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decir que constantemente ocupado de las cosas del cielo descuidaba las de la tierra. Como legislador Alfonso, en el código de las Siete Partidas, sacrificó los derechos de su corona á las usurpaciones de Roma y su filosofía no le impidió ser bastante insensato para dejarse seducir durante veinte años con la ilusoria perspectiva del trono imperial. Corriendo tras del trono imperial de Alemania que le disputa Ricardo de Inglaterra, abandonó á Castilla. Las córtes se opusieron mandándole volver y renunciar á esta temeraria espedicion que le hubiese costado el trono. En estas ilusorias pretensiones musulmanes tributarios de Murcia y otras provincias, sublevados bajo la proteccion del rey de Granada, invocan los socorros del Miramamolin, rey de Fez, Abou-Jusouf-Jacoub (1257) y resuelven la conquista de toda la España, que hubieran llevado á efecto sin el valor y la intrepidez de su hijo don Sancho que salvó la pátria, y á quien sus hazañas valieron el sobrenombre del Bravo. En los últimos años de su tempestuoso reinado tuvo Alfonso que luchar contra su hijo. El derecho de sustitucion en las herencias era desconocido hasta entonces en Castilla. Por la regla establecida en el órden de las sucesiones, el pariente mas próximo era preferido siempre al mas lejano, el hijo tenia mejor derecho que los nietos. Alfonso habia introducido el principio de la sustitucion en su código de las Siete Partidas. El infante don Fernando, el de la Cerda, murió dejando dos hijos varones. Sancho, su tio, hi

zo valer sus derechos fundados en la antigua ley de la sucesion en Castilla. Los descendientes de don Fernando, llamados los infantes de la Cerda, sostenidos por la Francia, de cuyo rey eran parientes, y por Aragon dispuesto siempre á tomar parte en las turbulencias de Castilla, continuaron por mas de medio siglo reclamando sus derechos y perturbando la tranquilidad pública.

Don Sancho, ídolo del ejército por su valor, amado del pueblo por su liberalidad, convocó córtes en Valladolid, que declararon á su favor la cuestion de sucesion, y le invistieron de la autoridad real con el título de regente. Las principales ciudades le siguieron. Alfonso invocó entonces contra su propio hijo el auxilio del rey de Marruecos, que cercó á Córdoba, pero que libertó don Sancho haciendo reembarcar para Africa al Miramamolin.

La autoridad de los papas estaba entonces en su mayor poder. Lanzó sus rayos el pontífice, y el hijo rebelde que habia resistido las fuerzas combinadas de su padre y el rey de Marruecos, inclinó su frente al anatema de la Iglesia y pidió perdon.

Los anales de Sancho IV y de sus dos sucesores inmediatos Fernando IV y Alonso XI, presentan una série de turbaciones civiles vergonzosas y deplorables. En Fernando el IV comienzan las largas minorías, las regencias tempestuosas, los odios fraternales, las guerras civiles que debian durar dos siglos.

Los nobles, los ricos hombres se rebelan toda vez

que creen haber recibido un agravio de su rey. Tienen el derecho, ó mas bien están en posesion de abjurar la obediencia por un acto solemne, que los libra de incurrir en la pena y nota de traidores. Llámase este acto el desnaturalizarse. Un pequeño número de familias compone una oligarquía, el peor de todos los estados. Los mismos hombres son alternativamente ministros y favoritos de los reyes, ó sus enemigos armados en campo abierto. Muchas veces cuando no pueden defenderse en sus villas y castillos, ó son escasos sus parciales, se retiran á las fronteras de Granada, y se alian con los árabes, combatiendo al lado de los enemigos de su patria y de su religion.

Don Pedro I sube al trono despues de la muerte de su padre Alfonso XI.La historia le ha dado el sobrenombre de el CRUEL. Los poetas le han llamado el JUSTICIERO. Se supone que el espíritu de partido ha exagerado gravemente sus crímenes. La historia está llena de calumnias, y calumnias que no se borran jamás, pero la historia no ha calumniado á don Pedro. La historia de su reinado, trazada, es verdad, en gran parte por la pluma de uno de sus mas violentos enemigos, hace una larga enunciacion de los asesinatos cometidos á la faz del mundo, á la luz del dia, recientes en la memoria de una multitud de personas que vivian en la época del cronista Ayala..

La posteridad que hace justicia de las prevenciones de los contemporáneos, acepta y sanciona los juicios dictados por la verdad imparcial. Don Pedro

el Cruel recibe el trono bajo los mejores auspicios; domada la altivez de la nobleza castellana, destruido el poder de los moros.

Comienza su reinado asesinando á la querida de su padre doña Leonor de Guzman, sacrifica á la inocente Blanca de Borbon, su esposa, para arrojarse en los brazos de la hermosa María Padilla; hace dar muerte á tres de sus hermanos, presenciando él mismo la de don Fadrique. Manda degollar alevosamente al rey de Granada Alhamar, que se acoge á su hospitalidad, y hace espirar bajo el puñal de sus verdugos al maestre de Calatrava y otros personages de los mas distinguidos. Enrique de Trastamara venga á su madre y sus hermanos y á la humanidad entera, matando con sus propias manos á su hermano y á su rey, cuyo trono ocupa.

Su reinado da un respiro á Castilla, fatigada con tantas guerras civiles. Los reinados sucesivos de Juan I y Enrique III no son tan pacíficos, en particular el de este último, que comienza por una minoría.

De un año sube despues al trono Juan II. Su reinado es una série de conspiraciones y guerras civiles. Rey débil, fué dominado por su favorito don Alvaro de Luna. Don Alvaro justifica la confianza de su monarca, haciendo respetar la dignidad real tan largo tiempo envilecida. Se apodera con audacia de la espada de condestable, arrancada á uno de los gefes de la faccion vencida, la empuña con mano firme y

valerosa, y las victorias de Figuera y Guadix hacen estremecer en sus cimientos el trono de los árabes de Granada.

Los enemigos de don Alvaro escitan la codicia de don Juan II, que para apoderarse de su riqueza, débil monarca entrega al verdugo en Valladolid la cabeza del ministro, que durante cuarenta y cinco años habia llevado sobre sus hombros todo el peso de la dignidad real.

Juan II no sobrevive largo tiempo á su favorito. Sucede en el trono Enrique IV el Impotente. Si el padre no fué respetado, el hijo fué despreciado. El marqués de Villena ejerce sobre el hijo el mismo imperio que sobre el padre ejerciera don Alvaro de Luna. Un nuevo favorito, don Beltran de la Cueva, derriba al marqués de Villena! Posee la confianza del rey y de la reina. Nacen nuevos y mas grandes disturbios. Pónese en duda la legitimidad del nacimiento de la hija del rey, doña Juana heredera del reino, á quien llaman por escarnio la Beltraneja, nombre que le ha conservado la historia. Alzan por reina á doña Isabel, hermana del rey, casada con don Fernando, príncipe de Aragon, que ocupa el trono despues de la muerte de Enrique y de haber vencido á los parciales de la Beltraneja.

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