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Pudo, pues, entrever Montesino que lo verdadero y evidente para el hombre, es lo único que llega á serle interesante y simpático y á presidir y guiar la conciencia moral-la voluntad-en una obra viva y progresiva hacia su fin—el bien—y el bien para el hombre mismo-la felicidad,—mediante el método práctico, moral-el arte moral; -- y pensar, por último, que la felicidad y el bienestar de la patria y la humanidad podría ser fruto de la enseñanza educativa.

Si quisiéramos expresar en breve su vida y pensamiento, podría decirse: que el amor á la humanidad le llevó á ser pedagogo, y, al serlo, su filantropía se hizo reflexiva y de eficacia trascendental.

MONTESINO Y SUS DOCTRINAS PEDAGÓGICAS.

I.

Motivo principal y secundarios para la formación del libro.-No parece bastante la Política para remediar nuestros males sociales.Tampoco lo parecen la Economía, la Moral y el Derecho, el Arte, la Ciencia, ni la Religión por sí mismas.-Es fin principal del libro exponer cómo Montesino busca remedio á los males sociales de su tiempo mediante la Educación.

Conviene exponer en las primeras páginas de este librito las razones que nos han inducido á formarlo. No hemos tenido presente la conveniencia de presentar reunidos los datos que interesen para la historia de la Pedagogía en España. Tampoco nos ha inducido el deseo de venerar restos sagrados de una personalidad importante. No ha sido que pretendamos pagar con algunas páginas la deuda inmensa que los vivientes tenemos para con los varones heroicos que sacrificaron su reposo, su bienestar y su vida en beneficio de la humanidad. Si cualquiera de estas razones pudo impulsarnos, lo ha hecho en segundo término. Principalmente nos decidió á esta obra el deseo de encontrar remedio á los males graves que aquejan al país.

No pasa día sin protestas innumerables y sin lamentaciones infinitas, referentes al descrédito en que han caído, para poder restañar las heridas de la patria, las formas políticas, ideal de nuestros padres, y por las que hasta llegaron á verter su sangre en los campos de batalla.

Se augura pavorosamente acerca del porvenir de España, cuando la cuestión social sobre subsistencias tome entre nosotros las aterradoras proporciones que ofrece en países más civilizados; se teme que no podamos resolver la crisis económica en el nuestro, y que se conmoverán entonces los más profundos y seculares cimientos de nuestra sociedad por falta de recursos materiales para la vida.

Apenan profundamente al alma menos sensible los detalles horrendos de la inmoralidad y las irregularidades sin cuento que pululan en la vida privada y en la pública; no parece que bastan para corregirlas los preceptos de las leyes, que, según se dice, nacen muertas é ineficaces en medio de la depravación de las costumbres; ni tampoco el escaso prestigio de los tribunales, impotentes para curar un mal que radica en el corazón mismo de los hombres.

Muchos piensan que no bastan, para levantar el decaído ánimo de nuestras generaciones, el entusiasmo y aspiración ideal que despiertan las Bellas Artes, caídas en realismo mortífero al presente: se conceptúan incapaces de proporcionar goce, pasatiempo y ocupación que ensanche el ánimo y agigante las fuerzas físicas; se reputan como enervadoras de la energía corporal, que nos hacen esclavos de sensualismo bufo y grotesco á veces.

Tampoco parece que debe buscarse remedio á nuestros males en el decir verbalista que á la ciencia y enseñanza aqueja, porque una y otra están incapa— citadas para proporcionarlos con su vetusto sistema.

de teorizar y dogmatizar hasta en las mismas prácticas y procedimientos más técnicos.

Y ni siquiera queda la esperanza remota de que los ideales religiosos y la expectativa de ultratumba sean áncora de salvación en el mar proceloso que agita al país: las creencias antiguas faltan á las almas; las generaciones actuales, al revés de lo que antes sucedía, no entrevén solución positiva á los problemas de esta vida mediante los consuelos de otra bienaventurada.

¿De dónde y cómo vendrá, pues, nuestra regeneración social? ¿No hay que esperarla, tal vez no es posible de modo alguno? ¿Es, con efecto, absoluta la impotencia de la política, la de la economía, la del arte, la de la ciencia, la de la moral, la de la justicia y la de la religión por sí mismas?

He aquí la pregunta á que contesta el libro que damos á la luz pública, y en el cual el lector hallará la vida de D. Pablo Montesino llena de entusiasmo, persiguiendo el perfeccionamiento de nuestra educación nacional, como medio único para curar los males que entonces, como hoy, aquejaban el país.

Teniendo nosotros igual convencimiento íntimo, creemos que es un deber presentar en nuestros días las razones que, para estimarlo así, tenía nuestro pedagogo, y los medios que consideraba necesarios para que la regeneración dicha pudiera llevarse á cabo lentamente, pero con seguridad y firmeza. ¡Quiera el Cielo que la publicación de esta obrita contribuya á afirmarnos en las doctrinas de Montesino, y nos decida á seguir el camino por él trazado para realizar la obra patriótica de curar cuanto antes los defectos de nuestro carácter nacional y los males que aquejan al país: solamente á este precio serán tolerables los muchos defectos, que sin duda se encontrarán en las páginas que siguen!

II.

Cómo deberá hacerse la biografía de Montesino.-Por qué no basta la que corre unida al Manual para los Muestros de Parvulos.-Hay que buscarle explicación en las ideas y exigencias de la época.Lo que hacen los individuos, por notables que parezcan, no es más que dar forma al pensamiento y aspiraciones de la edad en que

viven.

Si creyéramos. dominados por el atonismo histórico, que tanto suele reinar en nuestro tiempo, que las individualidades humanas se producen de por sí. y con independencia casi completa del medio en que viven, de la sociedad su contemporánea. podríamos creer también que el lector quedaría satisfecho con los datos biográficos de Montesino, que. por haber figurado en las primeras páginas del Manual para los Maestros de Escuelas de Párvulos, son tan conocidos (1). Pero tenemos por más cierto que las dichas

(1) Se dice en dicha biografia que "nació el Ilmo. Sr. D. Pablo Montesino el 29 de Junio de 1781, en Fuente del Carnero, en la provincia de Zamora, siendo uno de los alumnos más notables de la Universidad de Salamanca à principios de este siglo, empapándose del espíritu filosófico y liberal dominante entonces en aquella célebre escuela, y siguiendo en ella su carrera médica, hasta tomar en 1806 el grado correspondiente de Licenciado. En 1807 fué admitido en el ejército de Extremadura como médico numerario, y desempeño este destino hasta 1814, dándose á conocer mientras en la provincia citada, que después le adoptó por hijo y á la cual perteneció en realidad, más bien que á la de su naturaleza. En Extremadura, tan célebre en nuestra historia moderna por los hombres notables que ha producido, se afilió Montesino á la escuela de que Muñoz Torrero, Quintana y Luján, padre, fueron fundadores, y que después continuaron Calatrava, Becerra, Landero, González, Infante y Luján, hijo, y otros muchos amigos y compañeros suyos, distinguidos tanto por su fidelidad á los principios liberales, como por la intachable honradez de su conducta. Comenzó luego Montesino á figurar en política como diputado en 1822, después de haber sido

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