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que entre olívares y viñedos conduce á Carmona, en tres dias llegué á la amenísima Córdova.

le

Alojéme en un meson á la entrada de la plaza mayor donde viven los mercaderes. Vendíme por un hijo de familia, 55) natural de Toledo, que viajaba únicamente por instruirse y ver mundo: mi decente vestido ayudaba á que se creyese era así, y algunos doblones que de propósito dejé ver al mesonero, acabaron de persuadir, si ya en vista de mis juveniles años no me tuvo por algun mozuelo travieso que se habia escapado de casa de sus padres, despues de haberlos robado, é iba vagamundeando y gastando alegremente el dinero. Sea lo que fuere, el tal huésped no se mató mucho en averiguar quien era yo, quizá por temor de que me marchase á otra posada, si llegaba á molestarme su curiosidad. En aquella casa se daba á todos un decente trato por solos seis reales al dia: moderacion y conveniencia que siempre atraia á ellgran concurrencia de gentes. Eramos por lo comun doce personas de mesa. Ordinariamente ninguno hablaba palabra, á excepcion de un grandísimo hablador, que á diestro y siniestro estaba parlando toda la comida, y con su incesante parlar suplia bien el profundo silencio de todos los demas. Preciábase de agudo y de gracioso, contando cuentos y embanastando chistes para divertirnos, los que alguna vez nos hacian reir á carcajadas, ménos por su poca y esa muy grosera sal, que por su impertinencia y helada frialdad.

Yo por mí, hacia tan poco caso de todo lo que charlaba aquel estrafalario, que desde el primer plato me hubiera levantado de la mesa, sin poder dar razon de nada de cuanto habia hablado, á no haberse metido él mismo en una conversacion que me interesaba. Señores, dijo, cuando ya se iban á levantar los manteles, quiero regalar á Vmds. para postres un bocadito de gusto, contándoles un gracioso chasco que los dias pasados dió un pícaro de muchacho en el Palacio del Arzobispo de Sevilla. Refiriómelo cierto Bachiller, amigo mio, que se halló presente. Sobresaltáronme un poco estas palabras, no dudando que el lance que iba á contar era el mio, y con efecto no me engañé. Refirió el tal sugeto todo el pasage con todos sus puntos y comas, añadiendo lo ocurrido despues de mi fuga, que fue ni mas ni ménos como lo voy á decir.

No bien me habia escapado, cuando siguiendo el órden de la comedia que se representaba, los Moros que habian de entrar á apoderarse del Rey y hacerle prisionero, sorprehendiéndole en la cama, se dejaron ver en el teatro; pero quedaron sumamente aturdidos, cuando buscando al Rey de Leon, se hallaron sin Rey

55) Venderse, figürlich, sich Vortheile rühmen, die man nicht besist, sich für etwas ausgeben.

ni Roque 56). Interrumpióse la comedia, agitaronse todos los actores: unos me llaman, otros me buscan; este grita, y aquel me da á todos los diablos. El Arzobispo, que oyó la bulla y la confusion que habia detras del teatro, preguntó la causa. A la voz del Prelado salió un page que hacia de gracioso, y le dijo: no es nada, Ilustrísimo Señor, el Rey de Leon ha tenido la fortuna de escaparse de manos de los Moros con sus vestiduras reales. Mil gracias sean dadas al Señor, respondió el Arzobispo, hizo bien su Magestad en huir por no caer en poder de los enemigos de la Religion, librándose de las cadenas que ya le tenian prevenidas. Sin duda se habrá encaminado á Leon, Capital de su Reino: Dios quiera que haya llegado con toda felicidad. Por lo demas, mando seriamente que ninguno vaya en su seguimiento; sentiria mucho que su Magestad tuviese que padecer la menor desazon por parte mia. Luego que dijo esto, dió órden que se leyese en voz alta mi papel, y se acabase la comedia.

Mientras me duró el dinero, el mesonero me trató con grande atencion y cariño; pero cuando se me acabó, mudó de tono, hablándome siempre con aspereza, desprecio y despego, tanto que una mañana me llegó á decir 57) que le hiciese la merced de salir cuanto ántes de su casa. Díle este gusto prontamente, dejé su meson, y me entré en la Iglesia de Santo Domingo á oir Misa. Mientras la estaba oyendo, se acercó á mí un viejo pobre, y me pidió limosna por amor de Dios. Díle un cuarto, diciéndole al mismo tiempo: hermano, pida al Señor que me haga hallar en breve una buena conveniencia; si fuere oida su oracion, no se arrepentirá de haberla hecho, y esté seguro de mi agradecimiento.

Miróme el pobre con muchísima atencion al oirme decir esto, y con seriedad me preguntó: ¿ que espécie de conveniencia desea Vmd.? Quisiera acomodarme de lacayo en una buena casa, le respondí, donde lo pasase bien. Volvióme á preguntar si urgia mucho la necesidad: es tanta, le repliqué, que si no logro luego lo que deseo, habré de morir de hambre, ó pedir limosna como tú. Si llegara este caso, respuso el pobre, se le haria á Vmd. muy cuesta arriba, 58) no estando acostumbrado á nuestra vida; mas á poco que se acostumbrase á ella, no prefiriria la triste esclavitud de servir á la alegre libertad de mendigar. Pero al fin ya que Vmd. quiere mas servir que tener una vida suelta como yo, dentro de poco espero encontrarle un buen amo. Aquí

56) Roque, Figur im Schachspiel. Sin Rey ni Roque, sprichwörtlich, im vertrauten Umgang, durchaus niemand. 57) Vergl. §. 132, 6).

58) cuesta, die Küste, die Anhöhe; cuesta arriba, (figürlich) schwierig, mühvoll (bergan).

donde Vmd. me vé, le puedo servir de algo. Espéreme mañana á estas horas en este mismo sitio.

Tuve buen cuidado de hallarme en él con la mayor puntualidad, y tardó poco en llegar el mendigo, quien me dijo en voz baja que le siguiese. Hícelo así, y me llevó á una pobre casilla no distante de la misma Iglesia. Sentámonos los dos en un largo banco raso que tendria por lo ménos sus cien años de servicio, y el pobre me habló de esta manera: Una buena accion, dice el refran, tarde o temprano la premia el Señor. Ayer me dió Vmd. limosna, y agradecido yo á ella, estoy en hacer las posibles diligencias para buscarle una buena colocacion, la que, si Dios quiere, se conseguirá muy presto. En ese Convento inmediato conozco á un Padre anciano, que es un santo Religioso, y un gran director de almas. Tengo la fortuna de ir á los recados que me encarga, lo que hasta aquí he desempeñado con tanto amor, acierto y fidelidad, que el buen Señor nunca se niega á emplear todo su valimiento en mi favor, y el de mis amigos. Ya le hablé de Vmd., y le dejé muy inclinado á servirle. Yo le presentaré á su Reverencia, cuando y como Vmd. lo tuviere á bien.

Pues no hay que perder tiempo, le respondí, en este mismo instante podemos ir á ver á ese santo Religioso. Vino en ello el pobre, y partimos los dos á la celda del P. Fr. Alejo, que así se llamaba. Encontrámosle escribiendo cartas espirituales. Luego que me vió, interrumpió su tarea, y me dijo: á ruegos de este pobrecito, á quien estino, he querido interesarme por tí. Supe esta mañana que el Señor Baltasar Velazquez necesita un lacayo, y al instante le escribí un billete, á que me respondió diciendo que recibiria ciegamente á cualquiera que vaya de mi parte. Desde luego puedes ir á presentarte á él, porque es mi penitente y mi amigo; pero ántes quiero instruirte en lo que debes hacer para cumplir con tu obligacion, y desempeñarme á mí. Hízome sentar, y me espetó una plática que duró tres cuartos de hora, extendiéndose particularmente sobre la grande obligacion que tenia de servir con zelo al Señor Velazquez; y concluyó asegurándome que él me mantendria en su casa, con tal 59) que no diese justo motivo de queja á mi amo.

Dí rendidas gracias al Religioso, y salí del Convento con ini protector el pordiosero, 60) quien me dijo que el Señor Baltasar Velazquez era un rico mercader de paños, entrado en edad, y de buena traza, añadiendo: no dudo que os halleis bien en su

59) con tal que, (mit dem Conjunctiv) unter der Bedingung, daß. Vergl. §. 160 am Ende.

60) el pordiosero, (scherzhaft) der Bettler; (der um Gotteswillen bittet.) Daher das Zeitwort pordiosear und das Hauptwort pordioseria.

servicio, y si fuera que vos 61) no le dejaria por el de un Señor. Preguntéle donde vivia mi nuevo amo, ofreci gratificarle por sus diligencias, y habiéndome despedido de él, me encaminé en derechura á casa del mercader. Llegué á la tienda, donde dos mancebos, decentemente puestos, 62) esperaban parroquianos y gentes que fuesen á comprar. Pregunté por el Señor Velazquez, diciendo tenia que hablarle de parte del P. Alejo, y á este solo nombre abrieron las puertas y me mandaron entrar en la trastienda, donde estaba el Señor Baltasar hojeando un gran registro. Despues de una profunda cortesía le dije ser yo el mozo que le enviaba Fr. Alejo. Seas muy bien venido, me respondió: basta la recomendacion de ese santo Religioso, para que te admita, prefiriéndote á tres ó cuatro por quienes me han hablado. Ya estás recibido, y desde hoy corre tu salario.

A pocos dias que estuve en casa del mercader, conocí que era un buen hombre tal cual me le habian pintado. Parecióme ademas tan sencillo, que desde luego me hice cargo de lo mucho que me costaria el dejar de jugarle alguna de mis piezas acostumbradas. Habia cuatro años que estaba viudo, y tenia dos hijos, un varon y una hembra, aquel de veinte y cinco años, y esta de quince, 63) gobernada por una dueña severa, beata y confesada del P. Alejo, que la enseñaba bien, guiándola por el camino derecho de la virtud. No así su hermano Gaspar Velazquez. Aunque habia tenido una buena educacion, y á ningun medio se habia perdonado para hacer de él un hombre de bien, poseia en grado eminente todos los vicios de la mas disoluta juventud. Se pasaban los dos y los tres dias sin que pareciese en casa; y si al volver á ella le daba el padre alguna reprehension, él le hacia callar, levantando la voz mas que su pobre padre.

Díjome un dia el triste viejo: Cipion, tengo un hijo que me da muchísimo que sentir 64). Está sumergido en todos los vicios, lo que verdaderamente me admira, porque en su educacion ninguna diligencia se omitió para criarle bien. Busquéle buenos maestros, y mi amigo el P. Fray Alejo hizo cuanto pudo y supo, para enderezarle por el camino mejor. No lo pudo conseguir. Dióse Gaspar enteramente á la disolucion. Acaso me dirás que quizá tendré yo la culpa por haberle tratado con demasiada indulgencia y suavidad; pero no es así. Nada le he perdonado, castiguéle siempre que me pareció necesario el rigor;

61) si fuera que vos, wenn ich an Eurer Stelle (wie Ihr) wäre.

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62) Soll heißen decentemente vestidos wahrscheinlich ein Irrthum des spanischen Schriftstellers, der das französische bien mis wörtlich überseht hat.

63) Ueber den Gegensag von este und aquel vergl. §. 144, Anmerk. 2.

64) dar que sentir, Kummer verursachen, betrüben.

porque aunque mi genio es inclinado á la blandura, no me falta entereza y teson en las ocasiones que lo piden. Una vez yo mismo le hice encerrar en una casa de correccion, pero salió de ella mucho peor de lo que entró. En una palabra, es de aquellos mozos perdidos que no hacen caso alguno ni de buenos egemplos, ni de amorosas reprehensiones, ni de severos castigos. Solo Dios podrá hacer el milagro de convertirle.

Si no me causó lástima el dolor de aquel afligido padre, á lo menos mostré que me la daba 65). En verdad, Señor, le dije en tono compasivo, que un padre tan bondadoso como Vind. merecia tener otro mejor hijo. Que le hemos de hacer? me respondió: no ha querido el Señor darme este consuelo; sea su nombre bendito. Entre los pesares que me da Gaspar, añadió, te diré en confianza uno que me tiene en continua inquietud. Este es un perpetuo hipo de robarme, como yo mismo he conocido, lo que no obstante mi extrema vigilancia ha logrado muchas veces. Entendíase para eso con el lacayo antecesor tuyo, á quien por esto despedí y eché enhoramala de mi casa. Espero que tú no te dejarás engañar ni cohechar de mi mal hijo, y que mirarás con zelo y fidelidad por mis intereses, como sin duda te lo habrá recomendado mucho el P. Fr. Alejo. Así es, le repliqué: por mas de una hora no hizo otra cosa el santo Religioso, que inculcarme la obligacion que tenia de ser fidelísima guardia de la hacienda de su merced: verdad es que para esto no necesitaba de su exhortacion, porque, gracias al Señor, en este particular nunca he tenido la mas mínima cosa de que acusarme, fuera de que naturalmente me siento apasionado por las cosas de Vmd.; 66) y así le prometo un zelo y una fidelidad á toda prueba.

Señor,

El que no oye mas que la mitad de un asunto, haga cuenta que es sordo, dice el proverbio; y el Jurisconsulto añade que para sentenciar con conocimiento de causa, es menester oir á ámbas partes. El diablillo del atolondrado Velazquez debió de brujulear por mi fisonomía que tan fácil le seria pescarme á mí en su red, como le habia sido pescar en ella á mi antecesor; y en virtud de este concepto, nada temerario, llevándome un dia á cierto parage retirado, me habló en estos precisos términos. Escucha, querido Cipion: tengo por cierto que mi padre te habrá encargado que me espies y le informes de todos mis pasos; guárdate bien de hacerlo, porque este es oficio ruin, y ademas de eso peligroso. Te lo advierto por lo que te estimo. Si alguna vez llego á conocer que me observas, ten por cierto que morirás apaleado; al contrario, si me ayudas á engañar á

65) d. h. wenn der Schmerz dieses betrübten Vaters wirklich mein Mitleid nicht erregte, so stellte ich mich doch wenigstens, als wenn er solches in mir erweckte.

66) fuera de que, noch abgerechnet davon, daß u. s. w.

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