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FLORESTA ESPAÑOLA.

PRIMERA PARTE.

CHISTES GRACIOSOS.

ESTANDO uno á la muerte, dejó mandado á un hijo que tenia solo, que vendiese tres halcones que valian gran precio; y mandó que del valor del uno pagase las deudas que tenia, y de lo que valiese el otro hiciese bien por su alma, y el tercero fuese para él. Muerto el padre, de alli á pocos dias fuese el uno de ellos que no lo pudo mas haber, y dijo: este vaya por el alma de mi padre.

Decia un viejo que tres cosas se le habian acrecentado con la vejez ; ver mas, poder mas, y mandar mas. Decia ver mas, porque cada cosa le parecian dos con la flaqueza de la vista, y poder mas porque cuando se apeaba de la mula traia la silla tras si; y mandar mas porque

B

anochecer entre dos luces, y dijo á los ladrones : amigos, muy temprano abris la tienda.

Un duque de Saboya pedia en sus estados imposiciones extraordinarias. La Saboya que es el pais de la miseria, gemia bajo la carga. Un paisano dijo al príncipe: Señor, veo en nuestro reino la pasion de nuestro Salvador inversa. Como entiendes eso? dijo el soberano. Yo veo en la pasion, respondió el paisano, que uno muere por todos, y aqui todos morimos por uno.

Preguntando una vieja enferma á un medico si sanaria de una grave enfermedad, le respon. dió: verdaderamente madre, ireis al caer de la hoja. Respondió la vieja : á las de mi naranjo me atengo.

Topó una noche un alguacil á uno que venia muy embarazado y preguntóle: ¿que armas llevais ? respondió, señor un puñal para matarme; tentandole halló que era una bota de vino, bebiósele todo y volviendosela vacia, dijole, ya no hay peligro, guardad la vaina.

Uno aconsejaba á un borracho que tenia un ojo muy malo que no bebiese vino que le perderia: respondió: más quiero perder una ventána toda la casa. que

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Preguntando uno á un su amigo por un letrado si le tenia por hombre de letras, respon

dió las letras de fulano, son como letras de canto llano, pocas y gordas.

Curando un cirujano á un pobre hombre que le habian dado una pedrada en un ojo que se le echó fuera, preguntó al cirujano señor perderé el ojo? respondió: no, que yo le tengo en la mano.

Un mal pintor que nunca vendia obra que hacia, fuese á otro lugar é hizose medico: pasando por alli uno que le conocia, le pregunto que era la causa que andaba en habito de medico pues era pintor? Respondió quise tomar oficio que las faltas que hiciere cobije la tierra.

Convidaron á uno á cenar y pusieronle rabanos al principio. Dijo el convidado, en mi tierra al fin se ponen estos; respondió, el que le convidó, y aqui tambien.

Un caballero convidó á otro á comer y escusandose el convidado por no echarle en costa le prometio de no tratarle como á extraño sino como amigo con lo que tenia en la posada de ordinario; despues de haber comido muy par-camente dijo el convidado; en verdad señor que no pensé que eramos tan amigos.

Uno que no tenia mas de un ojo dijo á otro si le queria jugar, respondió: si haria sino que no teneis para envidar.

Respuesta a un avaró. Un hombre rico y avaro, se carcomia de ver comer á sus domesticos. Cuando acabaran, les dijo, de moler esos molinos? Uno de ellos echandole en cara que nunca les daba vino, le respondió: nues-. tros molinos, sepa, no pararan tan presto, pues v. m. tiene cuidado de que no les falte agua. Un literato habia perdído muchos dineros á los naipes y quedose barajando como es costumbre de los que han perdido: preguntándole que hacia, respondió: estoy mirando en que se erró este proceso.

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De uno que era enamorado de una muger fea, y era la medianera muy hermosa dijo otro; mayor es la circunstancia que el pecado.

Convidó uno á comer á unos amigos; y poniendo en la mesa un par de gallinas asadas, pero muy duras, dijo un convidado: sin duda, que nosotros nos hemos adelantado, y siendo convidados á cenar, nos venimos á comer.

Comia uno mucho; y reprehendiendole que no comiese tanto porque engordaba demasiado, respondió: mucho menos come una calabaza, y engorda mas apriesa.

Un viejo que nunca se habia casado, persuadia, á un joven su vecino, que se casase, amonestandole, que no convenia estar solo, y que

era muy necesario el acompañarse. A que respondió el mancebo: si eso es así, dadme una de vuestras hijas.

Hallándose en la asistencia de un enfermo unas mugeres muy feas, dijo al verlas : señoras yo me muero. Preguntáronle, que porque? Y respondió: porque he leido en muchos libros, que á esta hora se ven visiones.

Trajeron á un enfermo una muger para su asistencia, que sabia hacer grandes conservas; y habiéndoselo dicho, respondió: pues que me conserve la vida, que no he menester otra cosa. Preguntáronle á uno si le obligaba el ayuno : respondió: en lugar de obligarme me enfada. Preguntóle uno á otro que habia estado ausente: ya ha venido vind.? Y respondió: no señor; pero me estoy esperando.

Pasó un dia de feria un hombre de buen arte junto à una tienda: y juzgando que nadie le viese, cogio disimuladamente unas medias de seda. Violo el dueño; y para cobrarlas y no afrentarle dijole con buen semblante: señor mio, no se pueden dar por ese precio. El hombre las sacó de la faltriquera; y poniendolas encima de la mesa respondió: pues no daré una blanca mas por ellas.

Don Juan de Figueroa decia que los que

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