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Doña Juana quedó incapaz de ocuparse en los negocios del estado. La historia la ha conservado el nombre de su terrible enfermedad; ¡La Loca! La ma. yoría de los castellanos llamó cou urgencia á don Fernando á la regencia.

Don Fernando que se hallaba entonces en Nápoles, que habian conquistado sus armas, viene á Castilla; se apodera de su regencia, y ocupa tambien la Navarra, bajo pretesto de que Juan II de Albret habia negado el paso á las tropas que queria enviar á Francia para la guerra de la Santa Liga, hallándose así soberano de toda la España.

Aquel rey tan prudente y previsor, conocia cuán funesto iba á ser para la España pasar bajo una dominacion estrangera, y sentia vivamente dejar al Austria tan hermosa herencia. Se casó con doña Germana de Foix, sobrina de Luis XII, rey de Francia, para privar á su hija doña Juana y á su posteridad de las coronas de Aragon y de Navarra. Por un momento creyó ver realizados sus deseos con el nacimiento de un hijo; pero en breve pasó éste desde la cuna al sepulcro.

Tambien aspiró por su testamento á restringir la herencia de Cárlos de Austria; pero al fin le dejó por universal heredero, instituyendo al cardenal Jimenez de Cisneros regente de Castilla, y á don Alfonso, arzobispo de Zaragoza, su hijo natural, regente de Aragon, al morir á la edad de setenta y cuatro años. (1516)

Por la muerte de Fernando el Católico, heredó su nieto las coronas de España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña. Cárlos tenia diez y seis años, se hallaba entonces en Flandes, jamás habia visto la España, y seguia esclusivamente los consejos de Guillermo de Croi, señor de Chievres, y de Adriano de Utrech, dean de Lobayna, hombre de humilde cuna, hijo de un tejedor, y á quien mas tarde elevó al pontificado.

Cárlos, apenas supo en Bruselas la muerte de su abuelo, se declaró de propia autoridad rey de Castilla y de Aragon, á lo que se oponian las leyes de España, pues la reina era su madre doña Juana, cuya incapacidad no habia sido declarada por las córtes. Nombró por regente á Adriano; empero en breve revocó los poderos de éste, dejando al cardenal Jimenez de Cisneros el ejercicio de la regencia, á pesar de hallarse en la edad de ochenta años. El cardenal Cisneros juntó el Consejo real y los grandes, y con su energía que arrojó en la balanza política, cual la espada de Breno, el título de rey de Cárlos fué reconocido, precediendo en todos los actos el nombre de la reina doña Juana al suyo. Cisneros procuró afirmarle en el trono contra las pretensiones de la nobleza con un vigor y una fuerza de voluntad y energía superiores, increibles en su avanzada edad. «Yo llevaré delante del rey, decia, á todos los nobles de » Castilla amarrados á la punta de mi cordon de francis>>cano. >> Y cuando una diputacion de la grandeza discutia con él la validez de los actos que le habian

conferido la regencia, enseñaba á los grandes desde el balcon de su casa las tropas que él habia creado, formadas en batalla, con un formidable tren de artillería; «Mirad, les dijo con voz firme y altiva, esos »son mis poderes, con ellos gobierno á Castilla, y la go>>bernaré hasta que vuestro amo y el mio venga á tomar » posesion de su reino.» En aquel dia cesó en España el poder que hasta entonces habian ejercido los grandes.

Diez y nueve meses duró la regencia del cardenal Cisneros; en ella quedó sujeta la turbulenta grandeza; disminuida la influencia política que daban á las ciudades sus fueros y privilegios; el poder militar que el sistema feudal colocaba en la grandeza pasó al pueblo creando un ejército permanente; mandando á las ciudades levantar cuerpos que llevaban su mismo nombre, y que se llamaba la milicia efectiva, arma de dos filos, como todas las instituciones populares. Cisneros se habia servido de ella solamente contra la nobleza; Cárlos la vuelve contra la nobleza y contra el pueblo y muy pronto debiera él á su vez verla vuelta contra él mismo.

Al año siguiente 1517, Cárlos seguido de una brillante córte de señores flamencos, desembarca en Villaviciosa de Asturias, y mata con su injusto desden al anciano regente que con tantos esfuerzos le habia asegurado la sucesion del trono.

El archiduque de Austria, poseedor de tantos estados, cargada la frente con tantas coronas, no

vió nunca en la España mas que una provincia, una porcion de su vasta monarquía; gobernó mas como una fraccion de su vastísimo imperio, que como un estado distinto, al pueblo del mundo menos á propósito para ser confundido con los demás pueblos. Pensando ya en sus brillantes destinos y en la púrpura imperial, no venia á España á administrarla segun sus leyes, sino á esplotar en el interés de su propia grandeza el primer pueblo que le habia hecho llevar una corona real. Así la historia jamás le designa por su nombre español de don Cárlos I, le llama siempre con razon Carlos V!...

Nombrado emperador de Alemania, resuelve Cárlos pasar á tomar posesion de la corona imperial, convoca á las córtes de Castilla en Santiago de Galicia, cosa hasta entonces desusada: exige de las córtes un subsidio mas cuantioso, y antes de haberse pagado el anterior. Niéganse á su concesion los diputados por Toledo, pero son violentamente desterrados, y trasladadas las córtes á la Coruña, donde la intriga, la seduccion y las amenazas arrancan á los diputados débiles ó vendidos la concesion de un subsidio de doscientos millones de maravedises. Madrid, Córdoba, Toro, Salamanca, Toledo y Murcia, protestaron contra este don gratuito. Obtenido de cualquier modo de las córtes el dinero necesario para presentarse con esplendor en Alemania, Cárlos no difiere su partida. Nombra regente de los reinos de Castilla y de Leon al cardenal Adriano de Utrech, y

capitan general á don Antonio Fonseca, confiriendo los gobiernos de Aragon y de Valencia á don Juan de Lanuza, y don Diego de Mendoza conde de Mélito. Estos dos últimos nombramientos merecieron la aprobacion general.

El nombramiento de regente en Adriano, hirió el orgullo nacional, viéndose con escándalo, preferido un estrangero á tɔda la nobleza de España. En vano se suplica la revocacion de este nombramiento. Cárlos, sin dar oidos á las quejas de España, se embarcó en la Coruña el 22 de mayo de 1520, para ir á tomar posesion de la corona imperial, sin cuidarse de que dejaba detrás de sí una terrible revolucion!

Mientras Cárlos se ceñía la corona imperial, y en lejanas regiones navegantes y soldados españoles descubrian y conquistaban para ella mundos y tesoros, su tranquilidad interior se turbaba, se formaban comunidades en Castilla y germanías en Valencia, y estallaba una violenta insurreccion que debia acabar para siempre con su libertad política.

Tres años, desde 1519 á 1522, duraron las luchas intestinas, las discordias civiles.

En Castilla veia con indignacion el pueblo, que á pesar de los subsidios que las Córtes habian concedido á Cárlos, el monarca no accedia á las peticiones que se le habian presentado.

Alzáronse las principales ciudades del reino. Toledo fué la primera y levantó tropas á cuya cabeza puso á don Juan de Padilla. Segovia y Zamora arras

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