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llamada por tantos títulos á la prosperidad y al progreso. Muchas tramas se urdian con este objeto para desacreditar el sistema, y entre otras es célebre la llamada de Oudinot, y en las que ni la lealtad al rey, ni el interés nacional entraban para nada, siendo los únicos móviles el interés individual y la ambicion; bien ly que el gobierno, bastante fuerte para contrarestarlas, seguia su marcha, si no tranquilamente, al menos sin oposicion que pudiera considerarse formidable.

Los triunfos conseguidos por la alianza europea hacian mas apurada de dia en dia la situacion de Bonaparte, y apelando como uno de sus últimos esfuerzos para mejorar su posicion política y militar, á una transaccion diplomática, que dan á conocer los documentos de aquella época, celebró con Fernando VII el famoso tratado de Valencey, de que fue portador el duque de San Carlos, encargado por el rey de presentarle á las córtes. Las bases principales del tratado eran las siguientes: Primera. Reconocer

contrajo este laborioso académico en varios informes y comisiones que se le confirieron, y en la puntual concurrencia á sus sesiones, en las que se distinguia siempre por la oportunidad é ilustracion de sus opiniones.

Un literato valenciano que desde su juventud habia acreditado ser tan amigo del pais donde nació, no podia dejar de inscribirse en la sociedad económica de esta capital, cuyos individuos se honran con aquel dictado, y así es que desde su creacion en 1778 se alistó en clase de socio numerario, cumpliendo con las obligaciones patrióticas que le imponian sus estatutos, y con ocasion de haber publicado y regalado á la sociedad egemplares de su discurso sobre la distribucion de las aguas del Turia y tribunal de acequieros, le nombró socio honorario en 15 de Noviembre de 1826. Finalmente en 25 de Abril de 1822 le confirió el título de socio de mérito, que es la mayor calificacion distincion y que dispensa, y á le hacian acreedor sus nuevas investigaciones y producciones sobre nuestra legislacion agraria, tan interesantes para el cultivo y riego de nuestro fértil suelo, como apreciadas por las naciones europeas, habiendo sido traducidas en varios idiomas, entre otros el

ruso.

que

La sociedad económica cumple una grata obligacion publicando esta breve noticia biográfica de su antiguo y laborioso miembro en las tres clases de número, honor y mérito; mientras que alguna otra pluma amiga, reuniendo los datos necesarios de las corporaciones á que perteneció y resulten del exámen de sus papeles, forme un elogio histórico de este sábio, virtuoso y útil ciudadano.

Dejó de existir el dia 29 de Mayo de 1838 á la edad de 93 años.

el emperador de los franceses á Fernando y sus sucesores por reyes de España y de las Indias, segun el derecho hereditario establecido de antiguo en la monarquía, cuya integridad manteníase tal como estaba antes de comenzarse la actual guerra, con la obligacion, por parte del emperador, de restituir las provincias y plazas que ocupasen aun los franceses, y con la misma por la de Fernando, respecto del egército británico, el cual debia evacuar el territorio español al mismo tiempo que sus contrarios. Segunda. Conservar recíprocamente con los soberanos la independencia de los derechos marítimos, conforme se habia estipulado en el tratado de Utrech y continuádose hasta el año mil setecientos noventa y dos. Tercera. Reintegrar á todos los españoles del partido de José en el goce de sus derechos, honores y prerogativas, no menos que en la posesion de sus bienes, concediendo un plazo de diez años á los que quisieran venderlos para residir fuera de España. Cuarta. Obligarse Fernando á pagar á sus augustos padres el rey Carlos y la reina, su esposa, treinta millones de reales al año, y ocho á la última en caso de quedar viuda. Y quinta. Convenirse las partes contratantes en ajustar un tratado de comercio entre ambas naciones, subsistiéndose hasta que esto se verificase las relaciones comerciales en el mismo pie en que estaban antes de la guerra de mil setecientos noventa y dos.

Enteradas las córtes por la regencia publicó á dos de Febrero (1) un decreto mandando no reconocer por libre al rey, hasta que en el seno del congreso nacional prestase el juramento prescrito en el artículo 173 de la constitucion; y prohibiendo, no solo que acompañase al rey ningun estrangero, ni aun en calidad de doméstico ó criado, pero ni aun los españoles que hubiesen obtenido de Napoleon ó de su hermano José empleo, pension ó condecoracion de cualquier clase que sea, incluyendo en este número á los que habian seguido á los franceses en su retirada.

Acompañaba á este decreto un manifiesto de las mismas córtes, en que con elocuencia y estension enumeraban las causas que habian impulsado á la asamblea á tomar aquellas medidas, y los inmensos sacrificios hechos por la nacion, y creyendo seducido á Fernando por Napoleon para que aceptase un tratado vergonzoso. Pero el pueblo no esperaba mas que el momento de saludar á su

(1) Años de J. C. 1814.

monarca, y miraba por lo tanto con prevencion las nuevas instituciones, á cuyo sistema no estaba acostumbrado. El congreso no previó que al dictar al rey el itinerario que debia seguir, prohibirle entrar acompañado de un solo criado estrangero, y suspenderle del egercicio del poder hasta que hubiese jurado la constitucion, lo que equivalia á espulsarle del trono si se negaba al juramento, era entrar en lucha, no solo con el mismo rey, poco inclinado á aquel sistema, sino tambien con el mismo pueblo, que al levantarse en masa en mil ochocientos ocho, su único objeto fue libertar al rey. Sus partidarios, pues, alzaron la voz en la sesion del tres de Febrero, y el diputado Reina sostuvo que cuando nació el Sr. D. Fernando VII nació con un derecho á la absoluta soberanía de la nacion española; cuando por abdicacion del Sr. D. Carlos IV obtuvo la corona, quedó en propiedad del egercicio absoluto de rey y señor; y por consiguiente que debia el rey seguir egerciendo la soberanía absoluta desde el momento en que pisase el territorio español.

el

No es de nuestra incumbencia analizar y seguir paso á paso nacimiento, progresos y vida del partido liberal que se formó entonces y que ha continuado despues, ni calcular la resistencia de los que se constituyeron defensores del rey absoluto, trazando con colores mas o menos apasionados sus fuerzas, sus convencimientos, sus tendencias y sus errores; y consecuentes nosotros únicamente en seguir nuestro propósito de ser historiadores, continuaremos nuestra narracion con relacion á la historia de Valencia, como lo hemos hecho hasta aquí.

El rey Fernando salió de Valencey el trece de Marzo del mismo año con el título de conde de Barcelona, en compañía de los infantes D. Carlos y D. Antonio, con direccion á Tolosa y Perpiñan, segun lo habia ordenado el emperador. Antes de dejar la Francia, los prisioneros y los emigrados españoles celebraron su vuelta al trono de España, porque Fernando les habia prometido abrirles las puertas de la patria. El veintidos llegó á Figueras, y salió á recibirle el general D. Francisco Copons al frente de un egército aguerrido y entusiasta por su rey y entre la multitud del pueblo que se precipitaba al camino por donde transitaba S. M., para saludarle y manifestarle por todos los medios posibles el entusiasmo que inspiraba su presencia. De este modo atravesó el monarca por entre los escombros heroicos de Gerona,

y penetró por la inmortal Zaragoza, cuyas murallas humeantes custodiaba la sombra augusta de Lanuza, segun la espresion del historiador del rey Fernando, recibiendo en todas partes las adoraciones del pueblo, que se despojó de su luto para vitorear al hombre que mas han amado los españoles. El once de Abril llegó S. M. á Daroca y en la misma noche se celebró una junta, en la que se discutió si S. M. debia ó no jurar la constitucion; pero nada se resolvió definitivamente. Continuó el monarca su viage y llegó el trecé á Teruel con su hermano el iufante D. Carlos, y eran los principales de la comitiva el general Palafox, que iba en el mismo coche de S. M., Valdenebro, Macanáz, los duques de S. Carlos y del Infantado y D. Salvador Campillo y Gargallo, entonces gefe político de Aragon. Su entrada fue como en todas partes triunfante y medio de un inmenso concurso de todos los pueblos vecinos. El rey y el infante se manifestaron muy agradecidos al entusiasmo del pueblo, hasta que observaron que no se oia ni una sola voz que dijera viva nuestro rey Fernando, sino la continua gritería de «viva Fernando."

en

Al pasar por la calle de Ricos-hombres y en medio de ella, se tenia dispuesto que de uno de los arcos triunfales que la adornaban, bajase una ninfa vestida de blanco llevando en la mano derecha un magnífico egemplar de la constitucion para entregarlo al rey, que no hizo ninguna demostracion de aprecio, y al llegar á su alojamiento en casa del conde de la Florida, encargó con el mayor empeño se averiguase quién habia sido el autor de aquella farsa, y que al mismo tiempo se recogiesen todas las décimas y cuartetas que en su tránsito se habian echado al aire, alusivas todas á que jurase la constitucion.

Al dia siguiente continuaron su viage y llegaron á Sarrion por la tarde, recibiéndole á unos cuatrocientos pasos de distancia el ayuntamiento con el clero y las personas mas distinguidas de la poblacion, y despues de haberle arengado se le ofreció una silla de manos adornada con su dosel, en la que seria conducido á su alojamiento en hombros de seis labradores honrados. Aceptó el rey gustoso el obsequio y únicamente dijo: ¿no teneis otra para mi hermano? se le contestó que no, y al ocuparla encargó que no le dejasen caer y que al infante le acompañase uno de los del pueblo. Así fue conducido entre el pueblo alborozado y varias danzas de niños y niñas, sin que se oyera tampoco otro viva que

Fernando, y aunque el duque de S. Carlos dijo repetidas veces, decid «viva nuestro rey D. Fernando VII" nunca lo consiguió. En aquella tarde y noche no cesaron de entrar estraordinarios y postas que llevaban pliegos, ya al alojamiento del rey y ya al del duque del Infantado. El movimiento, juntas y comunicaciones entre las personas que acompañaban al rey, fue continuo toda la noche y los partes que de uno á otro alojamiento se daban, iban marcados con un sello del grandor de un duro que decia: soy realista.

El quince arribó á Segorbe, donde se celebró otro consejo con igual objeto que el de Daroca; en el que despues de una larga discusion se separaron los consejeros sin acordar en la apariencia cosa alguna.

Mandaba entonces el segundo egército y la capitanía general de Valencia D. Francisco Javier Elío, malquistado con las córtes y la libertad de imprenta por lo que en ellas y en los diarios se dijo con motivo de su espedicion al Rio de la Plata y segundo combate de Castalla. Atento Elio á seguir la inspiracion del monarca esperó el éxito de las intrigas de los altos personages que se reunieron entonces en Valencia para recibir á S. M. Por parte de la regencia vino á cumplimentar al rey el cardenal arzobispo de Toledo D. Luis de Borbon, acompañado del ministro interino de estado D. José Luyando. Con el mismo objeto llegaron tambien á esta ciudad los ex-regentes D. Juan Perez Villamil y Don Miguel de Lardizabal, enemigo pronunciado de la asamblea nacional. Precedió á estos personages el infante D. Antonio, descubriendo públicamente la repugnancia del rey á someterse al juramento prescrito por las córtes, y dando impulso á un papel que se publicaba contra los constitucionales bajo el título de Fernandino, redactado segun algunos, por D. Justo Pastor Perez, empleado en rentas; sin que faltase para dar pábulo á estas intrigas la tortuosa política de la Gran-Bretaña, aprovechando, segun dijeron, los manejos de su embajador el marqués de Wellesley, hermano de lord Wellington. La influencia de este diplomático y las intrigas de D. Juan Escoiquiz acabaron de decidir al general Elio contra la constitucion, y preparado ya el terreno salió el general al encuentro de S. M., que desde Segorbe se encaminó á Valencia pisando las bellas márgenes del rio Turia el diez y seis de Abril. Al llegar Elio á la presencia del monarca, tuvo el honor de

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