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tria una carta quejándose de que la Inquisicion hubiese dado tormento á don Antonio de Valor su padre, y á don Francisco su hermano. Se confesaba el único responsable de la guerra que sostenia, y ofrecia entregar por su rescate ochenta cautivos cristianos, ó mas si se le exigiesen, aun cuando estuviesen en poder del Gran Turco. Amenazaba con tomar crueles represalias si no se suspendia la persecucion á su familia.

Grandes debates ocasionó en el consejo de don Juan de Austria la lectura de esta carta. Se acordó no responderle y que su padre don Antonio de Valor escribiese á su propio hijo, aconsejándole se apartase de su mal camino y diciéndole era falso se le hubiese dado tormento.

Las disensiones que se notaban en el consejo paralizaban la accion de las operaciones de la guerra, y asi el rey, bajo el pretesto de enterarse de cuanto ocurria llamó á la córte al marqués de Mondejar, el que ya no volvió mas á Granada.

Eliminado del consejo el único obstáculo que se oponia al sistema del terror, se prescindió de toda consideracion de templanza, y se pregonó por bando general el 19 de octubre de 1565, la órden para llevar la guerra á sangre y fuego en Granada y en toda la Andalucía.

Cuando la guerra se hallaba mas ensangrentada, cuando los moros acababan de hacer sus correrías victoriosas por el valle de Lecrin, un suceso inespe

rado vino á cambiar el aspecto de la rebelion. Enamorado Aben-Humeya de la jóven viuda con quien habia huido de Granada al ir á ponerse al frente de la insurreccion, habia escitado violentamente los celos de un morisco vecino de Albacete de Ugijar, llamado Diego Alguacil. Mientras compartia con AbenHumeya el trono de las Alpujarras, seguia comunicándose con su primo Diego Alguacil esta nueva Dalila, siendo el instrumento de una traicion en que entraron algunos moriscos agraviados por los castigos que Aben-Humeya les habia impuesto por su falta de valor en las acciones de guerra.

Diego Lopez Aben-Aboo y el capitan de los turcos Husseyn, que habia venido de Argel, seducido por medio de una carta fingida en que se suponia que trataba de venderlos, le sorprendieron en los brazos de la hermosa morisca. Aben-Aboo y Alguacil se arrojaron sobre él y lo estrangularon.

Mostró Aben-Humeya gran serenidad, despreció á sus asesinos, y declaró morir satisfecho por haber vengado las injurias que los ministros del rey Felipe habian hecho á su esclarecida familia. Su casa fué saqueada y repartidas sus mugeres, muriendo en afeminado lecho sin tiempo para tomar las armas, á impulsos de la venganza de un celoso, el que titulándose rey de Granada y de Andalucía habia dado un carácter de grandeza al alzamiento, que de otro modo hubiera sido considerado como una insurreccion de los monfís ó salteadores.

A la muerte de Aben-Humeya, es elegido rey Diego Lopez Aben-Aboo, que recibe la confirmacion de su título del virey de Argel que le manda algunos socorros. Fueron prósperas sus primeras operaciones en la guerra. El nuevo rey cerca la villa y fuerte de Orjiba; rechaza entre Acequia y Lanjaron al duque de Sesa, que acude en socorro de los sitiados desde Granada. Se apodera de la villa fuerte de Galera, tenida por inexpugnable, y derrota á las tropas que desde Huéscar acudian á socorrer á los cristianos. No solo sorprendian sus partidas convoyes y rendian las escoltas cristianas, sino que con insolencia se mostraban hasta en la misma Vega de Granada.

Don Juan de Austria, á quien las órdenes del rey tenian hacia ocho meses clavado en Granada, representó á su hermano cuan tíbiamente se hacia la guerra, el peligro de que la rebelion cundiera á los reinos de Valencia y de Murcia, y su ánsia por salir de Granada á dirigir en persona las operaciones militares. Accedió Felipe II á los deseos de su hermano, mandando que se formasen dos ejércitos, uno á la parte del rio Almanzora, al mando de don Juan de Austria, y otro con destino á la Alpujarra, á las órdenes del duque de Sesa.

Con gran júbilo fué recibido en el ejército don Juan de Austria por la gente de guerra, acompañándole muchos caballeros de los que hasta entonces no se habian movido. La primera empresa del príncipe

fué apoderarse de Güejar, desalojando de ella á los moriscos que interceptaban los convoyes que iban á las Alpujarras, corrian la Vega, y se presentaban hasta en las puertas de Granada. Libre de estos enemigos, y habiendo recibido refuerzos en Baza, con un ejército ya de doce mil hombres, cercó el fuerte de Galera, que en tanto tiempo no habia podido rendir el marqués de los Velez. Colocó baterías, hizo minas, y haciendo saltar los peñascos y conmoviendo la poblacion, asentada sobre el cerro, dió un asalto general, ganando palmo á palmo el terreno, dejándolo sembrado de cadáveres. No se dió cuartel y fueron pasados á cuchillo dos mil cuatrocientos moriscos, y lo que es mas doloroso, cuatrocientas mugeres y niños. Aquel dia, el 10 de febrero de 1570, dejó de existir la villa de Galera, que mandó asolar don Juan de Austria y sembrar de sal. Necesitaba vengar las grandes pérdidas que durante su sitio habia esperimentado su ejército.

Menos feliz fué don Juan de Austria en el reconocimiento que hizo el dia 19 de febrero de 1570 en la fortaleza de Seron. Alli estuvo á punto de perecer por una bala que le dió en la celada, y que por ser demasiado fuerte le preservó la vida. Alli entre varios valientes capitanes vió morir de una bala de arcabuz en el hombro á don Luis Quijada, el antiguo amigo y confidente de Cárlos V, el hombre á quien por tantos años habia tenido por padre y que amaba como á tal.

Reforzado su ejército, volvió el 5 de marzo sobre Seron. Los moriscos no le esperaron. Ellos mismos incendiaron la poblacion y el castillo, y en número de siete mil hombres se subieron á la sierra.

Dirigióse á combatir á Tijola: los moriscos se salieron silenciosamente por la noche, y solo hallaron los cristianos cuatrocientas mugeres y niños y un rico botin que tenian alli guardado. Don Juan asoló aquella villa, y con no poca sorpresa del mismo ejército se apoderó de las fortalezas de Purchena, Cantoria y Tahalí y otras que iban abandonando los moriscos. Fernando el Habaquí se habia puesto en comunicacion con don Juan de Austria con el objeto de proporcionar la sumision de los moriscos y hacer consentir en ella al rey Aben-Aboo. Mandaba las fuerzas de aquella comarca y se proponia abandonar á los cristianos las fortalezas del rio Almanzora, persuadiendo á los moriscos que eran insostenibles, replegándose á la Alpujarra para facilitar despues mejor la sumision.

Don Juan de Austria publicó un bando haciendo merced de la vida y prometiendo hacer justicia á los que probaran las violencias y opresiones que los habian provocado á levantarse, á condicion de que pusieran sus personas en manos de su magestad ó de don Juan de Austria. Se ofreció premiar á los que de edad de quince á cincuenta años se presentasen dentro de dicho plazo, armados de un arcabúz, una ba

MORISCOS.

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