Imagens das páginas
PDF
ePub

V

TOMA DE GRANADA POR LOS REYES CATÓLICOS.-CONDICION

SOCIAL DE LOS MOROS.

Isabel I y Fernando de Aragon con su enlace, reconstituyen el poder real, y los antiguos reinos rivales siempre, de Castilla y Aragon, se reunieron para siempre y formaron la monarquía española. Apenas terminaron la guerra civil y se afirmaron en el trono, resolvieron dar á la Europa una insigne muestra del vigor que la monarquía española iba á desplegar en su reinado. El armisticio concluido con los moros de Granada, no habia sido interrumpido en una larga série de años; las circunstancias no habian permitido á Juan II y Enrique IV comenzar el ataque, y los moros mismos destrozados como sus enemigos los cristianos, por guerras civiles y por las disensiones de la familia de sus reyes, se contentaban con gozar sin oposicion de la mas hermosa provincia de la Pe

nínsula. A creer á nuestros historiadores los monarcas de Granada eran en general usurpadores y tiranos, pero no es fácil concebir esa grandeza, esa magnificencia que distinguia los reinos mahometanos de España, sin atribuir á sus gobiernos algunas medidas sábias y benéficas. Esas hermosas provincias del Mediodía han perdido despues su antiguo esplendor, circunstancia demasiado humillante para el orgullo nacional, es el que este pais nada ofrezca mas interesante á la admiracion del viagero, que los monumentos que ha dejado en pos de sí una raza estrangera y odiada, una raza de conquistadores.

Aunque en todos los años, cristianos y moros corrian alternativamente el pais talando los campos, no se reputaba roto el armisticio porque existia un singular tratado. Entendíase duraba la tregua entre cristianos y moros, aun cuando estos se apoderasen de alguna plaza con tal que hubiese sido ocupada sin aparato de guerra, sin desplegar banderas ni tocar trompetas y en menos de tres dias. Zahara tomada. asi por los moros fué el pretesto de la guerra.

Hasta entonces los cristianos se habian contentado en caso semejante con usar de represalias; empero Isabel y Fernando conocieron que la conquista de Granada no era superior á sus fuerzas, y que pondria fin á una lucha que habia durado cerca de ocho siglos. Los castellanos invadieron el reino de Granada, animados por su reina Isabel, única á quien querian obedecer. Viéronse en este ejército los futuros con

quistadores de Berbería y Nápoles, Pedro Navarro y Gonzalo de Córdoba el Gran Capitan.

En la misma decadencia del poder de los moros, abierta Granada por todos puntos á la invasion, debilitada por facciones intestinas, que llevaron á una de las facciones á favorecer al comun enemigo, no pudo este reino ser sometido sino despues de diez años sucesivos de una guerra obstinada y sangrienta. Los cristianos en los diez años, se hicieron dueños de Alhama, el baluarte y antemural de Granada. Tomaron á Málaga, el depósito del comercio de España con el Africa, ocuparon á Baza, ciudad entonces de cincuenta mil habitantes, y llegaron al fin con ochenta mil á poner sitio á Granada, presa de las mas funestas discordias. El hijo se habia armado allí contra el padre, el hermano contra el hermano. Abdalah y su tio se habian dividido los restos de esta soberanía agonizante, y el último habia vendido su parte á los españoles por una rica indemnizacion en dinero. Quedaba Boabdil, que se habia reconocido vasallo de Isabel y de Fernando, y que seguia, mas bien que dirigia, el obstinado furor del pueblo.

La reina Isabel, ídolo de los castellanos, impulsaba con su presencia el sitio que duró nueve meses. Un moro fanático intentó dar de puñaladas á la reina. Un incendio destruyó el campo de los cristianos; pero la reina Isabel, á quien nada desanimaba, que no co nocia obstáculos, para preservar á sus soldados de los rigores de la estacion, hizo construir sólidamente de

piedra un nuevo campo en ochenta dias, y alzando á vista de los moros la poblacion de Santa Fé, mostró á los musulmanes que el sitio sería eterno, y no se levantaria jamás.

Granada sufria todos los horrores del hambre. A motinado el pueblo contra su rey, abrió sus puertas á Fernando y á Isabel, bajo la promesa formal de una solemne capitulacion que firmaron el rey, la reina, los infantes, sus herederos, diez y ocho obispos y diez y nueve grandes capitanes, nueve duques, cinco marqueses, quince condes, seis grandes maestres, comendadores ó priores de las órdenes militares, por último, los cuatro notarios mayores de los reinos de Castilla, Leon y Aragon, en una palabra, cuanto podia representar todos los poderes del Estado.

En este estenso tratado que contenia cincuenta y cinco capítulos, se conservaba á los moros de Granada su libertad, su religion, su lengua, sus costumbres, trages y usos, sus propiedades, sus leyes, sus tribunales. Debian ser juzgados por empleados de su nacion, protegidos por las autoridades cristianas. Todas estas inmunidades se estendian á los renegados y á los hijos de éstos, considerados en todo como musulmanes de orígen. Los prisioneros hechos durante la guerra y los esclavos granadinos, debian ser inmediatamente puestos en libertad. El territorio de Granada era declarado tierra de asilo y de franquía para los esclavos moros naci

[ocr errors]

X

dos en las provincias de Castilla y de Aragon que lograsen refugiarse en él. Todos los habitantes musulmanes de este territorio, quedaban perpétuamente exentos del servicio militar, sin mas gabelas y contribuciones ordinarias que las que les habian impuesto los reyes moros. Los moros de Granada quedaban facultados para emigrar libremente al Africa á costa de los reyes, durante únicamente los tres primeros años, y pasados estos, en cualquier tiempo pero á su costa, conservando sus propiedades, administrándolas y percibiendo sus rentas, sin que estas tuviesen que pagar contribucion por razon de su destino. La facultad de viajar á los paises berberiscos y permanecer temporalmente allí, se les otorgaba. Los beneficios de esta capitulacion se hacian estensivos á los moros de todo el reino que sometiesen su territorio en el término de treinta dias, debiendo gozar de la misma libertad, privilegios y franquicias que los de Granada, como á los moros granadinos que en aquella época residieren en Africa y volviesen antes de tres años á España.

La capitulacion de Granada en que Isabel y Fernando estamparon sus régias firmas YO EL REY, YO LA REINA, en el centro de la rueda que formaban los nombres de los grandes dignatarios del Estado, fué el último acto diplomático espedido en esta forma, el último privilegio rodado. Isabel que libertó al trono de la tutela de los ricos-hombres en que por tantos siglos, con gran detrimento de la patria habia estado,

« AnteriorContinuar »