Imagens das páginas
PDF
ePub

Continuaron las Cortes sus trabajos legislativos discutiendo el estado de la fuerza armada nacional, y la amnistía concedida por consejo de la Inglaterra á los facciosos que se presentasen antes del 15 de Abril en los momentos en que iban á cumplirse sus esperanzas, y á obtener el triunfo para que tanto habian trabajado. El 19 de Febrero cerráronse las puertas del congreso sin la asis- Cortes estraortencia del monarca, que doliente todavía del últi- dinarias. mo ataque de gota abultaba sus males para huir la vista del congreso, á quien tanto aborrecimiento profesaba.

Los ministros, que veían de cerca las tramast en que andaba enzarzado el príncipe, no podian amarle, ni tratarle con aquella dulzura y miramiento debido al solio. De aqui resultaba que al odio natural en un rey despótico de suyo, y criado y acostumbrado á las formas de la tiranía, amalgamábase el resentimiento del hombre privado, que oía de los labios de sus secretarios tal vez justas reconvenciones. Fernando pues sembraba en su corazon la indigna semilla de venganza, que creciendo oculta y sin ser vista habia de dar despues cuando saliese al aire libre aquella cosecha abundante de proscripciones y asesinatos jurídicos que escandalizaron la Europa.

El príncipe ansiaba separar de su lado á los ministros de hierro que no querian doblarse al estruendo de los rayos que ya se veían brillar sobre la cumbre de los Pirineos; y complicándose ahora la nueva cuestion con sus antecedentes, resolvió usar de la facultad que la Constitucion le concedia. La víspera del dia en que se cerraron las Cortes, los secretarios del despacho presentaron al rey una esposicion en que pintando los peligros del reino, concluían manifestando la necesidad de que el gobierno se trasladase á un punto

1823. Ciérranse las

1823.

Madrid.

mas seguro. Fernando pasó el escrito al Consejo de Estado, que opinó debia procederse en este asunto con el mayor tino y detenimiento; y el rey firmó la destitucion del ministerio. Sus individuos, segun pública voz y faina, pertenecian á la sociedad secreta de los masones, y S. M., lince en tales manejos, quiso transigir con sus rivales los comuneros por medio de su agente secreto don José Manuel de Regato, de quien hemos hablado otras veces.

Al cerrarse el congreso andaba ya la destitucion de boca en boca, y los sectarios mas furibundos proferian públicos denuestos y vilipendios contra Fernando, amenazando cielos y tierra con su venganza. En la tarde del mismo 19 de Febrero agrupáronse los revoltosos en la Puerta del Sol y en la Plaza de Palacio: en todas partes se A sonada en oyeron gritos pidiendo una regencia, y el restablecimiento de los ministros caidos; y mezclóse con estas peticiones la voz de muera el rey. Poseidos los alborotadores por el furor, colocaron una mesa en la Plaza de la Constitucion, para recoger firmas á la representacion en que solicitaban el destronamiento del monarca y la creacion de la regencia el ayuntamiento quitó á la fuerza la mesa y dispersó á los sediciosos. Veíanse al frente de los grupos acalorando á la muchedumbre hombres osados; y un diputado, cuyo nombre no queremos recordar porque en 1814 fue el encarcelador de sus compañeros, y desde entonces ha figurado en opuestas banderías, se presentó en medio de los amotinados ostentando una cuerda, con la que, decia, debian arrastrar al rey. Figuraban alli gentes de rostro siniestro conocidas por sus delitos, y que á manera de las aves de rapiña únicamente salen de sus madrigueras al olor de las revueltas, cualquiera que sea la causa que las impulse.

Entre tanto la reina, sentada junto á Fernando, rodeado del marques de Santa Cruz, del conde de Puñonrostro, del general Zayas y de otros, presentaba la imagen del terror, que crecia á cada aviso que llegaba de las intenciones de los sublevados. Apresurose el príncipe á rehabilitar á los ministros destituidos, usando de la fórmula de continúen por ahora; pero era ya tarde: la noche perpetradora de crímenes habia oscurecido la villa, y unos doscientos conjurados se precipitaron sobre el palacio é invadieron su lindar. Los granaderos de la milicia que guarnecian aquel dia el alcázar se opusieron con heróico denuedo al torrente, y tan solo permitieron que subiesen comisionados á presentar una peticion: llegaron estos á la cámara real, donde sabida la esposicion de los ministros se contentaron con proferir amenazas, no perdonando en ellas ni las lágrimas de una señora, ni la virtud de una reina. La milicia de Madrid y su ayuntamiento merecieron los elogios de los buenos ciudadanos. Oigamos á un testigo de vista de aquella noche, cuya pluma, aunque empapada en tinta de color lo comunique á los sucesos que pinta, no por eso los desfigura.

"En muchas ocasiones habia sido turbada la tranquilidad pública, en muchas vivas y mueras diferentes habian resonado en las calles y plazas de la capital; pero jamas se habia manchado la revolucion con signos ciertos de un atentado hasta esta noche ominosa.

"La pluma se resiente á describirla: voces de muera el rey" se oyeron por primera vez; se insultó el sagrado asilo, y aun á la virtuosa y respetable reina, y acaso sin la milicia de Madrid y sin el ayuntamiento se hubiesen manchado las páginas de nuestra historia con la sangre de ilustres víctimas.

"Nosotros lo vimos; vimos el real palacio acometido; escitamos á los buenos para que se unieran en defensa del monarca, abandonado casi de todos, pues solo le rodeaban algunos servidores leales y el decidio y valiente general don José Zayas; ¿pero dónde estaban entonces los héroes de la lealtad?" (Miraflores, tomo 1.o, pág. 179.)

Los secretarios del despacho trataron entonces de calmar los ánimos, y enviaron á sus amigos para que disiparan el tumulto: harto tardaron en reducir á la obediencia á los rebeldes, porque roto el freno, jamas vuelve el caballo á tascarlo sin verse obligado por la fuerza. Pasóse gran parte de la noche en el desorden, los improperios, el atropello y el desahogo de todas las pasiones: los ministros ocupáronla en lograr de Fernando que sancionase la salida de Madrid, autorizando á sus secretarios para que adoptasen las medidas necesarias à la traslacion. Entonces San Miguel y sus compañeros consultaron á una junta de generales para que designase el punto donde debian trasladarse las Cortes y el gobierno; y evacuado el informe lo remitieron todo al Consejo de Estado el dia 24.

Habíase perturbado tambien el orden público en Cádiz, donde sublevada la plebe pretendió que saliera de la plaza el batallon de San Marcial, y fueron necesarios repetidos esfuerzos de las autoridades para que no vinieran á las manos y abandonasen la actitud hostil que habian tomado. En Barcelona escandalizó al vulgo, fanático de suyo, el ver entrar cercado de bayonetas al obispo de Lérida por sospechas de conspiracion.

No menos turbias corrian las aguas de la reaccion en las faldas del Pirineo: los corifeos del reaDivision de lismo seguian divididos y dominados por el espíritu de persecucion que los distinguia. La regencia

los realistas.

[ocr errors]

de Urgél, ó hablando con mas exactitud dos de los regentes, Mataflorida y Creux, despues de haber permanecido breves dias en Puigcerdà, donde contrataron el empréstito de 80 millones, internáronse por Llivia en Francia, estableciendo su residencia en Tolosa. Mas el estímulo de la ambicion que los atormentaba no tardó en agitarlos, é intentando volver á aparecer en España por la frontera de Cataluña trasladáronse á Perpiñan para intrigar con los gefes de los facciosos. Estando alli presentóse á ambos el general francés Bordesoulles y les invitó á que regresasen á Tolosa y cumplimentasen al duque de Angulema. Eguía remitió un oficio muy reservado á Mataflorida, en el que le decia: "Renuncie V. E. toda idea de sostener la regencia que formó, dejando obrar libremente la que yo debo presidir." No pudiendo tampoco penetrar en Navarra, como lo habian imaginado, por haber dado Eguía orden de prenderlos en semejante caso, enviaron una protesta al duque de Angulema contra el plan de cámaras, alegando que todo sería nulo por no estar el rey. Angulema confinó á Mataflorida y al arzobispo de Tarragona á distintos puntos, y recibida orden despues para que se presentasen en París fueron destinados á Tours. Tales fueron las vicisitudes y oscuro fin de la malhadada regencia de Urgél, á la que no debió España un solo beneficio, y sí con la célebre declaracion de 15 de Agosto del pasado año los cimientos del funesto panteon de proscripciones y de asesinatos levantado despues por sus sucesores y coronado por Fernando. Los liberales obtenian repetidas ventajas en la provincia de Cuenca; y mientras la faccion en general tomaba un veloz incremento, Milans roìnpia las haces de Misas en Cataluña, aprehendiendo al cabecilla Coll y á mas de doscientos indivi

« AnteriorContinuar »