Principios de retórica y poética

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Impr. Don Norberto Llorenci, 1834 - 333 páginas
 

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Página 31 - Brioso el alto cuello y enarcado, Con la cabeza descarnada y viva; Llenas las cuencas, ancho y dilatado El bello espacio de la frente altiva; Breve el vientre rollizo, no pesado Ni caído de lados, y que aviva Los ojos eminentes; las orejas Altas sin derramarlas, y parejas.
Página 57 - ... el almaizar que le labres y la manga que le bordes, y se ponga el de su amiga con la cifra de su nombre, a quien le dé los cautivos cuando de la guerra torne; y en batalla de cristianos de...
Página 57 - Alá permita, enemiga, que te aborrezca y le adores; y que por celos suspires, y por ausencia le llores; y que de noche no duermas, y de día no reposes, y en la cama le fastidies, y que en la mesa le enojes...
Página 308 - ... la representación es de excitar en el ánimo de quien la observa ideas, imágenes y afectos análogos a los que excitaría la presencia real y física de los mismos objetos, pero con la condición de excitarlos por medio del deleite; de cuya particularidad resulta que la imitación bien ejecutada debe aumentar el placer en los objetos gustosos y disminuir el horror de los desapacibles, convirtiéndolos, cuanto lo permite la naturaleza de su instrumento, en agradables.
Página 46 - En qué gavia descubres del árbol alta copa, la tierra en perspectiva, del mar incultas orlas ? En qué celajes fundas que es bien echar la sonda, cuando, perdido el rumbo, erraste la derrota ? Si te sepulta arena, qué sirve fama heroica ? que nunca desdichados sus pensamientos logran.
Página 35 - La lanza ya blandea el árabe cruel, y hiere el viento, llamando a la pelea; innumerable cuento de escuadras juntas veo en un momento. Cubre la gente el suelo, debajo de las velas desparece la mar; la voz al cielo confusa y varia crece; el polvo roba el día y le escurece.
Página 62 - ¡Oh Dulcinea del Toboso, día de mi noche, gloria de mi pena, norte de mis caminos, estrella de mi ventura!
Página 66 - ¿Quién, dijo, con tan bárbaros intentos Del mundo la quietud ha rebelado? ¿Qué nuevos monstruos de ánimos violentos Por mis revueltas breñas se han sembrado? ¿A qué fin con tan graves movimientos De armas mi inculto seno veo preñado, Que con ciego alboroto y son de guerra Los confines- asordan de mi tierra?
Página 319 - Antillas, o de un cielo sañudo que, cerrando todo el horizonte con verdinegras nubes y atemorizando los oídos con horrorosos truenos y la vista con amarillos relámpagos, parece que quiere acabar con todo lo animado, es en lo físico la causa inmediata que, poniéndonos delante de los ojos la ilimitada pujanza de la naturaleza, produce en nosotros la imagen de lo sublime. Lo mismo digo de las ideas del infinito, de la inmensidad, de la eternidad y de la omnipotencia...
Página 31 - Que parezca en el aire y movimiento La generosa raza do ha venido: Salga con altivez y atrevimiento, Vivo en la vista, en la cerviz erguido: Estribe firme el brazo en duro asiento Con el pie resonante y atrevido, Animoso, insolente, libre, ufano, Sin temer el horror de estruendo vano.

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