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juicio y bien dormido, desnudaronle y volvieron á ponerle su vestido viejo, y mandó el duque que le llevasen al mismo puesto donde le habian hallado. Hizose, y hecho, llegó el duque con mucha gente, y dijo que le despertasen, y despierto, preguntole quien era, y él muy asombrado respondió: que segun las cosas que en dos horas habian por él pasado, no sabria decir quien era. Preguntado la causa, respondió: "señor yo soy un herrero y me llamo fulano, sali de mi casa, habrá una hora ó poco mas, bebi un poco de vino, cargome el sueño, y quedeme aqui dormido. Y en este tiempo he soñado que era rey, y que me servian tantos de caballeros, y traia tan lindos vestidos, y que dormia en una cama de brocado, y comia muy bien y bebia, y estaba yo tan gozoso de verme tan servido y regalado, que casi estaba fuera de juicio de contento, y bien se vee que lo estaba, pues todo fue sueño." Y dijo entonces el duque.-Veis aqui amigos lo que es el mundo, todo es un sueño, pues esto verdaderamente ha pasado por este como habeis visto: y le parece que lo ha soñado.

El viage entretenido de Agustin de Rojás

Cuenta Alonso lo que le sucedió en Madrid, y como entró á servir á un letrado, que iba por alcalde mayor de Córdova.

Hubo, pues cierto dia en una plaza de un pueblo de este reino una gran pendencia entre los hijos de vecinos, y gente forastera. Al ruido de las armas, y al poner paz acudió gran número de los que por allí se hallaron, y entre los que saliéron de sus casas á la refriega, fué un barbero que tomando la horquilla con que solia colgar las vacias a su puerta, cuando sacaba la tienda, vino á mas correr entre los que se acuchillaban, diciendo á voces: paz, paz: pero eran tantos los de la riña, y andaba el negocio de suerte que no pudiéron dejar de salir algunos heridos. Dióse noticia á la justicia, acudió luego con escribano, y fiscal, haciendo averiguacion de la causa, y como suele ser de ordinario, lleváron, á la cárcel casi los mas vecinos del barrio, los mas cercanos de donde habian sucedido las cuchilladas, y entre los presos hubo de ser el barbero que salió con el palo. En la prision cada uno por su procurador alegó de su derecho dando su descargo y averiguada la culpa, los que no la tenian fuéron condenados á que pagasen á doce reales, y saliesen libres. El barbero que por solo haber

salido veía que le llevaban su dinero, aunque contra su voluntad, por salir de la prision hubo de pagar; y no pasáron muchos dias cuando otra tarde se levantó otra gresca como la pasada, frontero de la casa del barbero, y él, que se preciaba de asistir á su oficio, como hombre de bien, que lo era, asió de su vara, y metiendose en medio de los que reñian á grandes voces comenzó á decir: mueran, mueran; no tardáron en venir juez, escribano, y alguaciles, y prendieron á los delincuentes lleváron tambien al barbero á la cárcel, y como en la pendencia no hubiese algun herido, con facilidad salieron de la prision, aunque no sin costas, pues vino à pagar el barbero veinte y cuatro reales por la mortandad que habia gritado. Mas como en casa del tahur dure poco la alegria, y el en sintiendo algun alboroto no podia dejar de salir como la gansa de cantipalos: ofrecióse otra riña, y salió á dar en que entender á los alguaciles, y como ya escarmentado de las cosas pasadas mudó de estilo, y jugando de su horcon á modo de montante, á grandes voces repetia: paz, guerra, mueran, guerra, paz; prendió la justicia á los del alboroto, y no se quedó en la posada nuestro barbero, el cual saliendo á visitarle, y siendo preguntado porque le habian preso, respondió: señores, yo soy

desgraciado y de serlo, y de no tener quien me favorezca me ha costado mas que yo ganaré en seis semanas por mas que trabaje: por meter paz me condenáron en doce reales, despues viendo que con paz me habia ido tan mal, en la segunda pendencia dije: mueran, mueran, y tambien aunque no hubo sangre fuí condenado en gastos de justicia, ahora me trajéron á la prision por decir: paz, guerra, mueran, paz. Suplíco á vms. me digan ¿qué he de hacer? ¿qué diré ? ¿ó cuando viere matarse los hombres adonde tengo de irme? porque no hay que dudar, sino que será menester alguna renta para tantas condenaciones como cada dia me hacen. Doctor Geronimo de Alcalá Yañez y Rivera. Vida y aventuras de Alonso mozo de muchos amos.

Cuenta Alonso como llegó á toledo, y entro á servir á un gentil hombre recien casado y lo que le sucedio.

Casose un Caballero Andaluz, con una Dama de Castilla la vieja, moza noble y rica y para efectuar el casamiento, entre las condiciones que se pusiéron, fué una: que el marido no sacase en tiempo alguno á su muger de la ciudad, por ser voluntad suya el haber de vivir con sus deudos, y adonde tenia

la hacienda de sus padres. El caballero prometió de hacerlo así, como lo hizo, viviendo como buenos casados en recíproco amor algunos años. La dama que sabia ya, que su marido tenia madre, deseosa de verla, y de traerla á su casa, por ventura por asegurar mas su partido, un dia que con su marido mas que otras veces, travó larga conversacion y plática muy encarecidamente le rogó, que por darle gusto le trajése á su madre, pues era razon, que correspondiendo ella á las muchas obligaciones que le tenia, para pagarle en algo con particulares veras, sirviese ella, y estimase á su señora, pues una viuda sola, y ausente de su hijo y de tanto tiempo, aunque muy rica, no era posible, sino pasar muchos trabajos y pesadumbres, lances forzosos de la soledad y ausencia. Agradeció el caballero las buenas razones de sû bien intencionada muger y respondióla: de muy buena gana, señora, hiciera yo loque me pedis, pero tenemos paz, por la misericordia de Dios y si mi madre estuviese en vuestra compañia, no sé como os llevariades con ella: dos tocas á un fuego, siempre tienen discordia, mejor os está vivir vuestra suegra cincuenta leguas de vuestra casa que dentro de ella no os canseis, que no ha de vivir con vos. Pues no es vuestro gusto el dármele, respondio la

y

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