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Ordenes del capitan Casto Arguedas regresó a la capital. Trataron de hacerle frente en San Roque 400 hombres de la guardia nacional; pero fueron desbaratados, i el congreso quedó disuelto de hecho. El jeneral Velasco i el doctor José Maria Linares, que como presidente del Senado, se habia encargado del mando de la República, fugaron a Potosí. Entre tanto, por una órden eneral dictada en Oruro i autorizada por Laguna, jefe de estado mayor, declaraba Belzu "guerra a muerte a la faccion anarquista, reunida en la capital, porque contrariando el querer de los pueblos, i no consultando mas que su propia voluntad i la de sus siempre aciagos oráculos, habia obrado contra los mas grandes i vitales intereses de la República, aproximándola a la ruina por medio de la anarquia: "declaraba tambien traidores a los jefes i oficiales, que faltando al honor militar, escandalosamente mancillado por la faccion anarquista, tomasen las armas en mengua de su profesion i no las abaudonasen en el término de diez dias».

El jeneral Torrelio, puesto a la cabeza del batallon Carabineros, sabiendo que Velasco reunia alguna fuerza en Potosí, salió precipitadamente de Sucre, con direccion a Oruro; pero habiendo recibido comunicaciones de Belzu e instruido por ellas de que el primer rejimiento de Corazeros, mandado por el coronel Pedro Yrigoyen, debia defeccionarse, regresó sobre la capital. Acia la misma se encaminó Velasco con el primer rejimiento de Corazeros, un batallon de nacionales de Porco i algunos individuos de la guardia cívica de Sucre, que se le reunieron en su marcha. Apenas hubo llegado Velasco a la capital, cuando apareció el batallon Carabineros en los altos de Quirpinchaca, donde se trabó un combate, en que a pesar de su vigorosa resistencia, fueron vencidos los rebeldes.

Como en la provincia de Chayanta reuniese el coronel Esmeracdo Pelaez, una pequeña fuerza, salió el coronel Rivadeneira de Sucre con 60 hombres, i en la marcha se le reunieron 50 nacionales de Potosí; pero como el batallon Carabineros Vengador, formado por Jofré en Oruro, se habia incorporado con las montoneras de Pelaez, tuvo Rivadeneira que retroceder aceleradamente: atacado en Macha, i agotadas sus municiones, se vió en la necesidad de ceder el campo.

Poco ántes de éste suceso, salieron de Sucre 120 hombres al mando del jeneral Carrasco, con direccion a Misque, donde debian reunirse con una pequeña columna, i marchar contra Cochabamba. El Coronel Lanza que habia reunido 600 hombres en aquella ciudad, intentó atacar a Carrasco; mas como éste, burlando al enemigo, entrase en Cochabamba, despues de vencer a una partida en la Angostura, continuó Lanza su marcha a Sucre, donde o en Potosí debia reunirse con Belzu. Carrasco que tenia órden de encaminarse a Oruro, luego que Belzu desocupase aquella ciudad, permaneció en Cochabamba recibiendo obsequios con que se le adormeció, i perdió las ventajas que le habrian resultado de impedir la comunicacion de Belzu con el Norte.

acuarteló su

Lanza a su llegada a Sucre, tropa en el palacio i en la universidad, cuyo archivo fué destruido casi del todo despues de este acto de barbarie, que causó suma indignacion, pasó Lanza a Potosí, a reunirse con Belzu.

Velasco decampó de Puna a la cabeza de las tropas allegadizas i mal armadas de Porco, Cinti, Tarija i Chichas, que formaban un total de 1,500 infantes i 500 caballos, i se dirijió a Sibingamayo, de donde contramarchó ácia la capital, juzgando que Carrasco habia ocupado ya a Oruro. Por distinto camino tomó Belzu la misma direccion, llevando consigo

4,500 infantes, dos escuadrones i ocho piezas de campaña. Llegó Velasco a Yamparáez el 5 de diciembre (1848). Belzu que lo seguia, empezó a las seis de la tarde a subir la áspera cuesta de Compoco, cortada de precipicios. Velasco, que ocupaba la cumbre, habria podido, con un solo cuerpo, derrotar al enemigo en un paraje escabroso i estrecho, en que no podia desplegar sus batallones ni poner en juego su artilleria ni su caballeria. El jeneral Agreda se opuso a que se atacara a Belzu en una posicion desventajosísima, en que debia ser tomado de flanco: por una culpable condescendencia perdió Velasco la ocasion de obtener una victoria segura. Las dificultades que Belzu tuvo que vencer, para ocupar el llano de Yamparaez fueron tales, que no consiguió montar su artilleria sino a las doce de la noche. La mañana del 6 una columna que habia salido de Sucre, se reunió con el ejército de Velasco, a pesar del fuego de la artilleria enemiga. No trazó Belzu ningun plan de batalla, i se contentó con decir a sus tenientes, que cada cual hiciera lo que pudiese. Comprometida la accion, la infanteria de Velasco arrolló a la contraria, i Belzu mismo se puso ya en fuga. Hízose avanzar la caballeria, para completar la victoria; pero el escuadron que mandaba el coronel Goitia, se vió detenido por unas zanjas que no habian sido reconocidas de antemano. Entretanto el coronel Pedro Irigoyen, que mandaba otro escuadron, recibió como a pasados a los jinetes de Belzu, i en vez de hacerles entregar las armas, los colocó a retaguardia de su escuadron, que fué alevosamente acuchillado. Rehecha la infanteria de Belzu, cargó i derrotò a la de Velasco, que se hallaba en desórden. Mas de trescientas víctimas fueron sacrificadas en ésta accion, con que se iniciò la guerra civil en Bolivia. El parte

de Téllez, jefe de estado mayor de Belzu, no da mas que 65 muertos i 100 heridos, de una i otra parte. Díjose que Irigoyen estaba de acuerdo con Belzu, i que su conducta proditoria le valió 6,000 pesos; pero éste hecho no está averiguado. Los vencidos suelen casi siempre atribuir su desgracia a la traicion. Al anunciar su victoria, dijo Belzu, “la criminal pandilla que con ultraje de la santa moral, de los principios republicanos i de la voluntad bien pronunciada de todos los pueblos de Bolivia, formó un ejército i amenazó sumir la patria en interminable anarquia, ha sido derrotada para siempre en batalla campal por el ejército libertador del Norte. La nube que pesaba sobre el horizonte político, no asusta ya, i los patriotas verdaderos, los celosos defensores de la integridad nacional, no tienen nada que temer de los esfuerzos impotentes i rudos de una oligarquia funesta».

CAPITULO 6°.

GOBIERNO DE BELZU I DE CÓRDOVA.

Entregado el pais a una turba que habiendo alcanzado el poder por la traicion i la fuerza, i no pudiendo lograr el asentimiento de la nacion, necesitaba de la violencia para conservar la usurpacion mas escandalosa, empezó Belzu por dictar medidas de venganza. Como a su entrada en Sucre, no hubiese una sola persona notable que saliera a recibirlo, fué la capital la que mas exitó su saña: destituyó a los majistrados de la corte suprema i superior, a los empleados del tribunal de valores i casi a todos los demas funcionarios.

Los partidarios de la causa nacional, que a consecuencia del desastre de Yamparáez, se asılaron en el territorio arjentino, donde mandaba el célebre Rosas, fueron vejados por las autoridades de Salta i Jujui. Parece que entre todos los tiranos hai una viva simpatia o un seguro instinto que los pone acordes para perseguir a los defensores de la libertad. Uno de los primeros cuidados de Belzu fué revivir las contribuciones que el congreso habia extinguido: el motivo en que fundaba ésta resolucion el arjentino Juan Ramon Muñoz, secretario jeneral de Belzu, era "que entre las medidas absurdas que habia abortado un congreso insensato que no supo corresponder a la confianza pública, ocupaban prominente lugar los cálculos financiales que descantillando considerablemente las rentas naturales de la nacion, habian arrastrado la hacienda pública al borde de una bancarrota».

Laudable fué el decreto en que el gobierno declaró posteriormente no reconocer proscrito alguno: esta medida que anunciaba alguna regularidad en el nuevo

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