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No obstante la doble desgracia con que se hacía más que difícil la situación de la plaza, la escasez de las provisiones, la serie de malas nuevas de la guerra en Venezuela, el brigadier D. Gabriel Torres, Gobernador, siguió rechazando con' alta · nería las proposiciones que desde el mes de Julio se le hacían para la entrega con honrosas condiciones, y sólo en último extremo de recurso consintió en tratar, ofreciendo someterse si en todo el curso del mes de Septiembre no recibía los refuerzos ó auxilios que nunca dejó de esperar. La capitulación firmada el 22 estipuló, de todos modos, la salida de la guarnición con sus armas y efectos, y el seguro traslado á la isla de Cuba por cuenta de los sitiadores, con otras concesiones no menos honrosas, suscritas de buen grado por los independientes con tal de verse dueños de la llave del reino de Santa Fe, de la principal fortaleza y plaza de armas de la América del Sur, á tanta costa ganada por el general Morillo en 1815 con el título de condado para su linaje.

Campeaba todavía la bandera española en la región de Venezuela al llegar la división naval, salida de Cádiz el 11 de Noviembre de 1820, y mandada por el capitán de fragata don Angel Laborde, comandante nombrado asimismo del apostadero de Puerto Cabello. Las dotes excepcionales de este jefe, la entereza, el vigor, la inteligencia y el sufrimiento; nunca bastantemente alabados, contribuyeron á que por allá flotara el pabellón nacional por más espacio de tiempo que en otras provincias, gracias á la campaña marítima sostenida prodigiosamente sin recursos de ninguna especie.

De los buques destinados á sus órdenes, volvió á España lạ corbeta Aretusa trayendo á los diputados y comisarios de la paz; el bergatín Facinta pasó á la Habana, donde fué detenido; lo propio ocurrió con el Hiena en Portobelo, quedándole la fragata Ligera, una de las de la famosa adquisición

cial de marina y navegante, podia juzgar bien de los sucesos; como oficial de guarnición en el castillo de Boca Chica, presenció los incidentes de ataque y defensa, y al referir con extensión el episodio, considera haber llegado al grado heroico el comportamiento del gobernador D. José del Olmo, anulado por la traición de uno de sus dependientes, que no quiero nombrar, Revista Militar. t. x. Madrid, 1852.

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rusa, y el bergantin Hércules. En Puerto Cabello encontró á la corbeta Bailén desarmada por falta de gente y pertrechos, á la goleta Morillo y al pailebot Conejo, barquitos estos dos provistos de un cañón giratorio de á 8, y el segundo presa hecha á los insurgentes, con algunas flecheras ó barcos del país empleados en la defensa de Cumaná.

Con tales fuerzas hubo de hacer frente, en el curso del año 1821, á los corsarios colombianos, los cuales cambiaron su bandera por la argentina en el breve intervalo que duró el armisticio de Bolívar, por no interrumpir la persecución de nuestro comercio, obligando á Laborde á formar convoyes, á escoltarlos hasta Puerto Rico y defenderlos en la travesía, de los espumadores, que osadamente los acechaban y seguían; pero como la suspensión de armas en tierra no duró más de lo que á la mala fe del caudillo de la independencia convenía, á la necesidad de proteger la navegación se fueron agregando las múltiples de una guerra de malísimo aspecto, desde que la batalla de Carabobo, perdida por el ejército realista, lo dispersó y redujo á condiciones de inferioridad frente al enemigo.

Por una de las inmediatas consecuencias hubo que hacer abandono de la capital, Caracas, y seguidamente del puerto insostenible de la Guaira, donde lució el genio de Laborde acogiendo á los aterrados vecinos fugitivos, embarcándolos con sus efectos y llevándolos con gran orden á Puerto Cabello, no sin recoger los efectos militares de la plaza y clavar su artillería para no ser molestado por las avanzadas de los vencedores.

Consecuencia igualmente tuvo que ser la capitulación de la plaza de Cumaná, cuya guarnición sitiada, sin esperanzas de socorro, después de consumir las provisiones, consiguió las condiciones más honrosas, y fué trasladada á Puerto Rico con armas y equipajes, por cuenta de los separatistas. En la rendición se comprendió á las fuerzas sutiles estacionadas en aquel apostadero; fuerzas de brillante servicio al mando de D. José Guerrero, vencedor en varias ocasiones', muerto • Gaceta de Madrid de 17 de Septiembre de 1820.

gloriosamente en combate ganado', sucedido por el no menos bizarro oficial D. Francisco de Sales Echevarría, que resultó indemne en la causa formada para examinar su proceder.

Reunidos en Puerto Cabello unos cuatro ó cinco mil veteranos, resto del ejército real, y en el fondeadero los barcos de guerra y mercantes en que se mantenía la bandera, al paso que por las laderas se reforzaban las fortificaciones del refugio, en el agua extremaba Laborde los expedientes, supliendo con la movilidad y el arrojo la falta de elementos efectivos, ya amagando desembarcos, ya haciéndolos realmente en Vela de Coro ó en otras partes, á fin de distraer á las tropas enemigas del sitio que inauguraban.

La disposición en que estaba al emprender las operaciones parece increible: la Ligera, capitana de su escuadra, único buque de representación, verdadero Palladium de la dominación española en aquellas costas, se desmoronaba al hacer movimiento, podridas las maderas. El timón se desprendió de sus goznes en uno de los cruceros; se desencajaban las mesas de guarnición á poco que refrescara el viento; bailaba la arbòladura amenazando venirse abajo; mas, según escribía el jefe al Ministerio, había que dejar á un lado á la prudencia y confiarse á la suerte, á menos de darlo todo por perdido 2, y por ello continuaba llevando convoyes de gente á Puerto Rico, formando otros de provisiones para la plaza bloqueada, manteniendo comunicaciones con Curazao, de donde se sa

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1 Archivo del Ministerio de Marina. Expediciones de Indias, 29 de Noviembre de 1820.

2 Guárdase en la Biblioteca central de Marina, en colección especial que consta de varios tomos, la Correspondencia del comandante del apostadero de Puerto Cabello D. Ángel Laborde con el Ministro de Marina. Comprende la relación histórica de los sucesos de la guerra, ilustrada con observaciones importantes, y la intima y reservada declaración de padecimientos, viviendo en la mayor miseria, sin pagas, sin vestidos, sin ración á veces, reducidas las tripulaciones por efecto de la miseria misma, de las enfermedades y de la deserción; pero sin perder nunca el buen ánimo, anteponiendo á la petición de socorros la seguridad de estar todos dispuestos al sacrificio y de que «sufrir sería su divisa». Son documentos merecedores de publicidad, y que recuerdan el dicho de Quevedo:

De amenazas del ponto rodeado
Y de enojos del viento sacudido,
Tu pompa es la borrasca, y su gemido
Más aplauso te da que no cuidado.

caban recursos, y teniendo siempre en jaque á las fuerzas navales insurgentes, ya en número de 20 buques puestos á cargo del aventurero angloamericano Danells, por muerte del almirante Luis Brión '.

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Ocurriéronle, naturalmente, contratiempos: el pailebot Conejo 2 se rindió al bergantín enemigo Libertador, de 16 cañones; perdióse la goleta Galga, correo de España, batida por otro bergantín, y algún que otro mercante fué aprehendido, mas no sin compensación multiplicada; el mismo pailebot Conejo, perseguido, se vió en la precisión de embarrancar en la costa, y la propia suerte tuvieron dos flecheras insurrectas, cayendo las tripulaciones prisioneras. En punto á mercantes, no pocos de los auxiliares americanos, declarados de buena prėsa, sirvieron al remedio de las necesidades.

-Con 450 soldados, puestos en tierra en los Tanques, quedó sometida la península de Paraguaná á fines de 1821 y alentados los que todavía eran fieles á España, motivo para atacar en otra expedición por mar á Vela de Coro con el satisfactorio resultado de rendir en dos días á la plaza, que disponía de 22 piezas de artillería y una guarnición superior á los asaltantes. Se destruyó en esta operación un bergantín de guerra, sostenedor del flanco de la plaza, y se apresó entre los trofeos otra flechera.

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Es de considerar el testimonio de admiración de los más interesados, de los vecinos de Puerto Cabello 3, para apreciar el valor de las acciones y el prestigio del jefe de Marina. Mientras la ruinosa Ligera estuvo en la mar (que estaba casi siempre), no osaron los enemigos acercar sus buques á Puerto Cabello; lo hicieron al saber que un día había rendido el palo mayor la respetable fragata y había de estar inmóvil necesariamente en tanto se le reponía. Entonces cercaron por tierra

1 Murió en Octubre de 1821, perdida la fortuna y la vida en obsequio de la independencia.

2 Era presa hecha á los insurgentes, armado con un cañón de á 8 y 25 hombres de la dotación de la Ligera; lo gobernaba D. Francisco Machado, oficial graduado, muy valiente, y marinero.

3 Exposición al Rey, publicada en la Gaceta de Madrid de 4 de Octubre de 1821. Laborde ascendió á Capitán de navio por estos méritos.

y mar á la plaza, llevando 21 bajeles á la boca del puerto: se atrevieron de noche á dar abordaje á los dos pontones de la guarda, si bien con desengaño 1; hiciéronse ilusiones desvanecidas al ver, tras poco tiempo, otra vez á la vela á la Ligera, estimando pocas todas las suyas para huir y dejar la mar libre. Laborde preparó inmediatamente en Curazao convoy de víveres, de que la plaza mucho necesitaba; incorporó al bergantín Hércules allí bloqueado, con lo que los rebeldes levantaron el sitio.

¿Qué no haríamos con tres fragatas pequeñas (escribía LàBorde) si se nos enviaran?

Faltábale saber que mayor contrariedad y aun desgracia que todas las anteriores le amagaba: el relevo del general Latorre, si bien digno de la distinción con que fué honrado, elevándole á la capitanía general de Puerto Rico, de lamentable ausencia en aquel país, que conocía, y en el que era de todos estimado. El general D. Francisco Tomás Morales, que le sustituía en el mando, aunque valeroso, distaba mucho de él en otras condiciones de caudillo.

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Desconociendo la importancia de Puerto Cabello, así como · la conveniencia de mantenerlo á todo trance, concentró sus ideas en la reconquista de la provincia de Maracaibo, empleando para ello cuantos elementos estaban á su disposición, sin admitir observaciones á los reparos ó inconvenientes, y en principio parecían darle razón los sucesos, porque, según cuenta Torrente, pocas campañas se han visto en América tan penosas en la ejecución y de éxito tan rápido y brillante. Quedó, en efecto, restablecida allí la autoridad real, limpia la laguna de corsarios, apresadas 16 embarcaciones mayores, derrotados por todas partes los separatistas y ocupadas las posiciones estratégicas. Aun á la Marina sonrió la fortuna, pues el bergantín Hércules acorraló sobre la costa á una goleta nueva, muy velera, nombrada Condor, que se vió en la precisión de arriar bandera 2.

1 Hicieron muy buena defensa, teniendo seis muertos y nueve heridos, y se presumió que la pérdida de los asaltantes sería considerable. Á los primeros disparos acudió Laborde en un bote.

2 Era barco primoroso, montaba un cañón de á 18 en crujía, dos carronadas del

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