Floresta española: ó,Colección de piezas escogidas de los mejores autores,precedida de un discurso sobre el origen,progresos y decadencia,de la literatura española

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Antonio Garrido
E. Justins and Son, 1827 - 367 páginas

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Palavras e frases frequentes

Passagens conhecidas

Página 197 - Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío.
Página 198 - No había la fraude, el engaño ni la malicia mezcládose con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen.
Página 200 - ... valeroso Laurcalco, señor de la puente de plata: el otro de las armas de las flores de oro, que trae en el escudo tres coronas de plata en campo azul, es el temido Micocolembo, gran duque de Quirocia: el otro de los miembros giganteos que está á su derecha mano es el nunca medroso Brandabarbaran de Boliche, señor de las tres Arabias...
Página 255 - ... las barbas, descoloridas de miedo de la boca vecina, que, de pura hambre, parecía que amenazaba a comérselas; los dientes, le faltaban no sé cuántos, y pienso que por holgazanes y vagamundos se los habían desterrado...
Página 126 - ... bien sé lo que es valentía, que es una virtud que está puesta entre dos extremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad, pero menos mal será que el que es valiente toque y suba al punto de temerario, que no que baje y toque en el punto de cobarde...
Página 247 - Quísote, y si no me quejo del dolor, es, porque no es dado á los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella. Si eso es asi, no tengo yo que replicar, respondió Sancho, pero sabe Dios, si yo me holgara que vuestra merced se quejara cuando alguna cosa le doliera. De mí sé decir, que me he de quejar del...
Página 202 - En estotro escuadrón vienen los que beben las corrientes cristalinas del olivífero Betis; los que tersan 'y pulen sus rostros con el licor del siempre rico y dorado Tajo...
Página 244 - Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas: -Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Página 243 - ... -Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
Página 256 - Traía un bonete los días de sol, ratonado con mil gateras y guarniciones de grasa ; era de cosa que fue paño, con los fondos de caspa.

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