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único de ser útil al Príncipe, el destino de Regente, y ahora se veía condenado á la pena capital por haber dispensado un favor, por haber prestado obediencia al mismo que fulminaba el rayo. Don Gabriel Ciscar, astrónomo y matemático insigne, el Catón español, que dos veces encumbrado á la regencia durante la guerra con Napoleón había descendido del mando supremo sin aumentar su patrimonio en lo más mínimo, sin ornar su pecho con una cruz, con un solo grado, consultó también en la misma noche la voluntad del Monarca, que igualmente le ordenó aceptar el cargo de Regente, so pena de incurrir en su indignación. Y prófugo, confiscados sus bienes y sin oro, porque su íntegro y entero corazón lo había despreciado, hubiera expirado de hambre en Gibraltar si lord Wellington no le hubiese concedido una pensión para prolongar aquella existencia preciosa para la patria, que perdió, por fin, lejos del suelo natal.»>

NÚMERO 3

Censura injusta del ministro de Marina D. Luis María de Salazar.

Hízola el protagonista de la novela histórica marítima de D. José de Arnao, titulada El Capitán Cadavedo, diciendo (t. 11, pág. 159):

«La decadencia de nuestra Marina de guerra era tal en 1826 y en los tres años subsiguientes, que fué precisa toda la abnegación, todo el desinterés y todo el patriotismo de los dignísimos jefes y oficiales de la Armada de aquella época, para continuar sirviendo en un cuerpo que tan maltratado era por el ministro del ramo en aquella fecha.

»Desde 1823, ó sea desde la regencia de Angulema, era ministro de Marina D. Luis de Salazar, de funesta memoria, porque se empeñó en destruir la Marina, y casi lo consiguió. Empezó para ello á ejercer sus disposiciones destructoras rebajando el sueldo á los oficiales de la Armada y á suprimir las pagas en los departamentos, pues en los cinco años siguientes apenas si hubo uno en que se les diese ninguna paga entera.

>>Otra de sus destructoras medidas fué suprimir los correos marítimos, y según de público se dijo entonces, se tomó esta determinación sólo por complacer á los ingleses, que lo estaban solicitando desde muchos años antes, con objeto de privar de esta última escuela práctica de comandantes, oficiales y guardias marinas, cuyas academias y compañías también extinguió.

»Y no se crea que se contentó con esto. Suprimió las brigadas de artillería, los batallones de infantería de Marina y el cuerpo de ingenieros, formando en su lugar el de constructores hidráulicos, para lo cual buscó

TOMO IX.

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sujetos dispuestos á complacer á los contratistas, según después se dedujo por los escandalosos presupuestos que tuvieron la imprudencia de formar.

>>Licenció igualmente la maestranza de la Carraca, reduciendo á muy cortísimo número las de Ferrol y Cartagena; haciendo cesar toda instrucción y aprendizaje, para que así no hubiese operarios en lo sucesivo, y dando otras varias disposiciones con este fin.

>>Con objeto sin duda de desesperar y aburrir á todas las clases de la Armada y hacerlas pedir sus retiros ó licencias, les triplicó el descuento del Montepio, y concluyó, en fin, con la Marina de guerra española, suprimiendo las juntas económicas de los departamentos, y adoptó un sistema de contratas sui generis.

>>Fueron tantos los desórdenes, la destrucción y las ventas que se hicieron en los arsenales de Cartagena y en el de la Carraca, que en 1826, escandalizado el intendente de policía de Cádiz D. José María Malvar, presentó al Rey en Madrid una porción de documentos que justificaban las continuas destrucciones que se estaban haciendo en el último de estos arsenales; mas, á pesar de esto, no tuvo resultado alguno aquella delación, sin duda porque el mismo ministro la disipó del modo que tuvo por conveniente.

>>La Marina española no podía haber decaído tan pronto, si para conseguirlo no se hubiesen tomado medidas tan desacertadas como la de desbaratar los buques mayores que aún estaban de más de media vida, y la de subastar los menores, vendiéndose igualmente poco tiempo después los buques de guerra que estaban haciendo sus viajes á la Habana y Filipinas por cuenta de los particulares, como eran la corbeta Zafiro, bergantín Andaluz y otros; pero cuyos precios de venta fueron tan bajos, que puede asegurarse no se sacó de ellos ni el valor de sus aparejos.

»Todavía intentó más este señor ministro: conseguida la destrucción de los buques y arsenales, dirigió una comunicación á la Dirección general de la Armada en 1829, en la que, entre otras preguntas, hacía la siguiente:

Si se estaba en el caso de reducir los arsenales à solo la custodia de la tropa más precisa, despedir los operarios, disminuir los empleados de todas clases y el número de embarcaciones, etc.

»¿Es verdad que estará usted para sí diciendo cómo he podido saber estos pormenores tan detallados? ¿De dónde habré adquirido estos datos y estos antecedentes? Pues bien: yo lo satisfaré sin que usted me lo exija.

»Con haber servido en la Marina y con deber todo lo que he sido y soy á la Marina de guerra, de quien he recibido la mayor parte de mis conocimientos marineros, quedóme hacia este dignísimo cuerpo una gran dosis

de gratitud; y como he conocido á muchos jóvenes oficiales en los buques donde he navegado, y me he encontrado á varios de ellos siendo yo capi-. tán mercante, he tenido ocasión de reanudar conocimientos, relaciones y recuerdos, aun sin olvidar mi papel de subordinado con los que ya eran jefes, y les he visto derramar lágrimas por la precipitada decadencia de su ilustre cuerpo.....»

Don Martín Fernández de Navarrete, ilustre coetáneo del ministro, formó juicio muy diferente de la persona y de su gestión: dedicóle en la Biblioteca Maritima (t. II, pág. 374) memoria muy honrosa, diciendo al final: <Su tolerancia con los caídos y su lenidad natural no se avenían con la exaltación de ambos partidos, y aunque por ambos era buscado, ambos también daban motivo á sus renuncias..... En la calidad de ministro de Marina (desde 1823) é interino de Hacienda y Estado, procuró restaurar nuestra Marina de su total decadencia, construyendo y reparando bajeles, diques y edificios de los arsenales, en cuanto se lo permitían los medios que le facilitaba el ministerio de Hacienda. Hizo reformas y reglamentos útiles, como todo se ha manifestado en los Estados generales, ó llámense guías anuales de la Armada, y más extensamente en la colección impresa de reales decretos y demás resoluciones tomadas durante el tiempo de su administración. Cesó en ella en 1.o de Octubre de 1833 á consecuencia de otra excitación política durante la penúltima enfermedad del Rey, y, por último, terminó la larga carrera de su existencia en 29 de Abril de 1538, á los ochenta años de edad. Don Luis María de Salazar fué creado durante su último ministerio conde de Salazar..... »

El vicealmirante Pavía ha corroborado la estimación de su tolerancia, como consejero de la Corona (Galería biográfica), aunque es al general D. Juan María Villavicencio al que dedica estas frases:

«Concurrió el 1.o de Octubre de 1823 al muelle del Puerto á recibir á S. M. Fernando VII, que recobraba aquel día la plenitud de sus soberanos derechos, dándose por concluído el sistema constitucional. Una de las primeras disposiciones del Monarca, fué conferirle el cargo de Director general de la Armada, con encargo de que pasase á Cádiz, reorganizase el cuerpo en todas sus partes y tomase las demás disposiciones que el cambio político y las circunstancias requerían.

El general Villavicencio obedeció desde luego la orden del Rey; pero antes de partir pidió á S. M. encarecidamente, interponiendo sus largos y distinguidos servicios, se echase un velo sobre todos los pasados acontecimientos en lo que tocase al personal de la Armada, respondiendo del proceder y manejo sucesivo de todos los individuos. Así es que la Marina, que en casi su totalidad estuvo hasta el último momento con las armas en la

mano defendiendo el régimen constitucional, fué la corporación que menos quebrantos y sinsabores sufrió en la violenta reacción que sobrevino. Los cargos y destinos del cuerpo fueron encomendados á los jefes y oficiales, según su mérito, sin tener para nada en cuenta la opinión política ni vicisitudes anteriores de los mismos.>>

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