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donde se dirigieron, fueron desmembrando el cuerpo de la dominacion romana, y dando origen á tantos reynos y principados, quantos en las tres partes del mundo antiguo se notan erigidos. El imperio de los dos hermanos Arcadio y Honorio fue en el que los godos y otras naciones septentrionales invadieron la Grecia, el Ilírico, la Italia, las Galias, las Españas, yendo á las unas pasageramente, y fixándose en las otras con estabilidad; y aunque los capitanes romanos lograsen á los principios algunos buenos sucesos, ni fueron tales que pudiesen en el todo contener los progresos de tantas gentes conjuradas, ni hubo entre ellos aquella union y conformidad de intereses que se requeria para la conservacion y sostenimiento del estado, siendo á veces aquellos mismos que lo debian defender, los que conspiraban á su ruina, y daban favor á las naciones septentrionales para que acometiesen sus empresas, y tuviesen en ellas el logro deseado. Así los vándalos, los suevos, los alanos y los silingos se encaminaron á España, se apoderaron de ella, la repartieron entre sí, y formaron reynos, que unos fueron de breve duracion, otros permanecieron algun tiempo. Los godos despues de haber vagueado por las provincias del imperio de Oriente, llevando por ellas el estrago y la desolacion, y despues de haber acometido dos veces la Italia con Alarico y con Radagaiso, y de haber sido rechazados por el valor de Estilicon, entraron por la tercera vez en ella capitaneados del mismo Alarico su rey, y atropellando quantos embarazos pudieran detener sus progresos, llegaron á la capital del mundo Roma, se apoderaron de ella, é hicieron ver no era invencible aquel imperio sojuzgador de reynos y provincias, el qual desde este punto empezó á declinar con tan presurosos pasos que causa admiracion el considerarlo. Los godos, muerto Alarico, y elegido rey en su lugar Ataulfo, dexada la Italia, se pasaron á las Galias, y de allí á España, en cuyas dos provincias establecieron el reyno, que á los principios reducido á los estrechos límites de la segunda Aquitania, y algo de las provincias confinantes, se fue con el tiempo engrandeciendo y ensanchando hasta llegar á ocupar toda la España, parte de las Galias, y de la Mauritania. Los borgoñones, pueblos de la Alemania, pasando el Rin ocuparon parte de las Galias inmedia

tas, y dieron principio al reyno de Borgoña: lo mismo hicieron los francos, que despues de varias irrupciones fixaron allí su asiento, y fundaron el de Francia tan esclarecido en todos tiempos ; y siguiendo este exemplo otros varios pueblos, unos se pusieron en libertad, otros acometieron varias provincias del imperio romano, y se enseñorearon de ellas, teniendo de aquí su origen los mas de los reynos y repúblicas de la Europa. Los vándalos de España hostigados de las otras naciones que habia en ella, y convidados del conde Bonifacio, pasaron al África, y se apoderaron de la mejor parte de ella y de su capital Cartago, donde pusieron la silla de su reyno, que no fue de grande duracion. Desde allí volvieron á acometer á Roma, y la saquearon, llevando cautivas á la emperatriz Eudoxîa, muger de Valentiniano III, que los habia llamado, y á sus hijas. Poco antes de esto Atila con un numeroso exército de hunos y otras naciones septentrionales habia corrido las provincias del imperio de Occidente asolándolas y destruyéndolas; y aunque fue vencido en los campos cataláunicos por los romanos y sus aliados, no embarazó esta victoria á que él dexase de continuar sus empresas, siendo el azote de los pueblos por donde se encaminaba.

Estas repetidas irrupciones, las pérdidas que sufrió en ellas el imperio, y la poca autoridad de los emperadores que sucedieron á Honorio, le dispusieron para su total ruina, y entrando Odoacre rey de los herulos en Italia, le puso fin apoderándose de Roma, y estableciendo allí su reyno; pero sobreviniendo Teodorico con los ostrogodos le venció, le arrojó de Italia, y fundó en ella una nueva soberanía, que tampoco fue. de grande duracion. El emperador Justiniano, que lo era del Oriente, deseoso de recobrar las provincias que los bárbaros habian ocupado, hizo la guerra á los vándalos de África, y por medio de su capitan Belisario los venció, reduciendo al antiguo señorío del imperio aquella provincia; llevó luego sus armas á la Italia, y en ella igualmente logró acabar el imperio de los ostrogodos, recobrando la provincia, que no pudo mantenerse por mucho tiempo, porque llamados por el eunuco Narsete los longobardos se apoderaron de mucha parte de ella, quedando el resto baxo la obediencia de los emperadores de Oriente,

y de los magistrados que para su gobierno y conservacion enviaban, los quales por el lugar de su residencia eran llamados exarcos de Ravena. Los longobardos con continuas guerras se mantuvieron en Italia por espacio de 206 años, hasta que vencido y puesto en prision por Carlo magno su último rey Desiderio se acabó su reyno, pasando los dominios de que se componia al vencedor; el qual habiéndolos ensanchado con la conquista y reduccion de varias provincias y naciones, especialmente en la Alemania, y dado muestras de su grande religion y de su particular afecto hacia la romana iglesia, que con muchos dones, privilegios y concesiones ennobleció, defendiendo á sus pontífices, y tratándolos con suma veneracion y respeto, mereció que el papa Leon III le declarase emperador de romanos el dia de navidad del año 800 de Christo, tomando de aquí principio la dignidad de los emperadores de Alemania que aun subsiste.

No mucho antes los mahometanos, que se habian ido extendiendo por las partes de la Siria y del Egipto desde el imperio de Heraclio en que vivió su falso profeta, hicieron grandes progresos en los de los siguientes emperadores apoderándose del África, de donde atravesando el estrecho lograron poner baxo de su dominacion en brevísimo tiempo casi toda la España, y entrando en Francia pretendieron igualar la suerte de ambas provincias; pero detenidos allí por el valor de Carlos Martel, y obligados á retroceder, tuvieron por aquella parte límite sus conquistas, y los españoles refugiados á las montañas hubieron de batallar por casi 800 años para arrojarlos de su provincia y restaurarla: mientras que los turcos fatigando casi siempre con guerras á los emperadores de Oriente, fueron debilitando las fuerzas de aquel imperio, contribuyendo á ello tambien la inaccion y torpeza de muchos de los que en él obtuvieron la púrpura, hasta que engrandecida aquella nacion con las provincias que habia conquistado, y con el poder que se habia adquirido, gobernada por príncipes valerosos y guerreros, y animada con los felices sucesos antecedentes, aspiró á la ruina del imperio griego, como la consiguió con la toma de la ciudad de Constantinopla el año de 1453, estableciéndose así la formidable monarquía que tantas veces ha amenazado á la christiandad,

y que la tiene con la superioridad de sus fuerzas en un continuo susto, y en un incesante cuidado,

La larga serie de sucesos que en todo este gran espacio de tiempo se comprehende, pide que para haberla de tratar con alguna claridad, se haya de subdividir en otros mas pequeños por medio de algunas épocas notables; y como el principal fin de nuestro asunto sea tratar la cronología con relacion á la historia particular de España, habremos de tomar de esta los sucesos que sirvan de caracterizar el principio de las épocas, y de fixar el tiempo intermedio de unas á otras, las quales serán:

La primera desde la natividad de Christo hasta la entrada de las naciones bárbaras en España.

La segunda desde este particular suceso hasta el fin de la monarquía goda, y entrada de los moros.

La tercera desde el establecimiento de los moros hasta el reynado de D. Fernando el magno, y union de los dos reynos de Castilla y Leon.

La quarta desde el rey D. Fernando I hasta el tercero llamado el santo, y engrandecimiento de la monarquía española, con la conquista de la mayor parte de Andalucía y reyno de Murcia.

La quinta desde el principio del rey D. Alonso el sabio hasta el fin de los reyes católicos D. Fernando y Da Isabel.

Y la sexta desde el principio del emperador Carlos V y entrada de la casa de Austria hasta el presente.

En cada uno de estos seis espacios se pondrá la sucesion de pontífices, emperadores, y reyes de España, determinando el tiempo que reynaron, y el de los principales acontecimientos que en ellos hubo, proponiendo con la posible brevedad las dificultades que sobre cada uno en particular ocurran, las razones de dudar en ellas, y eligiendo aquel partido que parezca mas seguro y tenga mayores visos de verdad.

CAPÍTULO II.

Cronologia de lo sucedido en el primer espacio desde la natividad de Christo hasta la entrada de los alanos, vándalos y suevos en España, y serie de los emperadores romanos, con la determinacion de los años que cada uno gobernó.

Como

uno de los principales medios de que se vale la cronología para fixar los sucesos, suele ser la noticia caracterizada en las historias del príncipe baxo cuyo gobierno tuvieron su exîstencia, y á veces la de sus años de imperio ó de reynado con que ellos mismos se hallan distinguidos; nos es forzoso entrar en la particular averiguacion de los principios y fines de imperio de los emperadores romanos, y despues de los de los reyes y príncipes que en la dominacion les sucedieron en España. Y aunque es verdad que deberia empezar aquí nuestra cuenta por Augusto, así porque en la realidad fue el primero que gozó la dignidad imperial y estableció la monarquía, como porque debaxo de él nació Christo, y tuvo principio el espacio de que vamos á tratar; no obstante el contar muchos á Julio Cesar entre los emperadores, el haber puesto él los fundamentos á la mudanza de la república que logró perfeccionar su sucesor, y la corta anticipacion que se comete, nos han hecho preferir el método de poner unida la sucesion, empezando desde él, y tratando brevemente la razon del tiempo de sus mas principales hechos.

§. I.

Cayo Julio Cesar nació en Roma á 13 del mes Quintil, llamado despues por él Julio, el año en que fueron cónsules C. Mario VI y L. Valerio Flaco, 654 de Roma, y el 100 antes de la era vulgar, segun se infiere de Suetonio; y pasando por los primeros cargos de la república, se fue proporcionando para los mayores de qüestor, con el qual vino á la España ulterior el año 685

I

Suet. in Casare cap. 88. »Periit sexto & quinquagesimo ætatis anno.

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