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extraer del arsenal las lonas, jarcias y demás objetos combustibles. También se determinó hacer blindajes para resguardo de la tropa, extendiendo la resolución á los demás puestos, fuertes y baterías.

De resultas del temporal había tenido averías el navío Miño; se mandó fuese á Gibraltar á repararlas, para hallarse en estado de hacer viaje á América.

El 22 se había hecho á la vela un cuerpo de 400 hombres, destinado de refuerzo al Condado de Niebla. Había desembarcado, en efecto, en Huelva y ahuyentado de allí al enemigo; pero, atacado de improviso, perdió 150 hombres, entre muertos y prisioneros, antes de poder reembarcarse y volver á Cádiz.

Se había tratado mucho sobre el destino que debía darse á los prisioneros franceses, considerando peligrosa su estancia en la bahía. Uno de los parajes donde se había pensado enviar porción de ellos era á las islas Canarias, y al fin se resolvió fuesen allí como 800 en los navíos Fulgencio y San Lorenzo, á su paso para la Habana, adonde iban á des

armar.

La noche del 28 salió de la isla una división de lanchas con designio de volar el molino de Monte Corto, que está en posición ventajosa, á tiro del río Santi-Petri. Con efecto, se consiguió completamente, situándose de manera que cuando el enemigo sintió la explosión y salió de su campamento, fué recibido por el fuego de nuestras lanchas, y tuvo que retroceder á toda prisa.

El día 30 fondeó en el puerto el navío ingles Ciudad de Paris, de 110 cañones, trayendo á su bordo el cadáver del vicealmirante Collingwood, que llevaba á Inglaterra.

Abril.-Para dar salida con la posible brevedad á los prisioneros franceses que existían en los pontones de la bahía, después de haber tratado el asunto con el Ministro británico, se resolvió enviar allí 800 más de los que antes se había convenido, y se mandaron dar las más activas disposiciones para habilitar el convoy que debía conducirlos.

En comisión se envió al navío San Telmo, para que con tres místicos cruzase sobre las costas enemigas del Mediterráneo, protegiese el comercio y persiguiese á los corsarios. Se mandó que la fragata Sabina, inhábil para navegar, se estacionase en Algeciras como depósito, y que la polacra Carmen condujese caudales á Cartagena.

Hallándonos sumamente escasos de pertrechos marítimos, se hizo una petición por el General de nuestra escuadra al de la británica, el almirante Purvis, el cual entregó ocho cables de amarrar para nuestros buques, por ser el renglón que más necesitaban.

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El día 14 se hizo á la mar el convoy mandado aprestar, que llevó á Inglaterra 787 prisioneros franceses.

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Hacía tanta falta la gente de mar, que se apuraron los medios para atraerla, no bastando ya el que parecía más eficaz, esto es, el aumento de paga.

El 21 fué batido desde el Trocadero el navío Paula con bala roja; fué necesario mandar que se retirase. Dos meses consecutivos se había mantenido este navío, el Fusto y las lanchas cañoneras para impedir los trabajos del enemigo en el caño del Trocadero; ellos, no obstante la horrible pérdida que sufrían, lograron construir varias baterías, desde donde cañoneaban con ventaja á Matagorda; y no siendo posible sostener el punto, fué abandonado por los ingleses, que lo habían defendido hasta entonces, y salvaron toda su gente con corta pérdida, clavando la artillería que no pudieron llevar.

A propuesta del teniente general D. Cayetano Valdés, se determinó que se pasasen oficios al Ministro británico proponiéndole que ocho ó diez navíos de su escuadra se aproximasen á batir el caño del Trocadero, á menos de medio tiro, y que desmontadas y arruinadas que fuesen, como era natural y preciso sucediese á breve rato, las baterías que ha construído allí el enemigo, pudieran desembarcar tropas preparadas al intento en bastante número para acabarlas de arruinar, clavar la artillería, quemar las cureñas, etc. Se debía ofrecer que, en caso de perderse ó inutilizarse algún navío inglés, pudiese tomar en su lugar el Almirante el que eligiese entre los españoles, los cuales no podían hacer por sí la indicada operación por falta de los pertrechos y tripulaciones necesarias.

Contestó el Ministro inglés, refiriéndose á los oficios de los almirantes Purvis y Cotton, que no era posible hiciesen los navíos ingleses el ataque del Trocadero, alegando varías razones. Se habló mucho sobre dicho ataque; se vió, que por lo menos, era muy difícil y arriesgado, y se convino que el mejor medio de lograr el mismo efecto sería despachar cuanto antes los prisioneros franceses á otros parajes, especialmente á Inglaterra, donde ya estaban admitidos 4.000, y valerse de los pontones que ahora ocupan para efectuar dicho ataque, formando de ellos una especie de flo

tantes.

Mayo.-Llegaron los navíos Asia y Algeciras, procedentes de Veracruz, con siete millones y medio y 4.000 fusiles ingleses.

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Los ingleses renovaron su solicitud para que los dos navíos de tres puentes San Carlos y Fernando VII, que viniendo á Cádiz de Cartagena arribaron á Gibraltar, se vayan desde allí á Mahón. Tratóse este asunto; se vió que los dichos navíos tenían, como todos los nuestros, malos cables, y

que mucha parte de la marinería con que vienen tripulados es inglesa: se resolvió que, en efecto, se dirijan dichos navíos desde Gibraltar á la islá de Menorca, transbordando antes á transportes los presidiarios y pertrechos que conducían de Cartagena para Cádiz. Entre otros renglones tienen á su bordo 24,000 balas de á 24, que empiezan á hacer falta. ́⠀⠀

El día 18 leyó el Ministro de Estado traducción del oficio con que el Embajador inglés dió cuenta á su Gobierno del estado de España, papel interesante y fundamental en que se traslucían las miras del Gabinete británico. Por el contexto de este oficio puede deducirse que las dos principales pretensiones que traía lord Wellesley eran que el general inglés tuviese el mando universal de los ejércitos de España y que la guarnición de Cádiz se confiase á las tropas de su nación.

El almirante Pichemorris, que había quedado mandando la escuadra, en lugar del almirante Purvis, se presentó al Consejo de Regencia con el Ministro británico á ofrecer sus respetos y los buques de su mando. Después volvió solo y sostuvo una conferencia, á que asistió el general de la escuadra española Villavicencio. Se trató de la ida de los navíos españoles San Carlos y Fernando VII en derechura desde Gibraltar á Mahón, y se conceptuó convendría enviar allá otros tres navíos más, que aquí eran inútiles, y por falta de buenos cables están en continuo riesgo. Se promovieron varias especies acerca de nuestra escuadra, especialmente la de componer en Gibraltar varias fragatas, que en el día no pueden servir, y á poco costo serían muy útiles. Se repitió al Sr. Pichemorris la instancia, tantas veces hecha con Purvis, de que se lleven cuanto antes de la bahía los 4.000 prisioneros franceses que había prometido conducir á Inglaterra. Se consideró que, sacados estos prisioneros y puestos los enfermos en hospitales de tierra y en algún buque mediano, se podrían repartir cómodamente los pocos que quedasen en los navíos de la escuadra, donde en corto número serían útiles, y quedar libres los pontones para hacer de ellos uso muy ventajoso.

La primera idea que se formó acerca del destino de estos pontones, evacuados que fuesen de prisioneros, fué convertirlos en baterías flotantes bien preparadas, para fulminar el Trocadero con una artillería muy superior. Pero ya empiezan los ingleses á insinuar que entre los buques hay cascos muy buenos, que sería mejor llevarlos en bandolas á Gibraltar ó Mahón durante el verano, arbolarlos y reemplazar con ellos el desfalco que sufrió la escuadra española en el recio temporal del equinoccio con la pérdida de los navíos Concepción, Montañés y Ramón. ·

Junio. Se disminuyó notablemente el número de prisioneros franceses de los pontones, de resultas de los enviados á Canarias é Inglaterra, quedando reducidos á menos de 2.000...

Se resolvió traer de Galicia 1.000 ó más marineros y todos los oficiales de mar que se pueda.

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Llegó á la bahía un gran convoy de Levante, con embarcaciones de guerra españolas é inglesas, que traen de Alicante la división pedida al ejército del Centro y alguna tropa inglesa que se cree sea de la guarnición de Gibraltar. Este convoy trae grande abundancia de víveres.

Se supo que los enemigos tienen prevenidos en Sanlúcar dos buques, uno para mortero, que van á montar, y el otro para cañón, y que había allí algunas otras embarcaciones pequeñas que armaban en la forma posible para hostilizar la bahía. Se determinó hacer una expedición para quemarlos.

El Ministro de Estado presentó al Consejo un oficio del Embajador de Inglaterra exponiendo que en el caso que lord Wellington tuviera que retirarse, pensaba dirigirse á las fronteras de Galicia con Portugal, y que para preparar un refugio más seguro se concediese permiso por el Gobierno español para enviar anticipadamente ingenieros de su nación á fortificar el puerto de Vigo, y particularmente las islas Bayonas, á donde pensaba retirarse en el caso enunciado. Se tuvieron presentes las peligrosas consecuencias que pudiera traer el acceder á esta petición, y se previno al Ministro de Estado respondiese en términos muy urbanos que nosotros estábamos en la actualidad fortificando dichas islas para el mismo objeto que medita el lord Wellington, y que su ejército hallará allí acogida, igualmente que en todos los demás parajes de los dominios españoles. El 17 se hizo á la vela una expedición para la Serranía de Ronda. Llegó el 20 el Duque de Orleans en la fragata Venganza, procedente de Palermo. También entraron, de Lima, la fragata Neptuno con 130.000 duros, y la Diamante con 138.000.

Fulio. Se determinó aprontar los navíos Héroe y Neptuno, una urca y algunos transportes para traer desde Alicante parte del ejército del Centro, y habiendo urgente necesidad de maderas para varios usos, sobre todo para llenar las demandas de los ingleses, deshacer el navío Conde de Regla, que estaba en dique y no se podía carenar sin grandes costos.

El 29 se presentaron al Consejo el contraalmirante Keith, llegado últimamente para mandar la escuadra británica surta en Cádiz, y se despidió el contraalmirante Pichemorris, que la estaba antes mandando.

Varias veces habían instado los ingleses para que, conforme al último Tratado, se sacasen de la bahía de Cádiz y se condujesen á paraje más seguro los navíos de guerra que no se pudieran alistar para hacerse á la vela en cualquier evento. La Regencia había determinado que se llevasen á la Habana y á Mahón los que se hallasen en dicho caso; pero se había dila

tado la ejecución de esta providencia por la escasez de pertrechos y la falta de tripulaciones, no habiendo bastantes marineros ni aun para la custodia de dichos buques desarmados, sin dejar desatendidos los principales objetos de la defensa de este puerto. El almirante Keith, siguiendo sin duda las instrucciones que trae de su Corte, volvió á instar sobre este punto, ofreciendo todos los auxilios que se necesitasen de marinería, pertrechos, etc., para llevarlo á debido efecto. En vista de esto, determinó la Regencia que sin pérdida de tiempo, y mediante los auxilios del Almirante británico, pasen á la Habana los navíos de tres puentes Santa Ana y Principe; que los de igual clase Fernando VII y San Carlos, con los de 74 Neptuno, Justo, Paula y Glorioso, se trasladen á Mahón, y que queden en Cádiz el Algeciras, Telmo, Héroe, Asia, Miño y América, con las fragatas y corbetas para transportes, viajes á Indias, etc.; que las tripulaciones de los navíos que han de quedar desarmados en Mahón se restituyan á Cádiz, y que se manifieste así al Ministro de S. M. británica para que lo ponga en noticia del Almirante.

Agosto. Se trató de la defensa de la bahía con motivo de haberse sabido que el enemigo había repartido la marinería llegada de Francia entre Puerto Real, Puerto de Santa María y Sanlúcar.

El 8 salieron los navíos Neptuno, Glorioso, Paula y San Justo para desarmar en Mahón, y el Héroe y la fragata Sabina para traer tropas de Alicante.

El 21 se preparó expedición de 3.000 hombres para salir de noche, desembarcar entre Regla y Chipiona, arrojarse por sorpresa sobre Sanlúcar, desbaratar el pequeño arsenal que allí hay, quemar los barcos y pertrechos que tienen y volverse á reembarcar antes que puedan ser socorridos de Jerez. Se hizo á la vela al anochecer el 22, pero no pudo acometer á Sanlúcar, donde estaban prevenidos; desembarcó á tres leguas de Huelva, pasó rápidamente á Moguer, donde sorprendió al príncipe de Aremberg, á quien batió y puso en fuga, cogiéndole prisioneros, efectos, la caja militar y matándole bastante gente. Mandaba la expedición el general Lacy.

Don Cayetano Lobatón dirigió otra expedición al río Barbate: su objeto fué sacar una fragata inglesa que habían apresado los enemigos; en efecto, lo consiguió; quemó ó destruyó varios barcos que tenían allí, y ya antes había quemado una cañonera inglesa que se les pasó por traición de su marinería genovesa; causó al enemigo bastante pérdida, y se volvió á su apostadero.

Septiembre.-En la madrugada del 6 se hicieron á la vela los navíos de tres puentes Santa Ana y Principe, destinados á la Habana; á las cuatro

TOMO IX.

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