corte para Consuegra, y esto irritó al pueblo, que sabia apreciar sus buenas cualidades y el interés que mostraba por el bien del estado. La Francia tuvo tres guerras con Carlos con varios resultados; y la España, para sacar mejor partido, celebró diferentes alianzas: pero aquella potencia consiguió especialmente en la última muchas ventajas, arreglando todos los negocios públicos por diferentes tratados, mayormente por el de Riswick, que restableció la paz de la Europa. Carlos II no tenia sucesion, hallándose además continuamente enfermo; y estas dos circunstancias despertaron la ambicion de diferentes pretendientes á la corona de España, y en su consecuencia celebró el monarca un consejo estraordinario para tratar de la sucesion. Declaráronse algunos á favor de la infanta Doña Teresa, hermana mayor del rey, por cuanto la renuncià que habia hecho al tiempo de celebrar su matrimonio con el rey de Francia, no habia sido autorizada por las córtes. Otros se inclinaban al archiduque Carlos, y los que sostenian al príncipe de Baviera, muerto este, hubieron de abandonar su partido. Durante estas conferencias, en que se ponian en juego las mayores intrigas, hasta llegar á hacer creer al rey que estaba hechizado, murió el monarca Carlos, cuyo testamento, ratificado por Luis XIV de Francia, declaraba rey de España al duque de Anjou, con el nombre de Felipe V. Durante los reinados de los dos últimos príncipes disfrutó nuestro reino de Valencia de la mas completa tranquilidad en las frecuentes y espantosas oscilaciones que agitaron á la nacion, empeñada en guerras continuas; hasta que el archiduque Carlos, reconocido por rey de España por Leopoldo, emperador de Alemania, y apoyado al mismo tiempo por la Inglaterra, Holanda y Prusia, trató de disputar la posesion de la corona á Felipe V, sostenido por la Francia, Portugal y Saboya. La España se dividió tambien en dos partidos, ayudando con encarnizamiento unos al francés y otros al austriaco, y devorándose mútuamente por dos pretendientes estrangeros. LIBRO VIII. = Proclamacion de Felipe V. - Principio de la guerra de sucesion. de Valencia. Donativos al rey. roz. = = = Lealtad Pérdida de Denia. Representaciones de Valencia. ― Junta de gobierno. Promesas del rey. Su falta de cumplimiento. —Nuevas reclamaciones. ― Pérdida de Vina=Progresos de Baset. Aprestos militares. Desercion de Nebot. Llegada de Baset á Valencia. =Apatía de las autoridades. Ansiedad del pueblo. -Entrega de la ciudad. El conde de las Torres. Asalto de Villareal. Sitio de Valencia. Accion de Burjasot. Estado de la capital. Su entrega. - Abolicion de los fueros. Desórdenes en el reino. = truccion de Játiva. lets y Botiflets. = = = = CASO sin esperarlo consiguió la Francia que el nieto de Luis XIV ocupase el trono de S. Fernando, para gobernar esta misma nacion, que miraba como enemiga, porque por espacio de muchos siglos habia eclipsado sus glorias y desvanecido sus vastos proyectos. No satisfecha, empero, su ambicion con el gran aumento de poder que le aseguraba su íntima union con el soberano, quiso influir absolutamente en España, reduciéndola á una provincia francesa. Sus embajadores, que comprendian perfectamente el pensamiento de su corte, supieron llevar á efecto de una manera cumplida las miras del gobierno francés, y ocupando el primer lugar en el consejo de gabinete, dictaban las leyes á placer, despojaban de sus destinos á cuantos no se adherian ciegamente á sus ideas, y se hacian respetar y obedecer hasta del mismo monarca. Cada dia tomaban nuevo incremento sus arbitrariedades, y estuvo tan lejos de poderlas contener la oposicion de la princesa Ursini, que aseguró por el contrario mucho mas su omnipotencia; pues su lisonjero triunfo de sacar de Madrid al embajador francés, que lo era el cardenal de Etree, fue inmediatamente castigado con su estrañamiento de los dominios españoles; y no bastando los ruegos de la reina Doña María Luisa Том. ІІ. 8 de Saboya para que se le permitiera volver á servirla, fue menester que acudiese y se postrase la princesa ante el idolo de Luis XIV madama de Maintenon, suplicando con la mayor humildad su proteccion, y ofreciendo tambien contribuir por todos los medios al predominio de los embajadores franceses en aquella corte (1). Asegurado, pues, de sus grandes facultades, vino á egercer este cargo (2), antes de empezarse la guerra civil, Mr. Amelot, marqués de Gournay, parlamentario de París, bien conocido. por su genio emprendedor, especial sagacidad y gran teson en los manejos de los negocios; por cuyas circunstancias se le creia muy á propósito para cambiar radicalmente las leyes, los usos y las costumbres españolas, despojando á este pais de la inmensa fuerza que los dos últimos Felipes y despues Carlos II habian dejado perder. Desde luego procuró el nuevo ministro conocer el carácter de los españoles y la calidad de sus leyes, y comprendió que no podia establecer de pronto un sistema de gobierno enteramente despótico, si no destruia antes las constituciones de Aragon, Valencia y Cataluña, tan opuestas á sus ideas, y sostenidas con sumo empeño por estos reinos; y con razon se persuadió de que despues de haber logrado dar aquel paso, le seria muy fácil egecutar lo mismo en Castilla, pues que le habian abierto el camino los prín cipes austriacos con la libertad que se tomaron de escluir de las córtes á los estamentos del clero y de la nobleza (3), y con las gracias (4) que dispensaban á los diputados de los pueblos; á fin de ganar su aquiescencia, asegurando de este modo su independencia; pero la guerra civil vino á suspender este golpe de estado, que solo tuvo lugar, cuando ganada la batalla de Almansa, y li bres Aragon y Valencia de la invasion de los austriacos, se atrevió, como veremos, á publicar Mr. Amelot, apoyado por el voto de los demás miembros del gabinete (5), que los reinos de Aragon y (1) Marqués de S. Felipe en los Coment. de la guerra de Esp. en 1704 y 1705. (2) Años de J. C. 1705. (3) Sandoval, Hist. de Carlos V, lib. 24. (4) Quintana, Hist. de Madrid, lib. 1.o (5) Componiau el gabinete D. Francisco Ronquillo, los duques de Veraguas, S. Juan, Medinasidonia y Montellano y el conde de Frigiliana; y todos convinieron en la abolicion de fueros, variando solo en que los tres últimos |