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nos que les sucedieron en el imperio y en la gloria de la armas, tambien vemos que, venci endolo todo crecieron hasta hacer que la tierra y su señorío tuviesen un misino término.... Fray Luís de Leon, Nombres de Cristo.

"Ensanchemos nuestro discurso retirando los límites del universo. Mas allá del vasto anillo de saturno donde millones de mundos como el nuestro se perderian de vista, descubro un espacio infinito sembrado de manantiales de luz, Allí otros orbes mucho mas enormes que el nuestro giran con circulos mayores, por carreras mas asombrosas y con movimientos mas varios. Cuanto mas me avanzo, mas me alejo de los terminos del mundo. En vano me hundo en el espacio: millones de cielos me rodean...... Mi imaginacion se rinde bajo el peso de la creacion."

De un Astronomo. Capmany, Filosofia de la Elocuencia.

DESCRIPCION DEL LUJO Y CORRUPCION DE ROMA.

"A branse los anales de las naciones, y veremos los romanos, arrastrados de la voz del

deleite, sacrificar sus semejantes, no digo al interés de la patria, sino á su propia diversion y sensualidad. Y sino hablen aquellos vivéros en que la bárbara glotoneria de los poderosos ahogaba los esclavos para que los peces con este pasto criasen carne mas delicada. Hable 'aquella isla del Tiber á donde la crueldad de los amos enviaba los esclavos dolientes ó viejos á perecer con el suplicio del hambre. Hablen tambien los restos de aquellos soberbios anfiteatros en que estan grabados los fastos de la barbarie; en que la nacion mas culta del orbe inmolaba millares de gladiatores al placer de un espectaculo á donde corrian curiosas las mugeres, y allí este sexo delicado y dulce, que criado en el lujo y el regalo no debiera respirar sino ternura, sutilizaba la inhumanidad, hasta pretender de los atletas heridos, que al tiempo de espirar, cayesen en una gallarda postura.” Capmany, Filosofia de la elocuencia.

ELOCUENCIA PROFANA.

EL SIGLO DE ORO.

¡Dichosa edad y siglos dichosos, aquellos á quien los antiguos pusieron nombre de dorados! Y no porque en ellos el oro, que en esta nues

tra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivian ignoraban estas dos palabras de tuyo y mio. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes: á nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento, tomar otro trabajo que alzar la mano, y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes, y corrientes rios, en magnifica abundancia sabrosas y transparentes aguas les ofrecian. En las quiebras de las peñas, y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo á cualquiera mano sin interes alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedian de sí, sin otro artificio que el de su cortesia, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas sobre rústicas estacas sustentadas, no mas que para defensa de las inclemencias del cielo. Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia: aun no se habia atrevido la pesada reja del corvo arado á abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre, que ella sin ser forzada, ofrecia por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar, y

deleitar á los hijos que entonces la poseian. Entonces sí que andaban las simples y hermosas zagalejas de valle en valle, y de otero en otero, en trenza y en cabello, sin mas vestidos que aquellos que eran necesarios para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que se cubra; y no eran sus adornos de los que ahora se usan, á quien la púrpura de Tiro, y la por tantos modos martirizada seda encarecen, sino de algunas hojas de verdes lampazos y yedra entretejidas, con lo que quizá iban tan pomposas y compuestas, como van ahora nuestras cortesanas con las raras y peregrinas invenciones que la curiosidad ociosa les ha mostrado. Entonces se decoraban los concetos amorosos del alma simple y sencillamente, del mesmo modo y manera que ella los concebia, sin buscar artificioso rodeo de palabras para encarecerlos. No habia la fraude, el engaño ni la malicia mezcládose con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus propios términos sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje aun no se habia sentado en él entendimiento del juez, porque entonces no habia que juzgar, ni quien fuese juzgado. Las doncellas y la honestidad andaban, como tengo dicho, por

donde quiera, solas y señoras, sin temor que la agena desenvoltura y lascivo intento las menos cabasen, y su perdicion nacia de su gusto y propia voluntad. Y ahora en nuestros detestables siglos no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta: porque allí por los resquicios ó por el aire, con el zelo de la maldita solicitud se les entra la amorosa pestilencia, y les hace dar con todo su recogimiento al traste. Para cuya seguridad, andando mas los tiempos, y creciendo mas la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas, y socorrer á los huerfanos y á los menesterosos.

Cervantes Quijote.

ENUMERACION DE LOS EJÉRCITOS PODEROSOS.

Pusieronso sobre una loma, desde la cual se verian bien las dos manadas que á d. Quijote se le hicieron ejércitos, si la nube del polvo que levantaban no les turbará y cegará la vista; pero con esto viendo en su imaginacion lo que no veia ni habia, con voz levantada comenzó á decir: "aquel caballero que allí ves de las armas jaldés, que trae en el escudo un leon coro

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