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nos de otras naciones, consecuencia por una parte y principio por otra de las diferentes fases que tomó la política de España en este reinado en las guerras y negocios esteriores, debemos tratarlo en el capítulo en que vamos á dar cuenta de la situacion de los dominios españoles en estos años con relacion á otras potencias y paises.

TOMO XV.

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CAPITULO VI.

FRANCIA, ITALIA, ALEMANIA.

POLITICA DE ESPAÑA EN ESTOS ESTADOS.

1610 1620.

Sospechas que los príncipes italianos teniau de los proyectos de la córte española.-Confederacion de aquellos príncipes con Enrique IV. de Francia.-Intentos de los confederados.-Muerte de Enrique IV. -Cambio de relaciones entre España y Francia.-Enlaces de príncipes españoles y franceses.-Cláusulas de las capitulaciones matrimoniales. Renuncia mútua de los contrayentes á las coronas de sus respectivos reinos.-Cange recíproco de las princesas en el rio Bidasoa.-El duque Cárlos Manuel de Saboya.-Sus designios contra España.-Despoja al duque de Mantua de Monferrato.-Proteje al de Mantua Felipe III.-Guerra del Monferrato.-El marqués de la Hinojosa.-Paz de Asti.-Guerra de Saboya.-Cárlos Manuel.-Don Pedro de Toledo, gobernador de Milan.-El duque de Nemours.El mariscal Lesdiguieres.-Paz de Pavía.-Conjuracion contra Venecia.-El marqués de Villafranca; el de Bezmar; el duque de Osuna. -Carácter del de Osuna.-Propónese humillar á Venecia.-Abate el poder naval de la república.-Calumnias que se forjaron sobre la famosa conjuracion.-Suplicios horribles en Venecia.-Acusaciones que se hicieron al de Osuna.-Es relevado del gobierno de Nápoles. -Guerra de la Vaitelina.-Principio de la guerra de treinta años en Alemania.-Protege España al emperador Fernando II.-Envía sus ejércitos. Campaña de Bohemia.-Sangrienta batalla y célebre triunfo de los imperiales y españoles en Praga.-Vuelve la Bohemia á la obediencia del emperador.-Gobierno opresor de Fernando.

El afan, el interés y la costumbre de predominar en Europa habia halagado tanto el orgullo español y

engendrado tales hábitos, que asi prevalecian en los consejos de Felipe III. como habian guiado los de su padre Felipe II. Los elementos eran desiguales, pero el espíritu era el mismo. Si Felipe III. no aspiraba á la monarquía universal, por lo menos gastaba enormes sumas en agentes y pensiones para mantener partidarios en Italia, en Francia, en Alemania y en los Estados de la Iglesia, que era una de las causas que contribuian mas á desangrar su tesoro (). Las potencias de Italia trabajaban en secreto para formar una liga contra el poder español, recelosas de que intentaba subyugarlas. Confirmábalas en sus recelos la conducta y la actitud amenazadora del conde de Fuentes, gobernador de Milan, ya levantando tropas con ignorado objeto, ya erigiendo fortalezas en los confines de aquel estado y á la entrada de la Valtelina. Los estados italianos confiaban en la proteccion de la Francia. En la contienda que se suscitó entre la república de Venecia y el pontífice sobre asuntos de jurisdiccion eclesiástica y temporal, contienda que dió lugar á que el papa pusiera entredicho á toda la república, y que estuvo muy cerca de producir una guerra

(4) En el Archivo de Simancas, legs. 225 á 240, constan diferentes partidas que se enviaban para el pago de estas pensiones y sueldos, o para que los agentes distribuyeran allá las sumas que se les remesaban.

No faltaban escritores, ó aduladores ó fanáticos, que halagaban al rey, instigándole ó afirmándole

en esas ideas de predominio universal, tal como el padre Fray Juan de la Puente que escribió un libro titulado: «Conveniencia de las dos monarquias católicas de la Iglesia romana y del Imperio es pañol, y defensa de la preferencia de los reyes Católicos de España á todos los reyes del mundo.»

sangrienta entre ambos Estados, España se puso de parte del pontífice y ofreció que le defenderia con todo su poder. Y aunque por mediacion de los dos soberanos, francés y español, se hizo al fin la paz entre la república y la Santa Sede, los manejos de los embajadores de España en Venecia hicieron siempre sospechar designios de parte de nuestra nacion de estender su dominacion ó su influencia á la Italia Central.

La paz establecida entre España y Francia por el tratado de Vervins era menos sólida que aparente. Las dos córtes y los dos soberanos se miraban con mútua desconfianza y recelo. Enrique IV., que no podia olvidar la proteccion dada por España á los católicos de la Liga, que la veia sostener con vigor los derechos de la Santa Sede, que tenia interés en impedir el engrandecimiento de la casa de Austria, y que solia decir que los reyes de España y Francia estaban como puestos en los platillos de una balanza, de tal manera que para subir el uno habia de bajar el otro; Enrique IV., que aspiraba á contrapesar el poder de España oponiéndole una confederacion en Europa y establecer asi por lo menos el conveniente equilibrio, era el apoyo de los príncipes descontentos de Italia, de los protestantes de Alemania, á los cuales estaba dispuesto á unirse. Pero todas sus tramas y proyectos se traspiraban ó se sabian en la córte de Madrid, por medio de los comisionados, embajadores y agentes

y

que el gabinete español sostenia y pagaba largamente en París, para sobornar y ganar la confianza de los personages de aquella córte, y penetrar las delibera ciones de su consejo que parecian mas ocultas. Descubrió Enrique IV. que hasta su cifra secreta habia sido vendida á Felipe por el primer oficial de uno de sus ministerios. Se tenia ganada á una de sus queridas, la marquesa de Verneuil (). Hasta su esposa la reina María de Médicis se entendia con la córte de España. Asi se comprende que fuesen conocidos aqui todos sus intentos, no bien eran allá formados.

Proponíase Enrique IV. proteger á los príncipes protestantes de Alemania en la cuestion que se suscitó entre ellos Ꭹ los católicos sobre la pretension á los estados de Cleves y Julliers; intentaba quitar la Lombardía al rey de España para dársela al duque de Saboya Carlos Manuel, reuniendo el Franco Condado á su reino, y agregar las provincias católicas de los Paises Bajos á la república de Holanda. Habia levantado para esto un grande ejército, el cual se habia puesto ya en marcha para la Champaña, asi se preparaba á humillar la casa de Austria, y á variar el sistema político de toda Europa, cuando la Providencia permitió que

(1) Sabido es que Enrique el Grande de Francia, en medio de sus excelentes prendas de rey, fué notable por sus flaquezas de hombre, y que en materia de amores no supo libertarse de las costumbres licenciosas de la cór

te de sus predecesores. Entre sus queridas se cuentan la bella Gabriela de Estrées, la marquesa de Verneuil, la condesa de Moret, Carlota de Essars, la princesa de Condé y otras varias.

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