Imagens das páginas
PDF
ePub

una banda de tambores, y de repente romper generala al lado mismo del lecho, con cuyo estrépito se levantaba sobrecogido y pasmado: si su hija no acababa la tarea impuesta, la condenaba á estar de centinela en el balcon con la escoba al hombro; y si su esposa no mandaba al cocinero por olvido que aderezase un plato del gusto del conde, arrestábala con orden formal al gefe de la guardia de que no permitiese su salida en tantos ó tantos dias. Semejantes estravagancias, propias de un loco furioso, debieran haber bastado para despojarle del mando en un pais de cultura y de justicia; pero Fernando divertíase con la narracion de tales hechos, y dejábale azotar á la desgraciada Cataluña.

Para conservar la disciplina en los cuerpos teníalos en contínuo movimiento. Desde que el sol doraba con sus primeros rayos la techumbre de los cuarteles, hasta que la noche tendia su manto, ni soldados ni oficiales podian contar por suya una sola hora. Hacía los marchar y contramarchar; las maniobras militares no tenian nunca fin; castigaba con el mayor rigor la mas leve falta; móviles necesarios para sostener el orden en la milicia, si no hubiese llevado al estremo la crueldad, que siempre venia á confundirse con sus acciones.

Cuando iba por las calles el lunático conde ordenaba á los que encontraba que le enseñasen el rosario, y sino lo llevaban enviábalos á la carcel. Habia cerrado la mayor parte de los cafés bajo pretesto de que en ellos se celebraban reuniones sospechosas, y habia condenado á sus dueños á presidio. Saludaba á los frailes con afectacion; en los templos distinguíase por sus visages y arrobamientos fingidos; hablaba del rey y del trono como un vasallo del siglo diez y seis, y obligaba á los catalanes á las mas viles humillaciones. Tai era el satélite de Calomarde, que con su maléfica influen

cia consternaba la mas industriosa de las provincias españolas, y entonces que hubiera sido justo y glorioso levantarse contra el despotismo, besaban tímidos las cadenas los que tan fieros se mostraron contra una débil señora.

Sumidos los presos en los húmedos calabozos por espacio de largo tiempo, unos contraían enfermedades que cortaban sus vidas en agraz, otros se entregaban á la desesperacion buscando la muerte, y aquellos perdian el juicio. Quince suicidios se intentaron en breves dias. Un cabo de artillería, ciego de furor, se descolgó en una sábana: Cantos se traspasó el cráneo con un clavo que halló casualmente en la pared: quién se ahogó con un hueso; Sabater afinó otro hueso en un ladrillo, y abriéndose con él las venas se desangró, y otro preso, desgarrándose con un vidrio la garganta, espiró revolcándose en su propia sangre. Al encadenar de dos en dos á los sentenciados á presidio cuidábase de dar al condenado por opiniones políticas un compañero de baja esfera; si era coronel un tambor, si magistrado un asesino. Sentenciado á la pena capital el indefinido don José María Rajoy, logró con el oro que se coninutara por diez años de presidio en Céuta; y llegado á su destino, obtuvo un real decreto en el que se mandaba que el tribunal supremo de guerra examinase su causa. Horror causa el decirlo; el tribunal supremo de guerra declaró inocente á Rajoy, y resolvió que fuese puesto en libertad. Mas de cuatrocientos desgraciados partieron por entonces á los presidios, dejando consternadas y sepultadas en la miseria á sus proscritas familias, de las que mas de 1800 individuos fueron desterrados sin mas delito que su parentesco. A una señora llamada Fábregas, que se negó á declarar contra su marido, pusiéronla unos grillos que pesaban veinte y siete libras: tanta

Cuadro de iniquidades.

[ocr errors]

1829.

era la crudeza é inmoralidad de los verdugos. El 26 de Febrero el cañon de la ciudadela Nuevos su- anunció otra vez con su fúnebre estampido las agoplicios. nías con que luchaban diez víctimas. Fueron estas los tenientes coroneles don José Rovira y don Felix Soler, Joaquin Villar, José Ramon Nadal, Jaime Clavell, José Medrano, Pedro Pera, Sebastian Puig-Oriol, Agustin Serra y el opulento José Sans, alias Pep Morcaire, no obstante una real orden que tenia para que no se le sentenciase á muerte: cuatro de los troncos aparecieron pendientes de la horca. Repitióse el 30 de Julio tan negra ceremonia, y perecieron en el cadalso don Pedro Mir, Domingo Prats, Manuel Lopez, don Antonio de Haro, don Juan Cirlot, Salvador de Mata, Manuel Sangh, Manuel Latorre y Pardo y Antonio Vendrell, colgando igualmente de la horca cuatro troncos como la vez pasada. Al calor de tanta sangre nutríanse las pasiones políticas, destinadas á su turno á despedazar la patria: guiábalas la venganza, y ay del dia en que rompiesen su carcel y se soltasen.

A los infortunios de la tiranía uniéronse en este año las calamidades de la naturaleza. El 21 de Marzo á las seis y cuarto de la tarde se sintió un temblor de tierra espantoso, seguido de un ruido horrible como si las piedras chocasen unas contra otras, y de otro movimiento tan fuerte, que varios pueblos de la costa del mediterráneo, como Terremoto de Torrevieja y Almoradí, quedaron reducidos á un monton de ruinas que ocultaban los cadáveres de sus habitantes. Murcia, Orihuela, Rafal, Benejuzar, Guardamar, Formentera, Benijofar, la Majada, los Dolores, San Fulgencio, la Mata, Cox, la Granja, Torreaguera, Callosa y Rojales participaron tambien del estrago: las oscilaciones duraron hasta el dia 27. En Orihuela quebrantáronse

Orihuela.

la torre del convento de la Trinidad, la parroquia de Santa Justa y el convento de religiosas de San Juan: murieron siete personas y resultaron cuatro heridas: en Guardamar destruyéronse 557 casas en Almoradí contáronse 280 cadáveres y 158 heridos. En fin, veinte templos, cuatro mil casas, con gran parte de sus moradores, riqueza, cosechas y ganados, se vieron en un punto sepultados y reducidos á escombros. El obispo de Orihuela trasladóse sin pérdida de momento al teatro de la asolacion, internóse en sus ruinas con peligro de la vida para sacar de ellas á los que todavía palpitaban, consoló á unos, socorrió á otros, y fue el ejemplo vivo de los primeros pastores de la Iglesia. Fernando dió de su bolsillo particular millon y medio de reales para el auxilio de los desgraciados, el comisario de Cruzada don Manuel Fernandez Varela diez y seis inil duros por vez primera, y asi siguieron todas las clases del Estado. Una junta, compuesta de los obispos de Orihuela y Murcia y de otras personas, distribuyó los fondos reunidos consultando á otra superior de Madrid, que presidia el cardenal arzobispo de Toledo. Volvieron á edificarse muchos de los pueblos asolados, distribuyendo los edificios entre los que habian perdido los suyos: proveyóse á la subsistencia de los menesterosos, y púsoseles en camino de tornar á cultivar sus campos y hortalizas.

Pasando el 4 de Setiembre el rey de San Ildefonso al Escorial rompióse en el camino la clavija maestra del coche, y desprendiéndose el juego delantero cayó el carruaje de frente sin volcar. La violencia del golpe sacó á Fernando de su asiento, y chocando su cabeza contra el cristal de delante abrióle una herida, de la que manó sangre en abundancia. Este incidente, para nosotros casual, despertó la imaginacion de los ociosos, que lo comen

1829.

Rómpese el coche en que

iba Fernando.

taron de varios modos, aunque todos sin fundamento. El susto, unido á la estacion en que solia retoñar la enfermedad que minaba la vida del príncipe, no tardó en producir su efecto; porque el 12 de Setiembre estando el rey por la tarde arrodillado en el coro del Escorial le dió un vahido y cayó aletargado, hasta que á beneficio de las sangrías recobró á la media hora el conocimiento. Aun no se habian cumplido dos meses desde que otro ataque de gota habia molestado gravemente á S. M. en el mes de Julio, y síntomas tan continuados consternaban á los que fundaban sus esperanzas en la sucesion real, al paso que llenaban de gozo á los partidarios de don Carlos.

El rey de Francia Carlos X no queriendo ceder á los consejos de sus ministros, de los que algunos trataban de conjurar la tormenta con miras conciliadoras, confió el gubernalle de la nacion al príncipe de Polignac y á los hombres de la resistencia. Los rusos, despues de haber llegado á las puertas Paz entre Ru- mismas de Constantinopla, firmaron la paz con sia y Turquía. Turquía, estipulando la independencia y libertad de los griegos, con lo cual quedó desmembrado el imperio turco. El monarca de España reconoció por rey de Portugal al usurpador don Miguel, que se habia sentado en el solio menospreciando los derechos de su sobrina y los acuerdos de su hermano, pues tan solo le estimulaba la sed de tiranía.

Fernando en vez de negociar la paz con las colonias americanas y venir á un acomodamiento, en el que hubieran reconocido la mitad de la deuda española y concedídonos ventajas mercantiles, soñaba todavía en su reconquista. Para tentarla reuEspedicion de nióse en la Habana una miserable espedicion, mas Tampico. propia para escitar el desprecio que la obediencia de los americanos; y dándose á la vela desembarcó en Tampico.

« AnteriorContinuar »