios del santo oficio, y complacíase en alentarlos con su blandura y sus halagos. En 1." de Marzo la brigada de voluntarios realistas, compuesta de tres batallones de infantería, cuatro piezas de artillería y un escuadron de caballos, se encaminó al Pardo. Fernando salió á pie á media hora del Sitio en compañía del inspector á encontrar la columna, y los infantes don Carlos y don Francisco se adelantaron hasta la mitad del camino, distinguiéndolos asi con honores nunca dispensados al ejército por la familia real de España. Despues de haber evolucionado en presencia de los reyes comieron los realistas bajo de una especie de pabellones, y Fernando y Amalia recorrieron las tiendas asistiendo á la comida y probando los ranchos. El monarca, que siempre fue amigo del aura popular, creía gozarla hablando familiarmente con aquellas heces de la democracia, y envileciendo el manto real, que desde entonces ha sido juguete del ardor de pasiones encontradas. Únicamente quedaba á los conspiradores el freno de la policía, porque Recacho habia descubierto sus talleres, y aunque sumido ya en la desgracia execraban su memoria. En 1.o de Agosto para romper el único dique que se oponia á la inundacion, Calomarde refundió la policía en su ministerio de Gracia y Justicia, encargando las subdelegaciones de las provincias á los regentes y oidores, bajo pretesto de que los realistas descontentos se habian declarado contra ella.

Desembarazados los partidarios del santo oficio de las ligaduras que los detenian corrieron apresuradamente á la lucha, y encendióse esta en la provincia de Cataluña, donde todos los que ha

1827.

Fernando sale realistas.

á recibir á los

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Insurreccion de los agravia

luna.

bian servido en la cruzada de 1823, y no habian ascendido tanto cuanto deseaban, se creían agraviados y atribuían á los ministros la culpa, dándoles el nombre de hereges y masones. Pero preciso es tomar las cosas desde su origen.

La insurreccion comenzó á despedir sus pridos de Cata- meros destellos en Agosto de 1825, y su objeto era entonces apoderarse por seduccion ó á la fuerza de la plaza de Tortosa, donde el 27 del mismo Agosto debia estallar el movimiento. Sufocólo el gobierno, pero no castigó á sus autores, y siguióse lentamente la causa, y sin resultado. En Setiembre del siguiente año 1826 volvieron á intentar los realistas exaltados el enseñorearse no solo de Tortosa, sino tambien de Peñíscola, segun los partes de los generales que mandaban las armas en las provincias de Cataluña y de Valencia.

1827.

En 1827, época que nos ocupa al presente, principiando los sediciosos la revuelta en el bajo Ebro, agitaron el oriente del Principado á cara descubierta y con banderas desplegadas. En Marzo apareció el capitan ilimitado Llovet al frente de una partida en los contornos de Horta y Pauls, quien auxiliado por el coronel Trillas debia apoderarse de Tortosa, poner en libertad los presos por las sediciones anteriores, y penetrar en el castillo enarbolando el negro pendon de la guerra civil. Trillas en una proclama estimuló á los catalanes á tomar las armas, porque peligraba el trono cuya próxima caida presagiaba; aseguró que ahora lo mismo que en tiempo del gobierno representativo mandaban los masones, y que era preciso libertar al rey del cautiverio en que yacía. Las partidas se aumentaron, y anunciábase el estallido general para el 1.° de Abril, debiendo secundarlo por la parte de Manresa y Vich el teniente don Pedro Planas y por puntos distintos

los ilimita dos Ballester, Dinat, Carnicer, Caballería, Boffil, Bussons, conocido por Jep dels Estanys, Puigbó y otros, corifeos todos del licenciado ejército de la fé. Las armas de Fernando dispersaron las primeras bandas, y perecieron en el cadalso Trillas, Solá, Planas y Llovet, quien no obstante el fanático estandarte que habia levantado murió impenitente y sin querer recibir los últimos auxilios de la religion. Porque no á todos arrastraba la teocracia; tambien la ambicion henchía sus

corazones.

Dirigia las tramas y el movimiento del Principado la sociedad del Angel esterminador, cuyas reuniones se celebraban en el monasterio de Poblet: brillaban en ellas obispos y ecleslásticos sedientos de sangre, á quienes estimulaba el ansia de destruir las generaciones liberales. Bastará citar la célebre junta general alli tenida en Setiembre de 1825, á la que asistieron 127 prelados presididos por el ex-regente arzobispo Creux. Uno de sus acuerdos fue influir y trabajar para que las autoridades obli gasen á los 600 oficiales indefinidos que se albergaban en Barcelona á trasladarse á los pueblos de su naturaleza, y asi diseminados asesinarlos á todos en una misma noche. Debióse al celo del intendente de policía el que no se verificase tan sangriento sacrificio. Segun los partes dados á la audiencia de Barcelona, ya en Octubre de aquel año ascendian á 1828 los liberales del ejército disuelto que habian perdido la vida en los pueblos y caminos á manos de la mas fria venganza. Todo lo dominaba pues el pensamiento de acabar con la raza de los libres, cual si con ella pudiesen ahogar el espíritu del siglo, ó estinguir la luz del entendimiento humano.

La conjuracion aunque uniforme presentaba variedades en sus abortos: cada gefe manifestaba dis

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Cabecillas.

1827.

Jep dels Estanys.

tintos deseos, aunque á todos atormentaba la sed del mando y del oro, de que carecian en su estrema pobreza. El gobierno les concedió en 30 de Abril un indulto, que se estendió despues á los gefes de la trama, é invitó con él á Jep dels Estanys, que nunca quiso admitirlo. Sin embargo, en el transcurso de Abril á Junio el incendio pareció sufocado. Llegó Julio, y resplandeciendo de nuevo con súbito incremento se tendió por los distritos de Manresa, Vich y Gerona, Puesto á su cabeza Jep dels Estanys con el título de comandante general de las divisiones realistas, y auxiliado por Abres, Saperes, alias Caragol, y Vilella, inflamó en un punto el Principado entero, no obstante los esfuerzos del general Carratalá y del marques de Campo Sagrado, y no obstante que los soldados del ejército no prestaron oidos á los facciosos. Los corifeos de la revuelta decian á sus huestes que nada tenian que temer, que los auxiliaban el clero y la Corte, y alegaban por prueba el pasado indulto. Si prestamos fé á las palabras del Acuerdo de Barcelona en su escrito de 11 de Agosto, los rebeldes persuadian á los pueblos que el monarca no gozaba de la libertad necesaria para Pretesta ór- gobernar el reino, y que habia espedido órdenes se cretas é instrucciones reservadas autorizando el alzamiento y revistiéndolos con mandos militares. El obispo de Barcelona decia por aquellos dias en su pastoral al pueblo que no creyese semejantes órdenes secretas, porque en la historia no habia ejemplo de tanta perfidia en un príncipe, y porque serian el desdoro del cetro. Aunque Fernando del modo indirecto que dejamos apuntado promovió el movimiento y lo dejó crecer y desarrollarse á la sombra de la impunidad, no nos consta que espidiese instrucciones reservadas para fomentarlo. Parécenos por el contrario que era demasiado sagaz para soltar prendas de tamaña importancia; sino que en

denes secretas del rey.

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