Imagens das páginas
PDF
ePub

aquellos acerbos dolores imploraba la misericordia de Dios, invocábale por testigo de su inocencia, pero no salió de su boca una sola palabra mas de las que antes habia dicho, y los jueces mandaron cesar el tormento sin haber logrado arrancarle una sola confesion mas (1).

A pesar de esto, y de las instancias y gestiones de don Francisco Calderon, padre del procesado, y de la marquesa su muger para que se pusiera término á la causa, ésta proseguia lentamente, como si se buscára poner á prueba la paciencia del reo, que la tuvo admirable. Su abogado defensor Bartolomé Tripiana en un estenso y bien razonado alegato fué respondiendo uno por uno á todos los cargos y desvaneciéndolos con sólidas razones casi todos. Asi fué que los jueces hicieron presente al rey, que sustanciado el proceso sin omitir la mas mínima diligencia, y habiendo pasado el marqués por cuantas inslancias y estorsiones se pudieran arbitrar contra el hombre mas humilde y mas desamparado del mundo, no se le habia podido averiguar otro delito que el de la muerte de Francisco Xuara confesado por él, y algunos otros de poca entidad, y que por lo demas de que se le acusaba y no se habia probado, llevaba ya sufridos dos años de apretada prision, la confiscacion de todos sus bienes, la suspension de todos sus títulos

(1) Al fin del tomo damos por cucion del tormento del marqués apéndice una copia del auto y eje- de Siete Iglesias.

:

y oficios, el menoscabo de su honra, el tormento en el potro, la privacion de la vista y compañía de su esposa y de sus hijos, que era otro no menos penoso tormento, y que por todas estas y otras causas y razones opinaban que debia ser perdonado y repuesto en su reputacion y honra, pero que S. M. podia hacer lo que fuese servido. En su consecuencia parece que el rey trataba de restituir á don Rodrigo Calderon su muger, hijos, oficios y hacienda, cuando la muerte del soberano (marzo, 1621) vino á dejar al desventurado marqués de nuevo expuesto á las iras de sus enemigos.

Cuéntase que cuando don Rodrigo oyó doblar las campanas por la muerte del rey don Felipe III. exclamó: «El rey es muerto, yo soy muerto tambien!» Bien supo pronosticar su suerte el antiguo cortesano. Harto conocía lo que podía prometerse del favorito del nuevo monarca. Los jueces recibieron órden de ampliar, si era posible el proceso y fallarle. En vano la esposa y los hijos del marqués de Siete Iglesias anduvieron llorando por los tribunales pidiendo misericordia; en vano la marquesa se echaba á los pies del rey ó seguia por los caminos su coche y el del conde de Olivares quebrantando los corazones de todos. El cardenal Trejo su sobrino habia sido obligado á volverse á Roma.

La sentencia de muerte, y la ejecucion del suplicio de don Rodrigo Calderon, pertenece ya á otro

reinado. Alli completarémos la historia del trágico fin de este célebre personage.

No cesaron en palacio, ni con la retirada del duque cardenal, ni con la prision del marqués de Siete Iglesias, las intrigas de privanza y de favoritismo. El duque de Uceda, que tanto habia trabajado por derribar á su padre, no tardó en tener que arrepentirse de su misma obra, y en conocer que no habia de gozar mucho tiempo la herencia del favor real que tanto habia codiciado, y por cuyo logro habia roto y quebrantado los mas sagrados deberes de la gratitud, de la naturaleza y de la sangre. Aun en vida de Felipe III., y eso que acabó ya muy pronto, se pudo pronosticar que el de Uceda, herido con los mismos filos y combatido con las mismas armas que él habia empleado contra el autor de sus dias y de su fortuna, habia de recibir el merecido de su ingratitud y acabar harto mas infelizmente que él. Mas diestro ó mas afortunado que él el conde de Olivares, apoderado del corazon del príncipe que estaba en vísperas de subir al trono, se servia de los mismos instrumentos que el de Uceda habia puesto imprudentemente en sus manos para cavar la hoya en que habia de hundirle.

Felipe III. no acabó nunca de perder su aficion al viejo duque de Lerma. Guardábale en su retiro todo género de consideraciones; declaró al tiempo de moque le habia servido bien, y todavía le hizo la honra de nombrarle uno de sus testamentarios. Pero

rir

apartemos ya la vista de este cuadro de miserables envidias y guerras palaciegas, triste patrimonio de los príncipes débiles, indolentes y flojos, y llevémosla á otro horizonte mas despejado, siquiera no le falten tampoco sus nubes y sus sombras.

CAPITULO VIII.

AFRICA, ASIA, AMERICA,

PORTUGAL.

De 1610 1619.

Espediciones á Africa y Turquía.-Librería arábiga cogida al rey de Marruecos. Es colocada en la biblioteca del Escorial.-Empresas navales del marqués de Santa Cruz, del duque de Osuna, de Octavio de Aragon, de Luis Fajardo, de Francisco de Ribera, de Simon Costa y de Miguel de Vidazabal.-Fruto que se sacaba de estas empresas. -Línea de defensa en la costa de Andalucía para libertarla de piratas y corsarios.-Torres que se erigieron en todo el litoral.-Espediciones y empresas de españoles y portugueses en América y Asia.-Nuevo Méjico.-Chile.-Arauco.-Reino del Pegú.-Islas Filipinas. Brasil.-Descubrimiento del estrecho de San Vicente. -Jornada de Felipe III. al reino de Portugal.-Magníficas y ostentosas fiestas. Entrada solemne del rey en Lisboa.-Jura y reconocimiento del príncipe don Felipe.-Córtes.-Regreso del rey á Castilla. Descontento de los portugueses.-Enferma el rey en Casarrubio-Entra en Madrid.

En el capítulo IV. de este libro dimos noticia de algunas expediciones de nuestras armas contra los moros africanos, asi como de algunas empresas contra los turcos, enviadas, ya de las costas de España, ya de las de Nápoles y Sicilia. Esta hostilidad perenne

« AnteriorContinuar »