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Rendido públicamente al Dios de los egércitos el homenage por ella debido, premió Andriani acto continuo con grados, empleos y escudos, en nombre de la regencia del reino, á los que se distinguieron, dando cuenta al general en gefe.

Se introdujeron dentro del fuerte sesenta escalas, doscientos fusiles y otros despojos. Considerable fue la pérdida del enemigo en heridos y muertos, de los que muchos retiró. Nuestra pérdida consistió únicamente en veinte heridos y quince muertos.

En seis de Octubre José Verdú, sargento primero de granaderos, procedente de Valencia, burlando con eminente riesgo la vigilancia del enemigo, llegó despavorido al pie del fuerte y subiósele con cuerdas. Trajo pliegos del general en gefe en que aproba ba todo lo que habia hecho el gobernador, autorizándole para lo sucesivo, y concediéndole el grado de brigadier, para el que anteriormente habia ya sido propuesto por los generales en gefe conde del Abisbal, marqués de Campo-verde y D. Carlos O'Donell.

En las noches consecutivas á la del asalto fue forzoso se desprendieran de los muros algunos de los mas esforzados para dar tierra á los cadáveres al pie de aquellos y de sus inmediaciones. En varias de las espresadas no cesó el enemigo de darnos alarmas que nos obligaban á suspender los trabajos de gran premura, ya de suyo lentos por su calidad y no inteligentes los trabajadores. Observándose por el enemigo la indiferencia y aun desprecio con que mirábamos sus alarmas, prohibió Andriani severamente se contestára á sus tiros é insultos, y mandó guardar el mas profundo silencio, colocando retenes y reservas para escarmentarles de nuevo. Al efecto se hicieron varios reconocimientos; y al amanecer del once de Octubre observáronse á ciento treinta toesas del Dos de Mayo veintisiete cestones de frente en las obras del enemigo, reforzados con otros tantos, y á sesenta removida la tierra. El doce se estableció el sitiador en las alturas de Aníbal, á treinta y una toesas del fuerte, y á sesenta construyó una paralela, de la que partian tres ramales de trinchera, sin que pudieran los sitiados impedirlo por el corto calibre de su artillería, y la nulidad de la batería del Dos de Mayo, en la que, para suplir la falta del terraplen, hubo de construirse á duras penas uno de maderos al aire, susceptible de solas dos piezas, y otra en el flanco izquierdo.

El diez y siete á las seis de la mañana rompió el fuego otra vez el enemigo, jugando cuatro piezas de á veinticuatro, cuatro mor

teros de ocho pulgadas y cinco obuses: y durante aquel dia arrojó seiscientas balas rasas y setecientos proyectiles huecos. La superioridad de sus fuegos debió necesariamente acallar los nuestros, privando á nuestras baterías de un oficial y catorce artilleros, y obligando á retirar del Dos de Mayo un cañon de á doce inutilizado completamente. Resentido entonces el imperfecto y débil recinto, quedó la brecha practicable, segun reconocimiento verificado por el comandante de ingenieros, quedando por consiguiente la guarnicion en la necesidad de defenderla, sin terraplen macizo en que fuera posible construir una cortadura sobre un terreno peñascoso. Tan árdua empresa, lejos de amenguar el brio de la guarnicion, infundió por el contrario nuevo aliento, inspirada además por la breve alocucion del gefe que la mandaba.

El diez y ocho á las diez de su mañana, batida de nuevo la brecha desde el amanecer, salieron los sitiadores de su plaza de armas decididos al asalto; y presentáronse en aquella los nuestros como leones, despreciando el fuego de artillería; pero el mortífero de nuestra fusilería les consternó y obligó á desistir de su intento, replegándose con bastante pérdida hasta el arribo de mayor refuerzo. Acto continuo celebró Andriani junta de gefes en el primer ramal de la subida de la ciudadela, y asentó: »que en su concepto la brecha era indefendible, porque no podia formar detrás de ella una cortadura de abandonarla habia de evacuarse toda la primera plaza y replegarse á S. Fernando y ciudadela; si tal verificábamos, añadió, se estableceria desde luego el sitiador en la cresta de la brecha, y ya sin obstáculo por toda la estension del costado izquierdo de dicha primera plaza, se correría por la avenida de las alturas de Aníbal á la meseta de S. Jorge, ó á su proximidad, y con una sola pieza de á veinticuatro, á pocos tiros, abriria en el momento boquerones en el débil lienzo de muro antiguo que ligaba á S. Jorge con la ciudadela, tan deplorable como todos sabíamos por sus descarnaduras esteriores, unas mal reparadas, otras existentes; arrasaria toda su larga estension, y de ello seguiria el necesario repentino repliegue de las tropas que guarnecian á Estudiantes y batería de S. Jorge á la tercera plaza, porque á las primeras las atacára el enemigo de revés, y á las segundas por el flanco. Como en los asaltos una ventaja provoca la inmedia ta, no solo ocupára el enemigo los puntos abandonados, sino que estableciendo en ellos abundantísimo fuego de tiradores contra el

frente de la tercera plaza, que era una bicoca, trepára sin dilacion á la desguarnecida gola de la ciudadela, asaltando simultáneamente la muralla de la batería de S. Fernando y su falsa braga. Careciendo de faginas y de otros recursos para crear obstáculos en su gola, los pobres fuegos de la tercera plaza era evidente que le harian perder al enemigo alguna gente; pero sabíamos no la economizaba para conseguir su objeto. Perdida la ciudadela podia tal vez aguantarse algunas horas la tercera plaza para capitular por las vidas en rendicion vergonzosa; la cuarta ninguna. Manifestó, pues, que su posicion era singular, y entendia debian separarse de las reglas generales, y desentendiéndose de ellas, sostener la brecha á todo trance, aventurando allí el resto. Si se replegaban á S. Fernando perdian todo el retrincheramiento y con él la gloria, arriesgándose á que diera el enemigo un asalto general, que en su crítica situacion no podia rechazar; mas que se miraria en ello, porque la tenian aterrado é ignoraba el estado en que se hallaban. Conservando la primera plaza á tanta costa se daba lugar al socorro, y no parecia dudoso el partido que debia tomarse, que era el de mantener al sitiador en respeto, y que los nuestros no decayesen de ánimo, Podria creerse temerario el empeño, único recurso en tal estrecho y conflicto. Forzoso era, y en estremo airoso para nosotros, concluye, dar tiempo á que nuestro egército nos salvase; por último, no habíamos de perder corage, porque el socorro ya por momentos se aproximaba." Todos se hicieron cargo de estas reflexiones, y todos aprobaron esta decision, á que se sostuviese la brecha á todo trance. No dejó de ser una gran satisfaccion para el gobernador en esta defensa, que reinára entre el que mandaba y los que le obedecian entera y mútua confianza.

No habian salido todavía del consejo, cuando entre cuatro y cinco de la tarde llegó el repentino aviso de que el enemigo salia de sus trincheras para el asalto. Habíase mandado suministrar abundante refresco de vino y tabaco á la tropa de la primera plaza para reanimar sus gastadas fuerzas por la no interrumpida fatiga desde el primer dia del sitio. Cisneros, comandante del punto, recibió sus órdenes: voló al Dos de Mayo; dió el gobernador con rapidéz providencias para municiones, refuerzos y otros objetos; corrió á dicha plaza; habló en ella, y se situó en la batería de S. Fernando para tener como por la mano todos los demás puntos

del fuerte, activar lo mandado, y en caso funesto proteger los defensores de la brecha que tanto peligraban. No bajaban de ochocientos los granaderos del Vistula é italianos que se dirigieron á la brecha, sostenidos por dos mil hombres mas, y apoyados por el fuego de su artillería. Arrojáronse á defenderla los sitiados, y cubriéronla con sus pechos: ni el mortífero fuego del enemigo asestado á la cresta, ni el terror que infundian los miembros de sus compañeros, esparcidos por el aire, envueltos en la nube de polvo que levantaban las balas de á veinticuatro, fueron capaces de hacerles abandonar el puesto. Habia el eneya migo llegado al pie de la brecha; ya casi la montaba, y los mas esforzados granaderos subian hasta la misma cresta; y entonces se trabó espantosa lid, prolongada por la obstinacion del enemigo, que avanzaba cuanto le era posible, á través de las granadas, de las piedras y de las mismas bombas caidas en el fuerte, de que se valian los nuestros para destrozarle. Tanta audacia y tan vigorosa resistencia triunfó por fin del valor y de la disciplina de los franceses, que perseguidos sin cesar por los proyectiles y la fusilería del castillo, tuvieron que retirarse á sus atrincheramientos, dejando por todas partes derramados los cadáveres de numerosos valientes. Los viejos soldados que se hallaron en aquellos terribles momentos en la plaza del Dos de Mayo, recuerdan todavía con estraordinario entusiasmo el denuedo de sus camaradas, cuando hollando cadáveres y cubiertos de sangre y polvo, se arrojaban de fila en fila para que no quedase un solo punto en que no hubiese un pecho español, capaz de servir de muro al desmantelado castillo.

El enemigo perdió mas de quinientos hombres, ocupando toda aquella noche y las otras siguientes en recoger los muertos. Nosotros tuvimos ciento ochenta fuera de combate, y en medio de tantos horrores concedió el gobernador diferentes grados, empleos y condecoraciones.

La señal en el asta-bandera de brecha abierta permaneció desde este dia en adelante; pues este era el único medio de hacer conocer al general en gefe el apuro en que se hallaban los bravos defensores del fuerte, por ser muy incierto que pudieran llegarle los confidentes; pues unos hubieron de regresar y otros se creyeron muertos ó prisioneros.

Despues del último asalto, reforzaron el Dos de Mayo; distri-
Том. ІІ.

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buyóse á la guarnicion abundancia de vino y tabaco, y no pudien, do levantar un atrincheramiento que sostuviese la brecha abierta en aquella plaza, á cuyo pie se hallaba abocado el enemigo, fue preciso alimentar el fuego permanente de dia y de noche para contenerles en la posicion á que les habia reducido la bravura de los sitiados. Reparáronse, sin embargo, las grietas ó huecos de la parte del murallon inferior al terraplen, formando con sacos de tierra un parapeto en la cresta de la brecha. Pero amaneció el dia diez y nueve, y arrasados en pocos momentos los trabajos por los fuegos de las baterías enemigas, perdimos un artillero y un soldado de Saboya. Durante esta crisis se ofrecieron varios oficiales para reparar la brecha en la noche de este mismo dia, bajo la direccion del comandante de ingenieros, y verificáronlo así, aunque pereciendo en tan dificil y atrevida espedicion D. Mariano Almudevar, teniente de zapadores.

El veinte fondearon algunos buques en las aguas de Murviedro, y por medio de las señales convenidas, hicieron saber al gobernador Andriani que se habia retirado el egército á Valencia, y que se habia levantado el sitio de Cádiz. Tan faustas nuevas se celebraron en el fuerte con triples salvas de artillería y fusilería de toda la guarnicion, y colocándose, no sin riesgo de las enfiladas en la torre de Agarenos, dió Andriani los vivas á la nacion, á Fernando VII y á Sagunto, que de eco en eco fueron repetidos en todos los ángulos del fuerte. Al dia siguiente se empezó ya á hacerse notable la fatiga que abrumaba á los sitiados; sentíase la tardanza del socorro prometido, y no habia uno solo que no se creyese abandonado en tan apurada posicion. Entonces creyó Andriani que era llegado el caso de esponer su vida con un acto de arrojo, para que sirviera de egemplo, si es que aquellos valientes tenian necesidad de nuevos estímulos para conservar su bravura. Resol vió, , pues, el gobernador reconocer por sí mismo la brecha, y acudiendo á la primera plaza sin dar oidos á las prudentes reflexio nes de los gefes y oficiales, colocó el sombrero en el puño de su baston, y lo levantó en alto para que le vieran los enemigos, y se adelantó al borde de un costado de la misma brecha para reco. nocerla, de modo que cesando tal vez por casualidad en aquel momento los fuegos, pudo verificar á placer esta operacion arriesgada. Era tan escesiva, empero, la fatiga de los sitiados, que durmiéndose involuntariamente los centinelas, dispuso el gobernador

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